ʟᴀ ᴅᴀᴍᴀ ᴅᴇ ᴘʟᴀᴛᴀ ➽ 𝑫𝒂𝒆𝒎𝒐𝒏 𝑻𝒂𝒓𝒈𝒂𝒓𝒚𝒆𝒏

Capítulo 3. The rogue prince and the mestiza.

Sin corregir, puede que hayan errores ortográficos. Disculpen<3

«El principe canalla y la mestiza»

⸙

                            La reacción de los nobles y del pueblo era algo que tenía muy nerviosa a la joven desde que el sol había salido, las criadas la ayudaban a ajustar el corset lo más posible, así que retenía la respiración y comenzaba a marearse. Su conversación con el rey la noche anterior la mantuvo despierta gran parte de la noche, todo estaba pasando muy rápido pero debía ser así.

Se puso un vestido del mismo color de sus ojos, bueno, de uno de ellos. Debía lucir prendas dignas para el día de hoy, es un día que quedaría marcado para toda la historia de Westeros. ¡Una heredera mujer! Es una locura para todo aquel que no este dispuesto a un cambio.

—Apresurense, debo ayudar a la princesa—Les dijo con amabilidad.

Tal y como lo había pedido estuvo lista a tiempo, salió de sus aposentos dirección a los de las princesa, solo tuvo que tocar dos veces para que ella le permitiera el paso. Al entrar vió a aliciente terminar de arreglar el cabello de Rhaenyra.

—Disculpen la tardanza—Se acercó a ellas para dejar un beso en la mejilla de Rhaenyra —Te ves hermosa.

—Tú igual—Hizo un intento de sonreír—Ayúdenme a colocarme el vestido.

Ambas ladys obedecieron y vistieron a la princesa en silencio, Alicent la miraba de vez en cuando y ella le devolvía la mirada. La castaña también estaba nerviosa, las tres lo estaban. No imaginaba como se sentía la princesa, tener toda esa responsabilidad encima. Grandes joyas de oro colgaban de las orejas, cabeza, cuello y muñecas de la princesa.

—¿Y si no soy suficiente para ellos?—Dejó saber la primera inseguridad.

Alicent se quedó paralizada sin saber que responder, así que Levana se las ingenió.

—Eres suficiente para todo el reino, Rhaenyra Targaryen, princesa de Dragonstone—Besó su coronilla con cuidado—Serás una gran reina.

—Así es, la primera mujer en el trono de hierro, mis nietos no me creerán cuando les diga que fui amiga de la reina—Bromeó la castaña poniéndose a su otro lado—Te deseo la mejor de las suerte, Rhaenyra.

Frente al espejo se encontraban las tres, viendo sus reflejos y listas para ir al salón del trono. Un nudo se instalo en el estómago de la princesa mientras se aferraba a la mano de sus damas y amigas. Estaba lista, había deseado toda su vida ese momento, ser tomada en cuenta por su padre y el reino. Abandonaron los aposentos de la princesa y emprendieron su camino hacia el reino de hierro. Los pasillos estaban vacíos y ninguna de las tres decía algo, morían de los nervios.

Cuando llegaron a las puertas del salón aún había Lords entrando y ella se despidieron de la princesa para entrar, Levana fue en busca de su familia y Alicent se dirigió a su padre.