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Después de una aparente cita, ¿qué más podía esperar de Marcos? ¿Alguna idea? Me había hecho muchas, la verdad, pero ninguna se asemejó a lo que sucedió en realidad

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Después de una aparente cita, ¿qué más podía esperar de Marcos? ¿Alguna idea? Me había hecho muchas, la verdad, pero ninguna se asemejó a lo que sucedió en realidad.

Para ser sincero había imaginado alguna trampa, no sé, juegos pesados o que se presentara con alguno de los gorilas que tiene por amigos, lo de siempre. Pero no fue así y pensándolo mejor, fue un poco absurdo creer eso. Tal vez sí estaba demasiado paranoico como para pensar con claridad, así que por primera vez le daba la razón en algo a Sol, exagero un poco.

En cambio, para bien o para mal, sí ocurrió algo de verdad descabellado y que jamás se me hubiese pasado por la cabeza. Claro está, me inclinaba más por la primera opción y eso me encantaba, pero para un par de ojos grises no fue más que una pesadilla.

—Andrés... —me susurró Fernando a mi lado, sin despegar la mirada del profesor frente a nosotros— ¿Hay que estés omitiendo contar?

—¿Algo como qué? —indagué sintiéndome nervioso.

—No sé, tal vez... —titubeó sarcástico mirándome con cierto reproche molesto— algo que explique la presencia de ese animal aquí, en esta clase, a tu lado, sonriéndote como idiota.

—¿Saben que puedo escucharlos? Solo comento, nada más —replicó con gracia—. Y mi nombre es Marcos, no animal, para la próxima.

Sí, ese era el evento insólito, Marcos se había metido en nuestra clase aún sin ser parte de su pensum o por lo menos, estar entre las opciones del abanico de electivas, como fue nuestro caso. No supe como lo logró, solo sé que tuvo la suerte de toparse con un profesor que no prestaba demasiada atención a quienes asisten a sus clases, por ende, no se le hizo raro que llegara un estudiante «nuevo» pasado medio semestre.

—Tampoco estoy hablando contigo, sapo —le contestó con amargura.

—Pero no de tu charco —se burló Marcos.

—Dios, parecen un par niñitos de primaria —me quejé, bufando.

Ambos estaban sentados a mi lado, Fernando del lado derecho y Marcos en el izquierdo, siendo yo el pobre muro que separaba dos bestias que querían matarse uno al otro. ¿Qué tanto podía hacer? Le había dado la oportunidad de oro a Marcos para demostrar que iba en serio, y eso para él era el permiso que necesitaba para acercarse a mí con más libertad.

Claro, solo a él se le ocurre meterse en clases que no le servirán solo para estar conmigo, molestar a Fernando era opcional e inevitable. Eso sí, agradecía que fuese esa la elegida y no cualquier otra asignatura, dado que habría mas posibilidades de toparnos a la salida con Emma y ese sí sería un desastre. No quería confesar lo que sucedía tan pronto, era como aceptar algún tipo de relación con Marcos y eso sería muy apresurado, aún estaba en periodo de prueba.

—Lo siento, pulguita —dijo Marcos, acariciando mi mano sobre el pupitre—, alguien no sabe controlar su temperamento.

—Quién habla de temperamento, hipócrita —expresó Fernando con una suave risa sarcástica—. Y quita tus sucias manos de él, estamos en clases por si no lo notaste.

🏀Derritiéndome por ti🏀(+18)✅Where stories live. Discover now