Cuando Draco conoció a Hermione

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Hasta los de once años, asistí a una escuela privada para niños un poco posh llamada Cranmore. No era Hogwarts, nada de torretas, lagos, ni grandes salones. Pero era un lugar muy académico. Un lugar donde era genial ser el primero de la clase y te respetaban por las buenas notas en lugar de, por ejemplo, ir a divertirte en un set de filmación. Mi abuelo ayudó a financiar mi plaza. Era un académico, y en lugar de ahorrar para un fondo universitario, ayudó a que mis hermanos y yo recibiéramos una educación privada temprana. La idea era nutrirnos en conocimiento mientras éramos jóvenes e impresionables.

Si tengo alguna habilidad académicas, aritmética básica, o la idea de la lectura como algo agradable, deriva completamente de esos años en Cranmore. Sin embargo, cuando mi estancia allí casi había terminado, mi atención comenzaba a divagar. Recuerdo claramente, durante mis últimos meses, que había un período de media hora después del almuerzo en que el maestro a veces nos leía una historia en voz alta. Un día eligió un libro sobre un niño mago que vivía debajo de las escaleras. La verdad es que no hubiera importado mucho lo que estuviera leyendo, yo habría tenido la misma reacción, algo como: no me cuentes historias. ¿Un niño mago? No es lo mío.

A los once me cambié de colegio. Este estaba más cerca de casa y era mucho más realista. Se llamaba Howard de Effingham, y  me enseñó a socializar con cualquiera. Por primera vez, vi a los estudiantes responderle a los maestros, algo prácticamente inaudito en Cranmore. Vi niños fumando en las instalaciones de la escuela y niñas siendo enviadas a casa porque sus faldas eran demasiado cortas. Por supuesto, no tenía idea de lo que me deparaba el futuro, pero hasta el día de hoy creo que mi vida podría haber sido muy diferente si no hubiera cambiado de escuela. Las escuelas privadas y los escenarios de filmación son entornos fuera de lo común. . Howard de Effingham me dio una buena dosis de normalidad.

No es que la transición fuera fácil. Durante la primera semana, todos teníamos que usar el uniforme del colegio del que acabábamos de llegar. Esto significaba que la mayoría de los niños vestían el mismo atuendo: una camiseta y un par de pantalones cortos. Para mí en cambio significaba una gorra granate, un blazer y calcetines hasta las rodillas. En resumen, significaba parecer estúpido, y no fui el único que lo pensó. No fue una llegada sencilla, pero al mirar atrás, fue un buen cambio. Crecí pensando que la manera de desenvolverme en el mundo era siendo una caja de cerebro. Empezaba a aprender que una habilidad mucho más importante y efectiva es la capacidad de comunicarme con personas de todos los ámbitos de la vida. Estudiar en un ambiente más normal me ayudó mucho con eso.

Hasta ese momento me salía con la mía siendo un niño descarado. De hecho, me salí con la mía: me consiguió papeles en el cine. Sin embargo, llega un punto, cuando entras en la adolescencia, en que el descaro se convierte en otra cosa. Me convertí un poco en un grano en el culo. Un poco cani. No me malinterpretéis, yo vivía en una parte agradable de Surrey y, para los canis, era bastante elegante. Pero yo hacía todo lo posible para encajar en mi nuevo entorno: me esforzaba en ser ordinario.

Y yo era normal. Claro, tenía un poco de experiencia en la actuación. Había hecho algunos anuncios y un par de películas. Pero a nadie le importaba eso. Mis nuevos amigos estaban mucho más interesados ​​en hacer skate, la pirotecnia amateur y el compartir un cigarrillo detrás de los cobertizos de las bicicletas. No creo que me importara mucho el cine. Era una hobby divertido, pero sin más. Y no tenía ninguna intención de que la actuación se convirtiera en algo más serio. Si nunca volvía a aparecer en otra película, me habría dado igual.

Lo cual seguramente pasaría. Empezaba a desarrollar una ligera arrogancia. Y nadie querría darle un papel a un niño así de insolente, ¿verdad?

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No tenía ni idea, cuando mis agentes me pidieron por primera vez que hiciera una audición para una película llamada Harry Potter y la piedra filosofal, que sería diferente en términos de escala a los trabajos que había hecho anteriormente. En mi mente, era otro Borrowers: una película de presupuesto relativamente alto con muchos niños y, si jugaba bien mis cartas, un papel para mí. ¿Pero si no conseguía un papel? Qué se le va a hacer. Tampoco era el fin del mundo.

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⏰ Last updated: Jun 16, 2023 ⏰

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Tras la varita | FeltsonWhere stories live. Discover now