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Donghyuck apenas escuchó el celular sonar, había pasado horas acurrucado con dolor en el suelo de la cocina, simplemente, se sentía tan aturdido que no podía levantarse de allí, su lobo aullaba de forma lastimera, aunque Jaehyun ya no lo escucharía llamaba al Alfa, mientras él repetía su nombre entre lágrimas.

Miró el nombre de su amigo en el celular, atendió luego de unos segundos, llevando el celular a su oreja.

-Jen~ — murmuró, su voz sonó completamente rota.

¡Donghyuck! Donghyuck, Donghyuck... ¿Cómo-?  a-algo le pasó a Jae- lloró―.

—Jen... El lazo se ro-rompió...

-Donghyuck, estoy yendo para allá, ¿Me abrirás?

- S-Si- tartamudeo, asintiendo, aunque el otro no podía verlo.

- Donghyuck, ve hacia la puerta, estaré allí en dos minutos, ¿Bien?

Donghyuck volvió a asentir, sin decir nada, Jeno cortó la llamada, el omega se levantó con esfuerzo, sosteniéndose de la pared para avanzar, un miedo lo rodeó cuando sintió tanta soledad, su lobo no había dejado de llama a su alfa.

La  puerta  sonó  con  golpes  firmes,  aún  del  otro  lado  Donghyuck  pudo  sentir  el  aroma  de  Jeno,  que  pocas  veces  había  podido  percibir,  era  un  fuerte  olor  a  bosque  mezclado  con  algo  fresco  que  nunca  pudo  decifrar,  per  creía  que era menta,  el olor familiar del alfa lo hizo sentir un poco más seguro,  y al abrir la puerta sólo pudo arrojarse a sus brazos, el más alto lo abrazo con ganas, tuvo que alzarlo para llevárselo al sillón mientras el  pelirojo  escondía  el  rostro  en  su  cuello  para  que  el  olor  pudiera  calmarlo,  aunque  no  hacía  el  mismo  efecto  que  tendría  el olor  de  su  alfa.

-Donghyuck...  J- Jaehyun  ya  no ...- comenzó a  llorar  más  fuerte. -Dijeron  que  el  avión  se  estrelló,  hyuckie.

El  omega  sólo  pudo  llorar,  Jeno cerró  la  puerta  con  su  pie  y  se dirigió  hacia  la  sala,  sentándose  en  el  sillón  con  Donghyuck  sún  abrazado  a  él  como  un  Koala.

Jeno  lo  abrazaba  con  firmeza,  intentando  hacerlo  sentir  seguro  con  su  olor  a  alfa,  y  que  los  terribles  pensamientos  de  lo  que  iba  a  ocurrir  se  mantuvieran  ocultos  y  no  afectara  a  su  olor.

Yoon Oh  había  muerto,  el  lazo  estaba  roto,  el  omega  ya  no  tenía  a su  alfa.
Donghyuck estaba sólo y débil, y su lobo ya estaba entrando en la desesperación, para luego la depresión de ya no tener a su pareja.

Pronto, Donghyuck iba a seguir con el mismo destino que su Alfa, al ser Omega, difícilmente podría sobrevivir, lo único que podría salvarlo sería encontrar a su pareja destinada, aunque esos ya no existían.

Y al final él iba a terminar sólo, con sus amigos muertos.

A menos que las leyendas sean ciertas y haya algo más que hacer para poder salvarlo.

°°°

Suspiró con cansancio y removió sus oscuros cabellos por al menos tercera vez en los quince minutos que llevaba haciendo con aquellos papeles.

Pronto tendría que ir a rendir el último examen que le faltaba para tener un ascenso, ser enfermero a domicilio era considerado como lo más bajo en el ámbito de medicina, y era con razones, principalmente porque no trataba a pacientes de gravedad, además de que estaba habilitado a hacerlo gracias a unas materias extra que había echo en el primer año, así que lo consideraban con poco estudio, ganaba poco y los viajes lo hartaban.

Ahora, su mayor sueño era aprobar el examen que era dentro de unos días, y trabajar en el hospital con tranquilidad.

Su celular comenzó a sonar, y buscó debajo de sus apuntes hasta dar con la pantalla del aparato.

Atendió sin ver el número, su celular estaba disponible en anuncios, y en internet para cualquiera que requiera un enfermero a domicilio.

- Mark Lee, ¿En qué puedo ayudarlo? -

- H-Hola yo... Soy Lee Jeno, usted acompañó a mí abuela hace un par de años, cuando el lazo se rompió, ¿Recuerda?

Frunció el ceño un poco e hizo memoria, hasta recordar vagamente el rostro de aquel chico, la abuela Lee había sido uno de los primeros casos de lazos rotos que había tratado, y uno de los más tranquilos hasta el momento, su marido había muerto de vejez, y ella le siguió unos días después, en donde se despidió con tranquilidad y disfrutó con su familia.

- Sí, si, recuerdo—dijo.

- Necesito su atención de nuevo... M-Mi amigo perdió a su Alfa hoy y... Usted cuidó muy bien de mi abuela, podría... ¿Podría hacer lo mismo por él? -

-Yo, en serio no tendría problema, pero en este momento-

-Por favor, Mark Lee-dice-. Es el mejor, y le pagaré lo que sea necesario, en serio, no confío en otra persona para cuidarlo.

Yo... - detuvo sus palabras.

Si había algo que odiara más que su trabajo, era no hacerlo.

Sonaba irónico, pero odiaba la culpa que lo carcomia cada vez que tenía que rechazar ayudar a alguien que lo necesitaba, aún si estuviera muy ocupado con miles de cosas y otros pacientes, no le gustaba negar sus servicios y conocimientos, y eso lo odiaba más que todo el cansancio que le provocaba el trabajo.

- Está bien, ¿Cuando quiere que empiece? -

- Lo más pronto posible.

- Prepararé mis cosas e iré enseguida— dijo, mirando todos sus apuntes—. Páseme la dirección por mensaje a este mismo número, quédese allí hasta que yo llegue.

Gracias, muchas gracias—dijo Jeno, y Mark sólo hizo un ruido afirmativo antes de colgar, y volvió a suspirar mientras miraba todo lo que tenía que guardar, porque se los llevaría sin dudar, encontraría tiempo para estudiar.

Atender a un Omega con el lazo roto era un trabajo que abarcaba las veinticuatro horas del día si es que no había nadie más para estar con el Omega, como algún familiar o amigo cercano, y al no saber qué pasaría con este paciente, llevó unas mudas de ropa y sus apuntes.

Recibió el mensaje de Jeno, y lo agendo con su nombre para ya saber, tomó su abrigo antes de ir a la parada de taxis más cercana y dándole la dirección al conductor.

Our last daysDonde viven las historias. Descúbrelo ahora