Cᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ²⁰ : Dᴇsᴄᴇɴsᴏ.

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La confesión de Touya te tomó completamente por sorpresa.

Fue tan inesperado que no supiste qué decirle.

Después de ese día, su relación se cortó abruptamente ante tu silencio. Él te mostró su lado más frágil y vulnerable y tú solo te quedaste callada, observandolo con sorpresa.

No querías lastimarlo, de ninguna forma. Claro que le tenias cierto aprecio, pero no sabías si solamente era cariño o de verdad, lo querías como él lo hacía contigo.

Quizás ese tiempo distanciados te ayudo a comprender que lo más probable es que podías corresponderle.

Si bien en un principio, Touya fue grosero y algo problemático, con el tiempo, logró hacer que sintieras cariño y empatía por él.

Intentaste encontrartelo durante las clases, pero no lograbas hacerlo. Sus compañeros te decían que no había asistido a clases desde hace varios días y no pudiste evitar sentirte preocupada.

Pensaste más de una vez en ir a su casa a buscarlo, pero tu madre ponía tus pies sobre la tierra.

Le mandaste algunos mensajes de texto, los cuales no respondió y eso te preocupó más, incluso pensaste que le había pasado algo.

La angustia era tormentosa.

Intentaste llamarlo, sin ningún éxito.

Llegó un punto crítico donde la preocupación no te dejaba dormir, ni siquiera podías vivir tranquilamente.

Era como si después de Touya Todoroki, no hubiera nada.

Como un remolino que azotaba con todo y te dejaba sobre el aire y sin nada.

Durante la noche, la ciudad brillaba con las luces de los negocios y del alumbrado público. Tu madre se fue al trabajo, como era usual. Te dejó sola en su departamento con unos cuantos billetes de veinte yenes y algo de comida en el refrigerador.

Te pusiste a estudiar un poco para que tu mente se ocupará ya que sin nada que hacer, tu cabeza comenzaba a divagar y a angustiar a tu corazón desolado.

Era viernes. A las nueve de la noche, paraste de tus labores escolares para ir a cenar algo y ver un capítulo de tu programa de televisión favorito.
Pusiste en el microondas un plato con unos onigiris y luego apretaste los botones. Te serviste jugo de naranja en vaso, le diste un sorbo luego un golpeteo en la puerta te hizo dar un brinco del susto.

Casi derramas el líquido sobre tu ropa. Dejaste el vaso en la barra de la cocina y te dirigiste a la puerta.

— ¿Quién es? — cuestionaste, pegando la oreja a la puerta.

— Soy yo.

La débil y casi inaudible voz de Touya fue como la gasolina para tu motor. Tu cuerpo se movió por sí solo con una rapidez impresionante y abriste la puerta.

Sus ojos se encontraron.

La apariencia de Touya sólo te hizo angustiar más. Su ropa estaba sucia y olía a quemado, las cicatrices de quemadura se veían más recientes y de su pequeño cuerpo, salía un humo negro.

Sus ojos, sus preciosos zafiros brillaban con dolor y reflejaban la tristeza de sus lágrimas.

— ¿Puedo…puedo pasar?

Su voz se escuchaba vulnerable. Unas grandes ganas de abrazarlo te invadieron con fuerza, pero te detuviste antes y le diste acceso a tu casa.

Entró a tu casa, dejando sus zapatos en la entrada y tú cerraste la puerta detrás de él.

— Touya — lo llamaste y escuchaste un pequeño sollozo. Fue tan diminuto que casi no lo escuchas.

Te acercaste a él con cuidado, dejaste tu mano sobre su espalda con delicadeza como si fuera de cristal. Touya tembló y se abrazó así mismo.

Incluso si no me amas; DabiWhere stories live. Discover now