✿ Capítulo 21 ✿

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Luis

Después de revisar el mensaje de texto de Diana, procedí a llamarla de inmediato. Tenía que zanjar este tema de una vez y averiguar si mis peores temores eran ciertos. Después de digitar su número, el sonido de llamado no se escuchaba, al contrario, me dirigía directamente al buzón de voz.

El mensaje que se podía escuchar en la casilla de voz era increíble:

‹‹Sé que te mueres por contactarme. Y como te conozco más que a la palma de mi mano, en estos momentos estoy inubicable. Así que pues, mi adorado Lucho, esta noche nos encontraremos a las 10 pm como hemos quedado, no sin antes tenerte preparada una sorpresita››.

¡Hija de puta! ¿Qué mierda era lo que tramaba?

La llamé tres veces más, pero sin éxito alguno. Decidí no insistir.

Resolví olvidar ese asunto y tratar de concentrarme en la audición que tenía, pero tenía la cabeza hecha un manojo de nervios. Toda la tranquilidad que había obtenido durante las horas que había estado con Margarita se había esfumado del todo. Solo una angustia apretaba mi pecho a medida que transcurrían los minutos y mi encuentro con Diana estaba cada vez más cerca.

Después de ir a mi casa y hacerle saber a mi madre sobre el casting, me cambié de ropa y me dirigí al vídeo pub El Gato Azul, donde tenía la audición prevista. Ahí me reencontré con el hermano de Pablo, Eduardo.

—¿Nervioso? —me preguntó.

Yo estaba sentado en una silla junto con otros participantes de la audición. Un joven con el pelo desgarbado y vestido de negro acababa de salir de la habitación donde había pasado la prueba con los evaluadores. Eduardo salió detrás de él y anunció un descanso de cinco minutos. Me saludó efusivo y se sentó a mi lado.

—Un poco. Nunca he participado en una cosa de estas —le dije luego de soltar una bocanada de un cigarro que estaba fumando para calmar mi inquietud.

—Si eres tan bueno cantando, como dice mi hermano, no creo que tengas problema alguno. Tranquilo. Solo sé tú mismo —señaló dándome una palmada en el hombro y una sonrisa de ánimo.

Me reveló que él, junto a tres socios de su empresa, eran los encargados de la evaluación de la audición y que la competencia estaba muy reñida, ya que había muy buen nivel entre los aspirantes a cantante que se habían presentado.

—Eres el siguiente, Lucho. ¡Suerte! —me animó para luego dirigirse a la habitación de la que había salido.

—¡Gracias!

Apagué el cigarro que tenía y lo eché a un bote de basura.

Respiré y exhalé profundo tratando de calmar las hormigas que me invadían en el estómago. De pronto, tuve unas ganas locas de salir corriendo de ahí y mandar al diablo lo que tenía delante. ¡Estaba hecho un total manojo de nervios! ¡Mierda!

Tantas eran mis preocupaciones por el tema de Margarita y de Diana, y las inseguridades que me invadían, que no me podía concentrar en lo que tenía que hacer. Y esto se reflejó en mi audición, ya que no me fue tan bien como yo esperaba.

Tuve que cantar dos canciones ochenteras junto con el grupo musical al que iba acompañar. Una era Persiana Americana de Soda Stereo, un grupo argentino muy famoso por esa década. La otra canción era El Baile de los que sobran de Los Prisioneros, un grupo chileno de rock.

Después de darme cuenta de que mi actuación había sido muy inferior a la que yo esperaba —¡Malditos nervios e inseguridades!— y verlo reflejado en las miradas de desaprobación de mis evaluadores, pude ver la luz al final del túnel. Cuando ya daba mi oportunidad por perdida, la última canción que me tocaba entonar era una de Hombres G, Te quiero. Y aquí decidí jugar todas mis fichas.

Decídete, Margarita [Saga Margarita 1] ✓ - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora