Había una vez una vieja profecía, una que decía que un guerrero con los poderes de un Fénix estaba destinado a proteger a Narnia de cualquier daño que pudiera surgir en su camino.
La mayoría ha renunciado a esta profecía y los pocos que aún creían e...
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PETER
"¡Despierta!" Una voz femenina me despierta.
Aturdido y sin pensar bien, simplemente asumo que probablemente era Susan. Aunque, después de tomarse un momento para pensarlo, no sonaba como ella en absoluto.
Gimo, poniéndome de lado, "Cinco minutos más".
Lo siguiente que sé es que me tiran de la hamaca al suelo duro.
"¡Oye!" Grito, mirando hacia arriba solo para ver a la Arquera de pie sobre mí.
"¿Qué está pasando?" pregunta Edmund, ahora tan despierto como él, se frota los ojos para quitarse el sueño.
"Tienes tres minutos para prepararte". Ella ordena, su mirada me hace moverme incómodamente. "Si no estás afuera para entonces, vendré aquí y te sacaré a rastras. Podrías estar desnudo por lo que a mí respecta, me aseguraré de que estés afuera. ¿Lo entiendes?"
Luego se vuelve hacia Edmund: "En cuanto a ti, Oreius estará contigo en breve".
Nerissa se dirige a la salida, pero se detiene justo antes de llegar y se gira para mirarme.
"¿Y bien?" Ella levanta una ceja, "¿Qué estás esperando? ¿Tres minutos son demasiado tiempo para ti?"
"N-no, por supuesto que no." Tartamudeo mientras me pongo de pie.
La Arquera pone los ojos en blanco antes de salir de nuestra tienda.
Edmund se ríe tan pronto como ella se va, mirándome con una sonrisa descarada.
"Buena suerte hermano." Él se burla.
Rápidamente me visto con tiempo de sobra cuando termino.
Me inunda una sensación de logro por lograr prepararme dentro del marco de tiempo.
Me dirijo a la salida con una sonrisa en mi rostro, antes de hacer una pausa, sintiendo que me faltaba algo.
Pienso largo y tendido, pero no demasiado, por supuesto, sobre lo que me estoy perdiendo antes de que finalmente me golpee; mi espada.
Maldiciendo por lo bajo, giré sobre mis talones y comencé mi búsqueda de mi espada.
Seguramente, no podré entrenar sin mi espada.
"Edmund, ¿has visto mi espada?" cuestioné mientras continuaba buscando, volteando prendas de ropa esparcidas por el piso de la habitación.
Edmund simplemente se ríe para sí mismo mientras lo fulmino con la mirada.
"Lo juro por Dios, Edmund. Si lo estás escondiendo en alguna parte-"
Edmund me interrumpe. "¡No lo tomé! Es divertido verte así, eso es todo". Él se ríe.
