Capítulo XXXII

372 46 1
                                    

Martes 09 de Marzo de 1986

Liv Buckley

La alarma de mi reloj suena, sin embargo, yo ya me había despertado desde hace un par de horas; anoche no dormí nada. Mi consciencia no me lo permitía, al cerrar los ojos, la culpa de mis mentiras me venía en la imagen de Eddie a mi cabeza.

Particularmente, parece que el clima se puso de acuerdo con mi estado de ánimo, pues las gigantescas nubes a punto de estallar amenazan con llover.

Billy pasará por mí para irnos a la escuela, pese a que le rogué de mil maneras que Steve estaba más que complacido por llevarnos a mi hermana y a mí, terminó por hacer lo que él en un inicio quería; y hablando de Steve, ayer habló con Eddie, me dijo lo mal que se veía y lo necio que era al no querer escucharme, y de verdad no lo culpo, lo que hice estuvo mal, y de nuevo, hoy intentaré que me perdone, así tenga que hacer lo imposible, quiero que escuche lo que tengo por decir.

     Me levanto de la cama y voy directo al baño; hace frío, sin embargo, los pensamientos del día anterior que me taladran la cabeza me hacen inmune a la piel de gallina de mi cuerpo. Al regresar a mi habitación, me pongo un par de jeans, una camiseta a rayas rojo con blanco y mis Converse negro, cubro la mitad de mi cuerpo con un suéter de lana azul cielo que mamá me compró en una tienda de segunda mano y rara vez uso, el clima de hoy lo amerita; me ato el cabello en una coleta alta y con maquillaje mejoro mi demacrado aspecto para no hacerlo notoriamente obvio ante los ojos de los que me miren.

Al bajar a desayunar, me doy cuenta de que es demasiado pronto; mamá apenas está comenzando a cortar la fruta de la mañana en cubos, la cafetera ni siquiera está cerca de hervir, y el sol no planea salir hoy.

-¿Qué te tiró de la cama?- pregunta mi mamá al verme llegar al comedor.

-No pude dormir- respondo.

-¿Por qué?- me mira con preocupación haciendo más despacio sus movimientos letales con el cuchillo que la abuela le regaló en un lujoso set la navidad pasada.

-Billy regresó...- suelto. Mamá arruga su frente y resopla.

-Creí que ya no estaban juntos.

-Al parecer todos lo creían... Eddie ni siquiera lo sabía- recargo mi mentón en ambas palmas de mis manos y evito a toda costa la mirada compasiva que mi madre me está dedicando.

-Cariño...- me acaricia la cabeza. -¿Por qué no se lo dijiste?

-Por idiota, mamá, por eso...- oculto mi rostro en el interior de mis manos luchando con todas mis fuerzas por no romper en llanto justo antes de ir a la escuela. -Estaba esperando el momento adecuado para decirle toda la verdad, pero Billy me ganó y todo se fue a la mierda...

-Pero, ¿Aún quieres estar con él?- Eso mismo me he cuestionado yo desde la mañana de ayer.

-No lo sé... Quiero a Eddie, quiero estar con el más que nada en el mundo, y daría lo que fuera porque Billy tomara su auto y regresara a California para no volver en un buen tiempo, y sé que suena cruel, pero tampoco quiero hacerle daño a él... siempre ha estado para mí.- La verdad es que sí me dieran a elegir, me apuñalaría a mí misma con tal de no lastimar a ninguno de los dos; mi intención siempre fue protegerlos, que lo haya ejecutado pésimo, fue mi culpa.

-Lo que hiciste no estuvo bien, pero estoy segura de que no lo hiciste con mala fe... solo, explica tal cual es la verdad, no trates de disfrazar nada porque se hará más complicado. Di la pura verdad, hablando se entienden las personas, mi amor.- asiento levemente a su caricia en mi mejilla y cuando ambas escuchamos que papá está por entrar a la cocina, yo disimulo mis lágrimas y ella sigue cortando fruta.

𝕭𝖔𝖗𝖓 𝖎𝖓 𝕳𝖊𝖑𝖑 || 𝑬𝒅𝒅𝒊𝒆 𝑴𝒖𝒏𝒔𝒐𝒏 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora