Capitulo 20

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Estaba paseando por la escuela después de ese trago amargo con la hoja cuando empezó a escuchar cuchicheos en un baño. Se acercó un poco para escuchar quien era y al darse cuenta de que era una voz desconocida, iba a pasar de aquella chica cuando escucho algo que le llamó la atención.

–A ver si con esto me vuelve a rechazar Sirius–

El omega se asomó ligeramente y ahí la vio ¡la chica que beso a su... a Black!.

–Zabini dijo que el maldito de Snape tenía hechizado a Sirius pero con esto, ni ese maldito mestizo podrá contra su amor por mi–

¿Qué Alessa qué? ¡¿Qué él qué?! Eso se sintió como un golpe directo en el estómago, un aroma conocido llegó a sus fozas y sus sentidos entraron en pánico.

¿Qué hacía Alessa en Hogwarts? y aún más importante ¿por qué olía a qué venía con Sirius?.

Volteó a todos lados y en algún momento su cabeza volteó hacia adentro y pudo ver cómo la chica tenía un caldero con un líquido rosa.

"–Amortentia–". Se permitió respirar unos segundos antes de irrumpir en el baño y desmayar a la chica. Aplicó un hechizo en el caldero para cargarlo fácilmente y lo dejó ahí un momento mientras sacaba a la beta para dejarla en el pasillo, así sería más fácil que la encontraran y la castigarán.

Volvió adentro para tomar la poción y al cargarla, podía sentir como sus hormonas se descontrolaban violentamente por la mezcla de vino, cedro, chocolate, eucalipto, fresas y ciruelas.

Se apresuró a caminar hasta el laboratorio de pociones y ni siquiera se detuvo para preparar las cosas y deshacerse de la poción, directamente lo hizo para poder respirar con más normalidad pero ahora tenía otro problema... específicamente entre las piernas.

Corrió hasta su sala común y pronunció la contraseña rápidamente para seguir corriendo en dirección a su habitación. Llegó y se tiró entre sus cobijas y almohadas para "esconderse" del aroma pero lo único que conseguía era que su calentura aumentara.

Se retorció entre sus cobijas y su cerebro le lanzó una idea "–¿Y si le robo una prenda de Sirius?–", por dos segundos sonó tentados y luego su parte racional salió a la luz, impidiendo que siquiera pensara en esa estupidez.

Su mente se quedó en silencio y pronto comenzó a rememorar las palabras de aquella chica "Zabini dijo que el maldito de Snape tenía hechizado a Sirius pero con esto, no ese maldito mestizo podrá contra su amor por mi". Eso debía ser un error, Alessa no era así, Alessa era obstinada pero nunca le haría daño.... ¿o si?.

Y respecto a lo de Black, bueno... era obvio que había muchas personas que estaban detrás de él y era agotadora la idea de tener que estar al pendiente todo el tiempo de que alguien quisiera darle una amortentia o algo similar, no quería ser ese tipo de novios paranoicos que sospechan de todos.

Una presión se alojó en su tórax y la ansiedad empezó a inundar su mente. ¿Alessa no dijo que lo amaba? Si lo amaba ¿porque le hacía eso? quizás sería mejor hacer como que no escucho nada... ¡no! !no, no, no, no, no, no!.

Alessa era la única que lo había amado, él no quería terminar como su madre, no quería terminar con alguien que lo maltratara a él y a su cachorro.

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Severus escuchaba voces a lo lejos e intento abrir los ojos un poco pero le dolían horriblemente, hizo un ruido con la garganta de molestia y las voces a su alrededor se sobresaltaron.

–¿Joven Snape?– preguntó una vieja voz.

–¿Severus?– preguntó una voz preocupada que si reconocía, era Lucius.

Intentó hablar pero su garganta se sentía seca, abrió con dificultad los ojos y vió varias siluetas a su alrededor.

–¡Severus, querido! ¿Cómo te sientes?– preguntó Cissy mientras se sentaba alado de sus pies para sostener su mano.

–Mal– fue lo único que pudo pronunciar, haciendo denotar su deshidratación.

Pudo escuchar una riña afuera de su habitación pero no podía distinguir lo que decían por su malestar.

La alfa ordenó que le pasaran un vaso de agua y fue atendido de inmediato, Lucius le ayudó a sentarse un poco mientras su amiga le brindaba agua poco a poco.

El líquido refrescante bajaba por su garganta por su garganta y a medida que más se hidrataba, mejor podía distinguir las voces y los aromas.

Afuera pudo distinguir la voz de Reggie, Barty y... –Sirius– murmuró débilmente.

–Tranquilo, no va a entrar– dijo la rubia dulcemente.

El omega negó débil con la cabeza y la pareja de alfas lo vió confundidos. –Sirius– volvió a insistir pero está vez en un intento de decirlo más fuerte.

–¡Severus!– sonó la voz del alfa desesperado, quién al parecer trataba de entrar. 

–Yo digo que es una buena idea que el joven Black entre, quizás podría estabilizar a la parte omega del joven Snape– interrumpió el doctor Spleen mientras hacía una anotación en un diario.

–¡Ese traidor no va a entrar!– decretó Malfoy.

–Te recuerdo que "ese traidor" es de mi familia– dijo Narcissa en el mismo tono imponente.

Lucius la vió como si se le hubiera zafado un tornillo y la alfa complementó lo dicho –Y si el doctor dice que es una buena idea, entonces va a pasar. ¡Regulus!... ¡Regulus!– dijo mientras se levantaba en dirección a la puerta.

La puerta se entreabrió y el aroma picante de Reggie mezclado con el de su hermano entró, causándole un mareo a Severus.

–¡Déjenme pasar!– gritó el Black mayor desde afuera mientras el menor asomaba la cabeza para ver qué sucedía.

–Severus quiere ver a Sirius– dijo sin notar como el omega comenzaba a ver borroso y su esposo hacía muecas de desagrado.

El alfa escuchó perfectamente y de golpe se quitó a Crouch de encima y apartó a su hermano para entrar, sin contar que se toparia con su prima en la puerta.

–Si le haces algo, recuerda que sé dónde vives– amenazó mientras lo señalaba despectivamente con un dedo.

Los tres voltearon y vieron al mestizo "dormido" sobre su almohada. –¿Severus?– preguntó Lucius.

El doctor se volteó desconcertado por la pregunta y el silencio repentino y se acercó al joven para revisarlo. –Está inconsciente– dijo incrédulo.

Parches para el aromaWhere stories live. Discover now