Into your arms.

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𝑶𝒏𝒆 𝑺𝒉𝒐𝒕 • 𝑨𝒊𝒅𝒂𝒏 𝑮𝒂𝒍𝒍𝒂𝒈𝒉𝒆𝒓.

Me era menos preocupación verlo en tal estado, pero aún así, no me gustaba ver lo débil que se ponía cada vez al tomar su tratamiento, los cuales a veces pienso que ya no hacen tanto efecto.

Él sigue igual, o mas bien peor.

Pero aún así, se veía feliz, era feliz.

--- ¿Sabes? Desde pequeña siempre quería una muñeca coleccionable de los años ochenta, pero nunca pude tenerla. ---- una conversación surgió de la nada. Él me miró como si fuera el más maravilloso tesoro de la tierra.

--- Noo, pobre _______. De seguro la tendrás pronto. --- aunque se notaba débil, esa sonrisa cansada en sus labios se notaba. Pero lo que más me tranquilizaba, era que se veía con la más sincera del mundo.

--- ¿Y tú? ¿Qué fue lo que siempre quisiste tener pero no pudiste? --- lo volteé a ver sentada en una silla al lado de su camilla.

--- Humm... Ahora no recuerdo, pero todo lo que tenía que ver con Batman me encantaba, y me encanta aún por cierto. ¿Recuerdas? Siempre jugábamos con tus muñecas y mis figuras de Batman. En ese tiempo sí que era feliz. ---- una sonrisa de nostalgia se cruzó por sus labios. Aquello me dió sentimiento, así que sonreí al recordar esos viejos y buenos momentos.

--- También recuerdo en la secundaria te gustaba las figuras y siempre las coleccionabas. Dios, cómo no recordar la sonrisa cuando te regalé el funko de Batman y el póster también. ---- ambos reímos, él aunque se esforzó, una tos seca salió en lugar del lindo sonido de su risa.

Cuando se calmó, habló --- Pero ahora somos unos viejos de treinta años --- asentí dándole la razón.

--- Aunque no creo que tener treinta te vuelva tan viejo, ¿o sí?

---- Probablemente no. Pero tú ya entendiste lo que quise decir  --- ambos comenzamos a reír ---. Wow, te falta toda una vida por delante, _______. Me alegro por eso.

Aunque una ola de tristeza invadió, un sonrisa sin ánimos la disfrazó.

Él lo sabía. Él sabía que pronto pasaría.

--- Aidan, no hace falta que digas eso. Tú también tienes otra vida por delante. ---- tomé sus manos en forma de consuelo.

---- No hace falta que sigas diciendo eso. Pronto me iré, hay que aceptarlo _______ ---- sus suaves dedos acariciaron mis manos ----. Hoy me quedaré otra noche en el hospital, ¿desea acompañarme bella dama?

--- ¿Cómo no caballero? --- le seguí el juego.

---- Aidan. Ya te tocan tus medicinas. --- una enfermera entró a la habitación con un carrito lleno de puras medicinas, todas eran las cuales Aidan había tenido que tomar en un mes.

Sí, estaba de mal en peor.

Cuando el procedimiento de siempre terminó, la enfermera se fue dando las buenas noches. Entonces él se giró hacia mí y me sonrió.

---- ¿Me acompañas aquí o te quedarás en esa incómoda, dura y horrible mueble? ---- dramatizó.

---- Eso se escuchó muy exagerado. Pero supongo que está bien. ---- acepté, él me guardó un puesto al lado de él, me acosté con delicadeza para no hacerle daño, y aunque era un poco tedioso por los cables, la camilla en sí era cómoda y más con la compañía de Aidan conmigo.

---- Buenas noches Aidan. ---- sonreí entre sus brazos. Y tan pronto caí en brazos de Morfeo, sin embargo, escuché algo más...

---- Te quiero mucho _______. No olvides lo importante que fuiste para mí. --- sentí que dió un leve beso en la cabeza, se acomodó mejor y así pasó la noche.

En un ambiente un poco particular, sin embargo. Me parecía perfecto, siempre lo era con él a mi lado.

...

El sonido de la lluvia me hizo despertar, aunque era relajante y cómodo, el olor a humedad entró en mis fosas nasales y el aire estaba en una calefacción adecuada. Este ambiente era lo máximo.

---- Buenos días Aidan ---- bostezé. Siempre se despertaba primero que yo las alarmas de sus medicamentos, sin embargo, estas seguían sonando y Aidan ni siquiera se movía ---. Aidan, tus alarmas suenan, ¿por qué no las apagaste? --- ya por fin al voltearlo a ver, sus ojos estaban cerrados, su rostro estaba neutro, aunque sus labios eran morados.

Aún así, me seguía abrazando, yo seguía estando en sus brazos.

El electrocardiograma no seguía, se había quedado paralizado de la nada. Con pánico me levanté, apagué sus alarmas para no entrar tan rápido en estrés. El electrocardiograma no funcionaba, una sola raya aparecía, no sonaban sus latidos, él no se movía. Todo estaba en un silencio.

El ambiente ahora era lleno de tristeza, la lluvia parecía querer aparecer en el momento, el frío me hacía querer abrazarlo y decirle esos buenos días. Pero ya no se movía.

Entonces entendí que él había muerto, mientras yo sentía el perfecto tacto de su piel entre sus brazos.


𝐎𝐧𝐞 𝐬𝐡𝐨𝐭.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora