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15 de diciembre de 1814

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15 de diciembre de 1814

Le tomó mucho esfuerzo y trabajo, pero, como todo en la vida, si le pones todo tu empeño lo consigues y esa situación no fue la excepción.

—Recuerda el acuerdo. —Alicia comenzó a hablar, pero Benedict estaba muy ocupado tratando de ignorar el cosquilleo en sus manos, que le ordenaba acercarse y arrancarle de una vez por todas el albornoz que la cubría. —Benedict, ¿Me estás escuchando?

—Sí, amore mio. —Algo escuchó de fondo y podía por lógica unificar las palabras y entender lo que Alicia le había dicho, solo debía esforzarse un poco.

—Solo tocas lo estrictamente necesario. —Le recalcó ella, jugando en forma nerviosa con las cintas que mantenían el albornoz en su lugar y que, por ende, ocultaban su desnudez. —Benedict, si no quitas esa expresión créeme que no confiaré en que te puedas controlar.

—Te doy mi palabra de caballero de que no pasará nada que los dos no deseemos.

—¡Benedict! —Alicia se sonrojó y Benedict no pudo evitar sonreír al notar que el rojo de su vergüenza se perdía bajo el albornoz, así que solo debía tirar de la cinta y podría descubrir hasta donde Alicia Stuart se podía sonrojar. —Hablo en serio. Debes actuar profesionalmente, así como yo.

—Te di mi palabra de que lo haría. —Benedict ocultó las manos tras su espalda, como si eso pudiera dar alguna especie de apoyo a la situación. —Lo único que tocará tu piel será el pincel y lo sabes.

—Esa expresión que tienes no me inspira esa confianza. —Alicia era curiosamente pudorosa, algo que encantó a Benedict, quien nunca había podido verla como Dios la había entregado al mundo y ahora tenía la oportunidad no solo de hacerlo, también de pintar sobre ella. —¿Prometes que saldré de aquí intacta?

—Saldrás de aquí como desees salir. —Solo estaba jugando con ella, o eso le gustaba creer. —Ya me has visto a mí incontables ocasiones, es lo justo.

—No me rijo por el sentido de la justicia. —Ella jugueteó aún más con la cinta color de rosa del albornoz de noche (Benedict, tan ciego que no notó que la prenda era de seda costosa) y finalmente soltó el moño, exponiendo la piel nívea de su rodilla; fue ahí que supo que no había marcha atrás. —Bien... —Soltó aún más la prenda hasta que esta se deslizó hasta el suelo, flotando un par de segundos y haciendo un delicado ruido que no logró opacar el jadeo de Benedict.

Él quedó impresionado ante lo que veía y jamás hubiera podido soñar con conocer a una mujer como la que tenía desnuda frente a él, comparada solo con el retro de El Nacimiento de Venus, tanto así que deseó pedirle que posara como la protagonista para dibujarla y guardarla para siempre, pero eso lo privaría de ciertas vistas, así que sería para la siguiente ocasión.

Alicia era perfecta por donde se le viera. Ya había detallado su rostro a más no poder, era el turno de lo que la ropa le privaba, así que se dio un festín con la forma de su clavícula, la que daba pie a su busto pequeño, pero redondo y cerrado, después estaba su cintura marcada, adornada con una buena cantidad de lunares que parecían lugares que suplicaban ser besados. Más abajo se topó con la mata de vello púbico que ocultaba un lugar donde él quería posicionar la boca y ¿Quién sabe? Tal vez otros lugares de su cuerpo podrían deleitarse en esa zona que se quedó viendo más tiempo del debido, logrando así que Alicia se sintiera algo tímida.

Dreams {Benedict Bridgerton}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora