taste | 32

924 43 0
                                    

Un hombro para llorar.

A pesar de todo el cansancio producto de la fiesta, decidieron que lo correcto sería que ese mismo domingo en la noche Sihyeon fuera una vez más a casa de Jisung, para poder hablar con relativa tranquilidad sobre aquello que la había tenido hasta temblando en la cocina. Lo habían clasificado como urgente, por más que lo hubieran tenido que aplazar al no poder hablarlo bajo el techo de Hyunjin.

Jisung prácticamente contó las horas hasta que recibió un mensaje de su parte diciéndole que ya estaba frente a su casa, y solo tuvo que abrir la puerta pues había estado esperando en la sala desde que sus padres fueron a dormir. Se la consiguió, aunque guapa como siempre, también luciendo tan frágil como creía solo él sería capaz de verla, quizá Hyunjin y/o algún día Felix. Estaba seguro de que si le dijera a alguien más que la energética y chistosa, atrevida y preciosa Sihyeon podía llegar a verse así, con ojitos como asustados y pulgares jugando entre sí de los nervios, le dirían que era imposible.

—Vamos —dijo a falta de algo más adecuado, haciendo un ademán con su cabeza para indicarle que pasara y, como usualmente, fueran a sentarse en el patio trasero. El otoño comenzaba a traer consigo ciertas brisas frías, por lo que tomó de sobre uno de los sofás de la sala una cómoda y cálida manta que con anterioridad había dejado ahí para que una vez salieran pudieran cubrirse de la casi helada noche. Entonces, se adelantó para abrir la puerta.

—Qué caballero —en voz baja rió un poco, tanto como pudo al momento, y salió para que Jisung pudiera cerrar a sus espaldas.

Ya con las últimas semanas teniendo sus sencillos encuentros nocturnos estaban bastante acostumbrados a los silencios agradables, por lo que ahora sentados sobre los escalones del porche, se permitieron el limitarse a quedarse allí disfrutando de la calma por un tiempo antes de que comenzara lo que sería una pesada conversación.

Por un minuto Sihyeon se preguntó cómo es que al parecer siempre terminaba a su lado cuando necesitaba de alguien que solo la acompañara cuando no se sentía bien, cómo es que aparecía en su casa aquellas noches en lugar de ir a la de su incondicional amigo, pero tampoco se atormentó con ello a falta de una respuesta rápida. No había en realidad respuesta rápida para saber por qué su simple compañía, más allá de un acostón ardiente y discreto, se le hacía tan buena.

—Uhm... —empezó Jisung, a la par que la cubría con la manta simplemente para no tener toda su atención en la conversación por venir, para intentar de hacer de aquello algo un tanto más cómodo o quizá lo más casual posible—, esta mañana... ¿Qué fue lo que pasó? —le preguntó suavemente, viendo entonces su perfil con preocupación. No sabía realmente cómo comenzar apropiadamente con ello, solo sabía que quería ayudarla y no podría hacerlo si ella no le decía qué había pasado.

Esperó unos segundos antes de hablar, tras soltar un cargado suspiro— Alguien nos vio cuando estábamos bailando ayer... Alguien, uhm, malo —hizo una mueca, colocándose un par de mechones de cabello detrás de las orejas con nerviosismo. No necesitó ver a Jisung para saber que la escuchaba incluso cuando su tono era realmente bajo, y solo se enfocó en la oscuridad del patio para no ponerse peor de lo que ya estaba—. Alguien que me hizo daño en el pasado y que, no dudo, puede volver a hacerlo. No sé... Qué tenga que pueda usar en mi contra, pero de repente me llamó para decirme eso, que nos había visto bailando, y supongo que lo tomé como que prácticamente ya sabía todo lo que pasaba entre nosotros dos y estaba listo para decírselo a Jinnie.

—Oh...

—Sí, uh, sé que no parece como que sea la gran cosa... —llevó una mano a su nuca y soltó una risilla sin gracia, un poco apenada por estar haciendo de aquello algo tan exagerado. Mas conocía a San, o por lo menos conocía qué tan desgraciado podía llegar a ser, y era imposible para ella no estar así después de todo—. Pero es que, bueno... Yo... Y él es... ¡Dios! —gruñó tras balbucear al verse falta de palabras, volviéndose a un lado para chocar su frente contra el hombro de Jisung con poca delicadeza, sus sentimientos superándola y obligándola a dejar de lado la poca calma con la que se había estado forzando a hablar.

Taste | Han JisungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora