Capítulo 6

95 13 41
                                    

TYRONE.

Debo irme, debo escapar antes de que sea tarde y me arrepienta.

Me doy la vuelta cuando ella le dice algo a una de las que están sentadas, al intentar irme tan aprisa, voy chocando con algunas personas que mero en ese momento querían bailar en medio del camino. A mí que no me vengan con la maldita coincidencia.

—¿Te vas tan rápido? —cuestiona una voz femenina detrás de mí.

Detengo mi intento de escape para girarme hacia ella.

Es una rubia bajita que delante de mí parece una adolescente de trece años. Al igual que las demás en el lugar, trae una bata blanca que cubre unos pechos grandes seguramente operados, se nota a leguas.

Trato lo más posible de mirarla a la cara, porque siento que la bata la puede dejar expuesta en cualquier momento. Quisiera esa confianza que ella tiene en la prenda.

—Sí —respondo al fin.

—Que aburrido eres —bufa con burla, se acerca más a mí con una mano en mi pecho—. Ven, te voy a hacer compañía.

Intento protestar en cuanto agarra mi mano con firmeza, pero sin ningún problema pasa entre las personas conmigo detrás como un niño pequeño. Mientras me lleva hacia el fondo, miro a Kaylee que sigue cada movimiento que damos, su actitud se mantiene relajada, me atrevo a decir que parece una reina sentada ahí con todas esas personas a su alrededor.

No, no puedo pensar en ella ahora.

La chica se detiene en un sofá al fondo donde la iluminación es menos que en el centro del bar. Ella suelta mi mano para sentarse primero, me mira con una sonrisa ladina mientras palmea suavemente el mueble para que me siente.

Carraspeo con fuerza antes de hacerlo.

—No des muchas vueltas...

—Sandra —termina por mí—, ¿no te agrada mi compañía?

—No es eso —dejo en claro—. No quiero tardar mucho tiempo aquí.

Hace un sonido con la garganta sin dejar de mirarme con picardía.

Quiero concentrarme en ella lo más posible, pero no me sale hacerlo cuando sé que Kaylee está a unos metros de mí. Estoy teniendo ideas que no quiero tener, porque no las puedo ejecutar.

Vuelvo a centrar mi atención en Sandra cuando se sienta sobre mí a ahorcadas, coloco mi mano en su cintura y ella lleva las suyas a mis hombros.

—Falta algo —susurra contra mi oreja cuando la música sube de tono—, no puedo gemir tu nombre si no me lo has dicho.

Arqueo ambas cejas ante sus palabras, me gusta la seguridad en una mujer, que hable sin rodeos ni miedos, y no sé por qué Kaylee aparece en mi mente.

—Tyrone —contesto en el mismo tono.

Comienza a moverse sobre mí al ritmo de la música lenta que suena, inevitablemente comienzo a tener una erección, porque mi amigo no sabe controlarse, tampoco es que sea asexual.

He intentado dejar esta promiscuidad atrás, claro que no lo he logrado y no me siento orgulloso de admitirlo. Con la gracia del divino Dios no he tenido ningún problema a causa de eso, porque sin importar cuánto sean las ganas, no me acuesto con cualquier mujer con la que me cruce.

Cierro los ojos cuando comienza a dejar pequeños besos en mi cuello, sus manos se escabullen debajo de mi camisa sin permiso y, a pesar de que intentó centrarme en esto, solo puedo ver a Kaylee.

Maldita sea, es más molesto el querer volver a follarla, no debo querer eso, tengo y debo dejar eso atrás y disfrutar mi vida tal como lo he estado haciendo antes de conocerla. No puedo dejar que venga a limitarme en ningún sentido, eso de que no puedo acostarme con otra mujer solo por desear hacerlo con ella, no va conmigo.

La obsesión de KayleeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora