CAPÍTULO 3: El Sueño De Un León

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«El príncipe está embarazado.»

Aegon mira a su marido después de que la noticia es dada por el maestre. Ignora el rostro de felicidad de la madre de su esposo y el orgullo del padre. Tan sólo dos meses desde la boda y han sido bendecidos por los dioses con tal regalo.

—Ésto amerita una celebración. —es lo qué su esposo dice con una sonrisa que parece llegar a sus ojos. Aegon quiere llorar de impotencia, no es así como se imaginaba todo y menos cómo debía ser.

—Ethan. —Aegon susurra. Necesita hablar con él, pedirle perdón. Se siente cómo la peor persona del mundo en ese momento.

—Madre, Padre. Preparen todo para celebrar esta noticia, envíen un cuervo a King's Landing avisando tan maravillosa noticia. —el rubio de ojos verdes mira a Aegon, su esposo, con una sonrisa. Dónde muestra un sentimiento de amor que Aegon sabe, no merece. —Cariño, estoy muy feliz con este regalo. —se acerca al príncipe, tomando con delicadeza el suave rostro de Aegon entre sus manos, para depositar un beso sobre su frente.

Aegon empieza a llorar, sabe que no merece tales palabras, Ethan debería correrlo, exiliarlo, exponer su desfachatez ante los siete reinos. No tiene porqué estar feliz. El joven Lannister escucha los sollozos de su pareja, acaricia los cabellos plateados para calmar a su compañero. El de ojos verdes está seguro de que muchas emociones recorren el interior de su esposo, miedo y confusión son unas de ellas.

—Por favor, salgan. —pide amablemente a los qué están presentes. Poco después la puerta es cerrada, indicando qué todos han dejado la habitación de la joven pareja.

El llanto de Aegon se intensifica, Ethan se sienta a lado, acomodándose para colocar el rostro de su príncipe sobre su pecho. Es una posición que adora en secreto, Aegon se siente tan pequeño y frágil entre sus brazos.

—Perdón. Perdón. —Aegon dice una y otra vez. La culpa lo carcome, desea regresar el tiempo y cambiar todo. Desea que ese bebé sea de su esposo, no del hombre al qué dejó atrás.

—No hay nada que perdonar. —el joven Lannister acaricia los cabellos del más bajo. —Me hace feliz la noticia. —habla con honestidad y Aegon lo sabe, por eso el llanto se intensifica.

—Ethan, tú... Tú sabes que... —Aegon se separa del refugio que su esposo ha hecho para él. Lannister lo mira a los ojos, comprensión y cariño es lo que se muestra en esa mirada.

—El niño qué llevas dentro es un Lannister, es mi hijo. ¿De acuerdo? —dice firme, necesita darle seguridad a su pareja. Toma el rostro contrario para qué Aegon no pueda bajar la mirada.

—Pero... —el príncipe intenta hablar. Es silenciado con un casto beso por parte de su esposo. Aegon cierra los ojos y permite la acción. Es un toque delicado y cómodo. Dura tan sólo unos segundos, los que son suficientes para calmar la incertidumbre del príncipe.

—Eres mi esposo, príncipe Aegon Targaryen. No importa tu pasado y las acciones en ese tiempo, las consecuencias no pueden evitarse. —Ethan se separa de los labios de su esposo. Sonríe. —Ante los siete dioses él es nuestro hijo. Los siete reinos sabrán que nuestro hijo es un Lannister. Ni los siete infiernos podrán negar que tú y yo somos padres del bebé que llevas dentro. —
Aegon sonrió ante esas palabras. Se deja caer en los brazos de Lannister, quién lo recibe con alegría.

Jardín de Sangre y EsmeraldasWhere stories live. Discover now