XX.

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Después de que Harry me dijera eso no pude aguantar más y me derrumbé. Después llego Niall para buscar a Harry y tuvo que volver a dentro, yo le dije que no quería volver a dentro y quedamos en que al acabar la entrevista, se pasaría por mi casa. Mandó a un hombre a que me llevara a casa y por mucho que me negué al final acabé accediendo.

En vez de decirle mi dirección al chófer, le digo la de Kate y espero en silencio a llegar a mi destino. Una vez que lo hago, le agradezco que me haya traído, le pido disculpas por las molestias a lo que me responde que no es nada y me bajo del coche.

Veo como el coche arranca y me quedo un par de minutos enfrente de la casa de Kate, sin moverme. ¿Qué narices hago aquí?

Por mucho que me cueste admitirlo y aún sabiendo que nunca lo diré en voz alta, Harry tiene razón. Necesito seguir adelante con mi vida, no voy a vivir siempre de Kate, tengo que estudiar o buscarme un trabajo donde la jefa no sea la mejor amiga de mi madre.

Necesito perdonarme a mí misma, aunque el dolor que siento en el pecho cada vez que pienso en ese día me lo impida.

No puedo seguir viviendo de la forma en que lo hago, tengo que dejar de empujar a la gente fuera de mi vida y hacer como si pudiera escapar de todos mis problemas evitándolos. Tengo que ir a la Universidad pero no puedo dejar que Kate me la pague, tengo que hacerlo yo misma. Tengo que aceptar el hecho de que ni mis padres ni Ethan van a entrar por la puerta un día y pretenderán que nada ha pasado.

Necesito vender la casa.

El mero hecho de pensarlo me produce arcadas. Siento que estoy traicionando a mis padres y a Ethan, como si quisiese olvidarme de ellos. No quiero eso. Nunca lo querré pero no puedo vivir en una casa donde cada rincón que mire me recuerde a algo, una época mejor. Y sé que la única solución es vender la casa.

Subo las escaleras hasta el porche de Kate y timbro. Ella tarda unos segundos en abrir la puerta y cuando lo hace frunce el ceño al verme pero después sonríe, como siempre, y me dice que pase. Me siento en el sofá y me rasco un poco la cabeza con las dos manos por los nervios.

"¿Qué haces aquí? Te dije que no vinieras a trabajar esta semana." Me dice Kate, sentándose a mi lado en el sofá.

No está enfadada, o al menos no lo parece, más bien le sorprende que aparezca en su casa un día así porque si.

"Lo sé. Esa no es... No he venido por eso."

Realmente no sé que hago aquí. Digo que necesito empezar a valerme por mi misma y aquí estoy, en casa de Kate, pidiéndole ayuda.

"Antes de que se me olvide. ¿Te acuerdas de aquella chica que habías conocido en los Brits?" Pregunta y yo asiento sin decir nada más. "Pues me llamó el otro día, le dije que la llamarías cuando vinieras por aquí."

Con todo lo que pasó con Harry me olvidé completamente de Sarah. Tengo que llamarla un día de estos desde casa de Kate para quedar con ella. Aunque decido que ahora no es el momento, necesito hablar con Kate, seriamente.

"Iba a preparar algo de té, ¿quieres?" Me pregunta desde la puerta del salón.

"Si, por favor." Respondo.

Sinceramente, necesito ese té porque me estoy empezando a poner nerviosa y necesito algo que me relaje. El té tendrá ese efecto.

Unos minutos más tarde vuelve de la cocina con dos tazas, una en cada mano. Coloca la suya en un lado de la mesa y se sienta mientras coloca la otra enfrente mía. Ambas cogemos nuestras respectivas tazas y tomamos un sorbo. Coloco la mía encima de la mesa y me giro ligeramente para poder mirarla.

Pieces. ≫ h.s. au ≪Where stories live. Discover now