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Iván Archivaldo.

Año 2017.

Mi mano izquierda acunaba a la mujer que dormía sobre ella, mientras que mi mano derecha dejaba caricias en su espalda, fue imposible que mi mano no bajara a dónde sus caderas, dónde me daba mi vista favorita. La sabana blanca cubría una de sus piernas mientras que la otra sobresalía.

Mi Rubí era hermosa, es la mujer perfecta, la mujer que yo amaba, pero que no podía tener.

-¿De verdad te vas a casar?- me preguntó con un hilo de voz.

-Lo haré Rubí - ella se volteo a verme, mire sus ojos azules dónde me perdía una y otra vez.

-¿Que pasará con nosotros Iván?- me dijo mientras un puchero se formaba en sus labios.

No quería dejarla, pero debía de hacerlo, yo estaba comprometido con una mujer de mi clase, de mi tipo de vida.

-Nunca hubo un nosotros Rubí- le dije lo más frío que pude.-Nuestra relación únicamente era de coger y tú lo sabes-

Ella me miró un momento, luego se levantó quedando desnuda a mis ojos

-Entonces cojeme tan fuerte, como si de tu puta de tratará - me dijo mientras se lanzaba a mi besando mi boca desesperadamente.

Tome sus piernas y las abrí sin ningún pudor, entre en ella sin fijarme si estuviera o no lubricada, daba movimientos lentos pero profundos haciendo que ella comenzará a gritar.

Mi mano vago de su muslo hasta su pecho dónde lo apreté a como se me dió mi gana, de ahí la baje hacía su centro donde comencé a estimular haciendo que ella blanqueara sus ojos. Ahora junte sus piernas para ponerlas sobre mis hombros, está vez mis movimientos eran más rápidos pero las embestidas seguían siendo duras.

Ella sonreía como si le encantará que le tratarán así. Salí de ella y me puse de pie. Frente de nosotros había un espejo, ella no entendía nada. Pero estaba completamente sumisa a lo que yo quisiera hacerlo.

-No me pidas que te trate como mi puta-separe sus piernas y comencé a estimular su ano, una vez ya listo entre en el haciendo que ella gimiera alto. Sus nalgas chocanco con mi pelvis mientras que por el espejo miraba su rostro era algo que me hacía prenderme más.

-...por qué nunca podría tratar así a la mujer que amo- aprisione su cuero con una mano ahorcandola, mientras que con la otra mano bajaba a su vientre donde yo le masajeaba sin parar.

-Ivan- mi nombre saliendo de sus labios en gemidos era lo más excitante.

Mis movimientos aumentaron hasta que explote de placer dentro de ella, me vine como si un plebe puberto se tratará.

Salí de ella, su cuerpo giro dándome la cara.

-Ya me iré - dijo ella acariciando mi mejilla.

-Es hora... Espero verte luego- dije desde lo más profundo de mi ser.

-Pero yo no-

Rubí Torrecely

Año 2023. (Actualidad.)

Sacaba la mitad de mi cuerpo, disparaba mientras en mi mente solo tenía la oración que el me había enseñado

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Sacaba la mitad de mi cuerpo, disparaba mientras en mi mente solo tenía la oración que el me había enseñado.

«Si ojos tienen que no me vean, si manos tienen que no me agarren, si pies tienen que no me alcancen»

Eran mis súplicas mientras guardaba la cadena con mi dije de la Santa Muerte.

Miraba mi uniforme de la G.N cubierto de sangre. No era mía, era de mis compañeros, quienes ahora se encontraban muertos, nuestro comboy estaba volcado, y estoy segura que éramos 3 los que quedaban vivos.

Escuché los motores de una camionetas por lo que cargue por sobreponer el cuerpo de Mario sobre el mío.

Ellos iban matando y rematando a cualquiera que se moviera, que respirará.

-Mira nada más - dijo un hombre y reconocí su voz al instante- Cumplimos con todo nuestro trabajo, ahora a buscar al cabrón que quede vivo pa que sea mi nuevo hombre de confianza Néstor- dijo mientras yo sentía sus pasas cada vez más cercano.

¿Nuevo hombre de confianza?

Cada vez se acercaban más haciendo que mi respiración estuviera a nada de estallar.

—Quino— le hablo otro hombre—Es hora que te vayas mañana conocerás al hombre. Ahora retirate—

Escuché un gruñido de él y sus pasos alejarse luego de eso, los motores de las camionetas arrancar se hicieron escuchar.

Pasaron como 15 minutos cuando alguien hablo.

—Ya sal— hablo de nuevo el hombre—Ivan se fue y ya estamos solos—

Sabía las indicaciones que mi padre había dado. Tenía que infiltrarme dentro de La Guardia Nacional. Para luego infiltrarme en el cartel del Pacífico.

Quite el cuerpo de Mario encima de mí y me levanté.

—Ruby Torrecely, 23 años, nacida en Guasave Sinaloa a su orden General— hable con la mano en la frente, saludando al superior.

—Es un gusto saludarte Ruby— hablo el hombre de gorra con baja estatura—Te pusiste más chula que cuando te Vi la última vez — me recorrió con la mirada.

Miento si digo que no me gustaba como me miraba. Me gustaba que me mirarán, que me desearán, me hacía sentir poderosa.

—Ha cambiado mucho también usted Joaquín — dije quitando mi pasamontañas la gorra y soltando mi cabello.

—Ni me digas más que te empotró aquí mismo— dijo acercándose a mí mientras me decía eso con burla, pensado que era la misma niña de 18 años que se intimidaba o sonrojaba.

Miento si digo que el señor chapo no estaba guapo, era como un vino.

—¿Que te detiene?— le dije siguiendo su coqueteó. Cosa que lo dejo sorprendido

—Eres la mujer de mi hijo—

—Yo no soy mujer de nadie — le susurré para luego morder su lóbulo de la oreja.—Te espero en la camioneta para que me lleves a dónde trabajaré —

Me fui moviendo mis caderas, más exageradamente sintiendo su mirada en mi trasero.

—Estas jugando con fuego Rubí —

—Me gusta arder, señor Guzmán —

AMOR Y TRACIÓN Where stories live. Discover now