Capítulo 13

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Miércoles, 15 de marzo, 7:20 horas.

No resultaba difícil reconocer a Park Yoon Gi, pensó Jungkook al distinguir enseguida al hombre entre la multitud que llenaba el vestíbulo del Grand Josun Busan. Debía de ser el tipo con el pelo negro y la mirada intimidatoria. No hacía falta percatarse de la funda de pistola del hombro, todo en él dejaba ver claramente que era policía. Y en cuanto sus penetrantes ojos negros divisaron a Park Jimin, todo en él dejó ver claramente que era su hermano mayor y que estaba preocupadísimo.

Jimin dio un paso en dirección a él, y entonces ambos echaron a correr. Yoon Gi lo estrechó en sus brazos y no lo soltó, como si su persona tuviera un gran valor y hubiera estado a punto de perderlo. A Jungkook le costó tragar saliva. Las dos cosas eran ciertas.

Jimin le había explicado a Jungkook durante el trayecto que en los últimos diez meses solo había visto a su hermano Yoon Gi las dos veces que este había acudido a su lado. La primera vez había ido a verlo al hospital después de lo del «estrangulador», que era tal como el solía referirse a la agresión. Jungkook se preguntaba si se daba cuenta de que se llevaba la mano al cuello cada vez que hablaba de aquel episodio con tanta tranquilidad como si le hubiera ocurrido a otro. La segunda vez había tenido lugar seis semanas después, cuando él había mandado a don Cabrón a la mierda y su hermano le había roto la nariz de un puñetazo.

Ahora Yoon Gi lo miraba con el entrecejo fruncido.

—Sigues estando demasiado flaco. ¿Has vuelto a enfermar? ¿Por qué no estabas en casa? —Miró por encima de su hombro a Jungkook como si quisiera interrogarlo con sus ojos negros de expresión fría. Debía de ser cosa de familia—. ¿Este es el policía?

Jimin se volvió hacia Jungkook y sus labios se curvaron hacia arriba.

—No, no estoy enfermo; no he vuelto a estarlo. Lo de la casa es una larga historia. Y sí, este es el policía. —Se dio la vuelta de modo que Yoon Gi pudiera rodearle los hombros con el brazo—. Yoon Gi, te presento a Jeon Jungkook. Jungkook —suspiró—, este es mi hermano Yoon Gi.

Yoon Gi le estrechó la mano, con fuerza pero sin hacerle daño.

—¿Te acuestas con él? —le espetó.

—¡Yoon Gi! —exclamó Jimin sobresaltado.

—De momento, no —respondió Jungkook, y Yoon Gi apretó la mandíbula. Durante unos instantes nadie dijo nada. Luego Yoon Gi prosiguió con mala cara.

—¿Por qué no estaba en su casa?

Jungkook miró alrededor.

—Aquí no podemos hablar. —Consultó su reloj. Choi había convocado una reunión a las ocho en punto—. Tengo diez minutos. ¿Podemos subir a tu habitación?

—Sí. —Yoon Gi ya se había puesto en marcha y guiaba a Jimin hacia la escalera—. Son solo dos pisos, hombre, estás de suerte.

Los hizo entrar en la habitación y se apostó en la puerta con los brazos cruzados al estilo de un guardia de seguridad.

—Habla.

Con rapidez y concisión Jungkook lo puso al corriente de todo cuanto creía que podía contarle mientras Jimin, sentado en la cama, lo escuchaba con cara de exasperación. Cuando hubo terminado, el agitó la mano con ironía.

—Estoy aquí, ¿os acordáis?

Yoon Gi le lanzó una mirada de lo más desagradable.

—Sí, y no se te ocurra moverte.

Se volvió de nuevo hacia Jungkook.

—¿Quién te parece que puede ser?

Jungkook sacudió la cabeza.

No puedes huir de miDonde viven las historias. Descúbrelo ahora