Capítulo 31

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El Miércoles había terminado hacía un par de horas y Morgja seguía sin ser capaz de pegar ojo, cada vez que conseguía dormir el dolor lo despertaba y en ese momento estaba mirando al techo de su habitación sin un objetivo concreto. Tras un rato, se puso en pie con un gruñido de dolor y se fue a recepción. La sala estaba vacía y con las luces apagadas, lo que extrañó al chico por la posibilidad de que llegara un viajero en medio de la noche y no fuera atendido. A continuación, Morgja trató de entrar en la taberna, pero la puerta estaba cerrada, lo que finalmente lo obligó a abandonar el edificio.

Nada más salir vio que las luces de la tienda de Reginleo todavía estaban encendidas, esto lo impulsó a ir a comprobar si había ocurrido algo. A simple vista no había nadie atendiendo la tienda, Morgja comenzó a pasear por los pasillos buscando a la persona que estuviera de encargada en ese momento o algún rastro de lucha o ataque, pero todo estaba en su sitio, excepto el dependiente.

Morgja escuchó un ruido que provenía de una puerta ubicada a la derecha detrás del mostrador; el chico se acercó con precaución y sin hacer ruido con la intención de atacar por sorpresa a lo que fuera que estaba haciendo ese escándalo, pero, en el momento en el que agarró el pomo de la puerta y comenzó a girarlo con cuidado, consiguió distinguir el sonido, y se detuvo para ir directo al mostrador y tocar un pequeño timbre,

De nuevo, se escuchó un ruido fuerte desde detrás de la puerta, y enseguida Jachell salió de la puerta despeinada y mal vestida. La chica trataba de colocarse bien la ropa mientras se acercaba al mostrador jadeante y con una sonrisa fingida.

—Mo-Morgja ¿Qué haces aquí? Estamos cerrados ahora mismo —preguntó la chica, tratando de mantener las apariencias, a pesar de que aún no estaba muy acicalada.

—Me extrañó que las luces estuvieran encendidas a esta hora, ni siquiera la taberna está abierta —contestó el chico, al mismo tiempo que sonreía como si no supiera nada.

—Estaba...Haciendo inventario, se me olvidó antes de cerrar así que vine enseguida y al final se me ha hecho un poco tarde —mintió la chica—. ¿Puedes irte para poder seguir con mi trabajo?

—Déjame ayudarte, ya es muy tarde y seguro que quieres irte a casa.

—¡No! —gritó la chica por impulso—. Quiero decir, no quiero hacerte eso, seguro que tú también estás cansado, además, no quiero imaginar qué me haría Reginleo si te dejara entrar a la despensa.

—No te preocupes, para empezar he salido de la posada porque no era capaz de dormir, por otra parte, no creo que haya problema con Reginleo, después de todo no parece que le importe mucho que traigas —dijo antes de ponerse a pensar durante un breve momento—... Creo que me voy a arriesgar y decir, hombres para satisfacer tus necesidades —comentó agarrando la muñeca de la chica mientras mantenía la sonrisa.

—Suél-suéltame o gritaré —amenazó la chica, haciendo fuerza para tratar de librarse del agarre de Morgja.

—¿En serio? ¿Vas a gritar? ¿Y luego qué?

—Ve-vendrán a ayudarme —respondió sin confianza en lo que estaba diciendo.

Morgja soltó a la chica y comenzó a reír como si lo que había dicho Jachell hubiera sido un chiste. El chico comenzó a caminar hacia la estantería en la que la dependienta colocaba los libros y cogió uno con la portada roja, a continuación lo abrió por la mitad como si supiera perfectamente lo que estaba buscando en él.

—Has leído muchos libros —comentó, volviendo a acercarse al mostrador para enseñarle la página que había seleccionado. En la página que le había mostrado, el villano había acorralado a una amiga del protagonista, y en el momento en el que la chica afirmaba que sus amigos irían a salvarla el villano hacía mofa de la situación mediante la comparación de sus amigos con hormigas—. Personalmente no me referiría a la gente de Maran como hormigas, pueden llegar a ser muy peligrosas cuando menos te lo esperas, en fin, lo que quiero decir es que no creo que este pueblo supusiera un problema si quisiera arrasar con él, en el caso de que no quisiera ni mataros con mis propias manos literalmente tiene monstruos rodeándolo, si tiro una pequeña parte del muro abajo saldrán todos y crearán el caos —explicó, helando la sangre de la chica.

El Protector de MaranDonde viven las historias. Descúbrelo ahora