26. Condiciones

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Tay frunció el ceño, sacudiendo la cabeza, pero New lo ignoró

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Tay frunció el ceño, sacudiendo la cabeza, pero New lo ignoró.

—Newwie, debías leerte el libro —le dijo, suspirando.

—No, no me gustó nada, ¡no tengo por qué leerlo! —contestó New, enfurecido.

—Era para una prueba, además, una de las preguntas era qué te llamó más la atención del libro, podrías haberle mentido —replicó Tay.

—¡No, ella no pidió que mintiéramos, ella dijo que pusiéramos algo que nos gustó, y si no me gustó nada, no tengo por qué inventar! —New cubrió sus oídos con sus manos, sin querer oír más las réplicas de Tay.

Fluke los observó unos segundos antes de rodar los ojos, sonriendo cuando Ohm se sentó a su lado y pasaba un brazo por sus hombros para atraerlo contra él. Gun levantó la mirada de su tarea, sonriéndole a Ohm, que le miró con algo de insistencia.

Pero Gun ignoró aquello, por supuesto.

—Aquí estás —llegó Off hablando y observando a Tay—. Te he estado buscando por todo el colegio.

Tay resopló.

—New no entiende por qué ha tenido que dar el examen —le dijo a Off—. Como el libro no le ha gustado, no lo quiso leer, así que no quiso darlo. Pero la profesora no aceptó sus excusas y le ha calificado con el mínimo. Tampoco entiende su nota, porque él no lo rindió, entonces según él, no tuvo que darle esa calificación.

New tiró la prueba al suelo, rabiando.

—Era un libro aburrido, ¡yo no leo libros aburridos! —Dijo, levantando la voz sin darse cuenta—. La profesora no tuvo que mandar a leer eso, ¡la profesora es una tonta!

—¡New! —regañó Tay.

—Su aliento apesta, es fea y su cabello parece paja —prosiguió New, ignorando a Tay—. Ella...

Gun puso una mano sobre la pierna de New y el chico dejó de hablar, observando los dedos de su amigo. El de cabello castaño le sonrió al de pelo anaranjado, sus ojos dulces y tranquilos, y New soltó un chasquido, cruzándose de brazos.

La escena parecía tener una íntima conexión que llamó la atención de todos.

Fluke sintió una punzada de celos, pero se obligó a controlarlo, abrazando con más fuerza a Ohm.

—Newwie... —volvió a decir Tay—, la próxima vez, si no te gusta el libro, deberías decírmelo —su voz se tornó cariñosa—. Yo puedo leerlo y te lo explico.

New frunció el ceño.

—¿Por qué lo tendrías que leer tú?

Tay sonrió.

—Para ayudarte —el chico parecía dispuesto a replicar, pero Tay continuó—. Anda, Newwie, ¿qué tal si me das un beso?

—No, tu aliento apesta, no te has lavado los dientes...

Muñequito de porcelana - H.A #21Donde viven las historias. Descúbrelo ahora