V. Lo que teníamos.

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Jennie parecía enojada la próxima vez que Jisoo la vió.

Tenía las extremidades tensas como la cuerda de un arco, la espalda rígida mientras fregaba un plato con más fuerza de la necesaria.

Las niñas se habían acostado y era hora de que la de cabellera naranja regresara al apartamento que estaba alquilando. Jisoo no lo había visto, pero Ningning había dicho que era todo negro y gris y que no había fotos por ninguna parte. Ella dijo que la entristecía.

—No tienes que hacer eso—, murmuró Jisoo mientras lavaba otro plato.

Jennie exhaló, dejándolo caer en el fregadero. La porcelana resonó contra el fregadero, un sonido fuerte y feo, y Jisoo frunció el ceño.

La pelinaranja se dio la vuelta, luciendo severa y molesta. La cocina estaba a oscuras, la luz de la luna entraba a raudales por la ventana, y Jennie cruzó los brazos sobre el pecho.

—Pensé que íbamos a hacer esto de manera amistosa—, dijo finalmente, en voz baja.

—Lo estamos haciendo, ¿no?

—Kim Yongsun no es exactamente lo que yo llamaría amigable—, Jennie prácticamente gruñó, —esa mujer es un tiburón.

Jisoo se erizó incómoda, preguntándose cómo lo sabía.

—Uno de mis asociados te vio salir de su oficina—. La otra mujer aclaró y fue extraño, inquietante, cómo todavía podía leer la mente de la azabache.

—No la voy a contratar—, Jisoo dijo en voz baja, —Lisa solo pensó que debía hablar con ella.

Jennie se burló, un sonido breve y amargo.

—Debería haber sabido que ella estaría detrás de esto.

Jisoo entrecerró los ojos, cansada de sus disputas.

—No se trata de ella—, insistió. —No sé por qué estás tan enojada, te dije que no la contrataría. No voy a contratar a nadie. Dije que quería que siguiéramos siendo amigas.

Jennie parpadeó hacia ella, su expresión lentamente tornándose tormentosa.

—¿Amigas?—, repitió con incredulidad, —¿te das cuenta de que ella me habría limpiado? Ya tienes la casa, ella se hubiera llevado todo lo demás. Mi carrera, mi vida, mis hijas. No voy a dejar que te lleves a mis hijas, Jisoo.

Su voz era más dura de lo que Jisoo la había escuchado en años, áspera y llena de emoción. Charlie y Sophie podían despertar cosas en Jennie que Jisoo nunca antes había visto, algo feroz y apasionado. Eran lo que más amaba en este mundo.

La ira de la azabache estalló para igualar la de Jennie, candente e intensa.

—Como dije...—, Jisoo habló, dando un paso hacia Jennie, —No. voy. a. contratar. a. nadie. Eres abogada, Jennie. Tú sabes de estas cosas. No puedes culparme por tratar de igualar el campo de juego.

—¿Así que es un juego?

La pelinaranja prácticamente se burló de las palabras en un desafío enojado, haciéndola estremecerse.

—No tengo que contarte todo—, Jisoo insistió, dando otro paso hacia adelante, —tal vez sea bueno ocultar cosas, ocultártelas para variar. Ese sigue siendo claramente tu camino. Ni siquiera le dijiste a Seulgi que estábamos separadas.

Algo parpadeó en los rasgos de Jennie, doloroso y cauteloso.

—¿Por qué, Jen?—, preguntó Jisoo, la atmósfera se hizo más fina entre ellas, y de repente la azabache se dio cuenta de lo cerca que estaban.

De regreso a ti | JensooWhere stories live. Discover now