El último de su especie [omegaverse TR][HIATUS]

1. En el bosque

Chifuyu bajó del vagón del tren cargado con dos maletas a sus costados.

El viaje había sido largo, exactamente llevaba cinco horas de incomodidad debido a los anticuados asientos. Gracias a ello sentía la espalda baja, el trasero y las piernas agarrotadas. Suspiro cansado, se suponía que dar un viaje lo ayudaría a sobrellevar el estrés que le había generado la universidad pero parecía ser que su travesía comenzaría con el pie izquierdo. Para su mala suerte ni siquiera le habían ofrecido algún aperitivo para aguantar el trayecto, dios... estaba muerto de hambre. Se detuvo exhausto en uno de los asientos de la estación mientras miraba el mapa que le había otorgado al empezar el viaje. Según veía todavía le faltaba mucho por recorrer para llegar a su destino.

De mala gana caminó por las calles del pueblo rumbo a la estación de buses, ahí debía esperar media hora para subir al único autobús que se dirigía hacia el pueblo escondido en las montañas, llamado Musoki. Jamás había estado en ese lugar pero tenía vagos recuerdos de su difunto abuelo hablando acerca del sitio. A su abuelo le gustaba vivir ahí a pesar de ser un pueblo de escasos habitantes, ya que éste tenía la mala fama de estar maldito.

Debía admitir que cuando era pequeño esos cuentos de Musoki lo aterraban mucho, pero ahora ya siendo casi un adulto entendía que aquellos relatos solo eran inventos de la gente. Rió pensando que temía más a ser interceptado por una mafia que encontrase con un estúpido espectro.

Otra vez el recorrido fue extenso, tanto así que no se dió cuenta cuando cayó dormido y sólo despertó una vez el mismo chófer llamó su atención desde el asiento piloto. Habían llegado y el bus no tenía a ningún otro pasajeros. —¿De verdad nadie vivía aquí?— se preguntó asombrado. Una vez bajó del autobús éste echó a correr como si hubiera visto al mismo diablo en el retrovisor. —¿Pero qué mierda les pasaba a todos?— Chifuyu no podía creer que un simple pueblo fuera el causante de tanto miedo a la gente.

No muy lejos logró divisar unas cuantas casas de campo antiguas, rodeadas de vegetación. Al menos ver tanto verde en comparación a las tonalidades grises de la ciudad le pareció una vista bastante atractiva. Ya casi estaba atardeciendo pero para su agrado pudo ver a unos cuantos pueblerinos de avanzada edad compartiendo fuera de sus hogares. Se alegró al cerciorarse de que no estaba tan deshabitado como decían los lugareños.

Continuó su camino, sus pasos lo llevaron hasta casi el final del recorrido, donde solo se podían ver árboles y una densa vegetación. Eran los pies de una montaña y la entrada hacia un denso bosque. No había nada ahí, algo debía estar mal en las indicaciones que le había dado su madre —¿Dónde rayos se encontraba la puta casa?— comenzó a entrar en desesperación pues lo que menos deseaba era estar perdido ahora que estaba anocheciendo.

Afortunadamente sus súplicas fueron escuchadas por alguna divinidad porque justo detrás de él apareció una anciana de aspecto gentil que decía conocer el camino. Chifuyu no la conocía pero ella sí sabía sobre él y su madre. Ella confesó ser vecina y amiga de su abuelo de muchos años. Mientras la escuchaba hablar Chifuyu se sintió tan agradecido de al menos tener una persona con la que podría familiarizarse en su estadía.

La señora lo guío con una linterna por un camino de tierra ligeramente empinado, rodeado de más y más árboles. Encontrándose finalmente donde se hallaba su destino; el rubio estaba sorprendido de lo bien escondida que se encontraba la casa. Aquella vivienda era enorme, contaba con un extenso terreno verdoso junto a un riachuelo en un costado.

Afortunadamente por fuera parecía estar en buenas condiciones. Chifuyu se sintió un poco arrepentido de haberse negado en su infancia a las invitaciones que su abuelo le proponía durante los veranos, pues esa casa era increíble. Meditándolo bien, no entendía porque su madre detestaba tanto ese lugar, tampoco ella le autorizaba visitar el sitio porque según su madre él se comportaba mal y no quería darle problemas a su abuelo.