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'Esta es T/N L/N, se quedará por aquí por un tiempo, así que ignora sus extrañas travesuras' Lester se encogió de hombros, moviendo su mondadientes entre sus dedos. Vincent asintió vacilante y siguió haciendo pequeñas miradas a un lado.
Tarareaste, repasando el recuerdo. ¿Dejaste una mala primera impresión? ¿Estaba mal tu postura? La pregunta corrió por tu mente, tratando de conectar los puntos de por qué Vincent estaba siendo distante. Desde que llegaste, su comportamiento cambió.
Por ejemplo, si entraste en la habitación, poco después él se fue corriendo o si intentaste entablar una conversación, fingiría que no existías.
"¡Esta roto!" Escuchaste a Vincent y Bo discutiendo en la cocina. Bajaste lentamente las escaleras. "Y te dije que no rompí la maldita cosa. Muévete del camino, fenómeno" Bo gimió, empujando el hombro de Vincent.
Lentamente entraste a la cocina, tu voz salió en un pequeño pío. "Lo siento, esa fui yo" Tu corazón se hundió al ver la pequeña escultura de cera que un pegamento llenó una grieta en el medio.
Vincent se congeló cuando tu voz llegó a sus oídos. "¡Fue un accidente! Solo lo estaba mirando. Es muy bonito" Lloraste con los brazos alrededor durante la frenética disculpa.
Aunque no iba a salvarte de tu castigo, trataste de darle una sonrisa de disculpa. Vincent gimió, su tono más bajo que antes. Salió de la cocina sin otro sonido.
Te mordiste el labio. "¿Me equivoqué?" Tu corazón cayó mientras mirabas a Bo. Bo solo se rió de la expresión incómoda en tu rostro.
O tal vez fue ese encuentro lo que hizo que Vincent te molestara. Podrías haber jurado que las 20 veces (alguien definitivamente lleva la cuenta) que te disculpaste te sacaron del apuro. Pasaste tu tiempo suspirando por él, cayendo más profundamente en la mezcla de emociones.
Aunque probablemente nunca pensó en ti, especialmente en la forma en que piensas en él, tu corazón siempre se aceleró cuando lo viste. Las sorprendentes curvas que construyó en su escultura agregaron más a su admiración.
Suspiraste, caminando dentro de la casa. Las tablas del suelo se movieron bajo tu peso. Pequeños crujidos y conversaciones ahogadas venían del piso de arriba. Probablemente era Bo monologando de nuevo, contuviste una risa.
Subiste sigilosamente las escaleras, haciendo todo lo posible por esquivar todas las tablas que crujían. Caminaste por el pasillo, al darte cuenta del sonido proveniente de tu habitación te sorprendió. Arqueaste las cejas, poniendo un oído en la delgada puerta.
