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Aemond no era el tipo de hombre que se dejaba llevar por el alcohol y las mujeres, todo lo contrario a su hermano mayor y heredero al trono. Se podía decir que respecto a ello él tenía la cabeza en la tierra, sabía controlar sus impulsos, pero sabía lo que quería y a lo que iba.
Tenía a prácticamente cientos de doncellas en la corte detrás de él queriendo dejar de lado su título de soltero. Si quería acostarse con una mujer, iba y lo hacía, prácticamente lo recibían de piernas abiertas y no tenía que hacer esfuerzo alguno. Aunque siempre se aseguraba de nunca terminar dentro de ellas, sabían que lo que más codiciaban esas mujeres era un hijo suyo para luego un pretexto de matrimonio.
Él había jurado toda su vida que no tenía que suplicar ni pedir la atención de nadie, mucho menos llegar a odiar a una persona por ello, pero se encontraba en esa situación, con esa detestable Stark.
Había llegado hace meses junto a su padre a la capital. Obligaron a ambos a sentarse juntos en comidas y ocasiones especiales pero cada vez que intentaban entablar una conversación terminaban en una posible guerra entre los dos, ni uno se soportaba.
──── No es que no aprecie tus intentos porque me case con alguien, padre, simplemente escogiste al más insoportable que pudiste. ──── se escuchó la voz de la norteña por todo el cuarto, discutiendo con su progenitor que tenía una mano en su frente, exhausto de la situación.
──── Cuantas veces te lo he dicho, Lyna, Aemond Targaryen es el mejor partido por lejos. ──── el tono del hombre era frío y demandante, pero no producía nada en su hija que tenia sus mismas cualidades al hablar.
──── ¿Incluso que el chico Martell? ──── se cruzó de brazos la mencionada, recordando a ese candidato. ──── su cabello era ondulado, diablos...
──── ¡Lyna! ──── gritó el cabecilla de la familia Stark, poniéndose de pie ya harto de la situación. ──── Tú y el segundo hijo del Rey Viserys están comprometidos, fin de la historia. No quiero oír más quejas.
──── Ni siquiera lo conoces padre. Cada vez que me siento al lado de sus casi dos metros de pura arrogancia me da miradas de desprecio, como si fuera menos. Por si fuera poco, ¡Apesta a dragón! ──── alzó sus brazos con dramatismo ──── Oh, claro. Por si no sabes como huele un dragón es como una combinación entre mierda de cerdo y gaviot--
──── Es suficiente, me importa poco como huela el príncipe. Tu y él mañana se van a casar para al fin terminar con los rumores que lo rodean y tú. ──── apuntó. ──── le darás herederos.
La castaña se quedó en su lugar, guardando silencio por unos momentos antes de abrir su boca nuevamente. ──── Sabes, padre. No habría diferencia si me hubieses nombrado "Mula", para tí vender a tus hijos es lo mismo. ──── se retiró finalmente de la habitación, hecha una furia.
