𝐕𝐈𝐈𝐈

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[ A continuación, se darán a conocer en esta y en las siguientes partes del  libro las cartas que recibió Damiano por parte de una misteriosa mujer llamada Franchesca, y quién por medio de estas cartas estrechó una intima relación con el susodicho.
En total fueron 20 cartas escritas entre los años 1925 y 1927, pero solo cuatro de ellas fueron las más relevantes. ]

Milán, 4 de agosto de 1925

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Milán, 4 de agosto de 1925.



Sus ojos me devolvieron la vida.


Probablemente usted no sepa quién soy, de hecho, no lo sabe porqué nunca me ha visto. Sin embargo, en tal fecha que no recuerdo bien, lo ví a usted cerca del mercado central mientras yo caminaba entre la ruma de gente yendo de un lado para otro haciendo compras. Yo lo ví a usted querido hombre, con su traje negro y sombrero alto, con barba a medio afeitar y zapatos de cuero grisáceo.

Estaba en una tienda de manzanas, que eran rojas como el rubor de mis mejillas al verle situado ahí.
Rozaba con sus manos la piel áspera del fruto, tocando su madurez y textura. Estaba usted tan concentrado en su labor sin notar que yo, sin razón aparente, vislumbraba cada movimiento y expresión de su cuerpo, y cuál acción hacía estremecer cada uno de mis nervios.

Quise tener el atrevimiento de acercarme y preguntarle la mínima cosa solo para escuchar su voz y el tono que usa para pronunciar las palabras, pero fuí cobarde y triunfante mi vergüenza que me quedé estática viéndole de lejos, como si fuerza alguna me impidiera voltear mi vista a otro lado. Lo veía de una manera enigmática e hipnotizada por su porte y cuando usted compró sus manzanas y se había ya marchado, reaccioné rápidamente saliendo de aquel lugar con un bochorno en mi interior.

Desde ese día, usted es mi pensamiento y palabra.

Es extraño usted pensará, que un desconocido haga ese efecto en mí, y así mismo se preguntará: ¿Cómo llegué hasta su dirección?

Pues hubo otro acontecimiento cuando iba al Correo para enviar una carta a un pariente mío; y has de ver que el mundo es pequeño e Italia es la forma de un botín. Casualmente o de milagro quizás, usted estaba en el mismo lugar haciendo un envío. Lo observé con cautela - pero no quiero que me malinterprete, señor -. No oso de hacerle daño a nadie y limpia estoy de cualquier condena. Soy una mujer justa y sensata, pero su belleza y ese misterio que emana hacen que pierda un poco la razón y me vuelva vulnerable a los sentidos.

Como iba diciendo, una vez usted se retiró del lugar, le pregunté cordialmente al encargado a dónde se dirigía su envío. - a Venezia - me respondió il ragazzo. Pedí que me escribiera la dirección exacta (con la excusa de que era vecina suya y lo ví salir en la mañana con un paquete en la mano), il ragazzo muy amable lo anotó en una pequeña hoja. Luego de eso y de dejar mi envío en el Correo, me fuí directamente a mi casa a escribirle está mísera carta.

Anhelo de todo corazón que responda mis cartas y no quiero que me etiquete de loca ni desquiciada, es el peor insulto que puede decirle a una mujer en esta época de evoluciones.

Por si no lo he mencionado anteriormente, mi nombre es Franchesca D'Louise. Vengo de un pequeño pueblo parisino dónde la música, el glamour y la pasión son la Vie in rose cada día. Mis padres descienden de la aristocracia, por lo cual toda mi niñez la he vivido cómodamente de lujos y detalles, conviviendo en sitios de etiqueta y saliendo con gente de la alta sociedad.

Pero, ¿de qué sirve eso si detrás hay una soledad intermitente?

Cualquiera se sentiría en el paraíso viviendo de este modo. Una familia de ricos, un pueblo refinado, montón de joyas, vestidos, buenos banquetes y  prestigios pero al final del día, luego de dar una magnífica fiesta, bailar y tomar el mejor vino de la década, te diriges a tu habitación, te acuestas en tu recámara y estás sola. A tu alrededor tienes todo, pero no son el hombro que necesitas para posar tu cabeza o los brazos a los que aferrarte para sentir calidez. Cada cosa lujosa es tan fría como la noche oscura, y te das cuenta que puedes tenerlo el mundo si quieres pero a la vez sentirte miserable y solo echas a llorar.

Llorar y llorar hasta no quedar una lágrima que brote de tus órbitas. Una chica rica en una lujosa mansión que al final del día, solo está con su corazón y su alma. Sin la alegría que perdura luego de una fiesta, ni con un amante que conforte con palabras sus días brumosos y los vuelva en sosiego.

Y es que aún rodeada de tantos hombres que en sus ojos deseo puedo ver, hambre carnal de piel y lujuria del corazón sienten. Que son bien hablados y con buenos estudios; refinados que llegan al punto de ser unos idiotas sin escrúpulos.

Pero Dios es misericordioso y tengo fé en los milagros, que las casualidades son fruto de su obra y el verle a usted aquel día fue su gracia y marcó nuestro destino.

De tantos hombres que he mirado y convivido, usted ha sido el único en alterar mi propio juicio.

No quiero extenderme tanto en escribirle, y menos quiero abrumarlo con mi palabrería y encanto. Solo quiero tener la certeza de que usted, mi buen mozo, me escribirá una carta en unos días ya que sería de mala educación no responder a las congruencias de una dama.


Que llueva bendiciones en su morada.

Con estima, Franchesca D'Louise.

Rose della vendetta ©Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin