Infección

7 1 7
                                    

Aquel estruendo había causado una gran conmoción en el edificio, los cristales rotos y las paredes agrietadas por completo, los mismos cimientos del edificio se habían visto deteriorados.

Amalia creía que estaba muerta, debería estarlo, pero el inconmensurable dolor en su mano derecha le decía lo contrario.

Agh, ¿por qué tengo que ser yo el sustituto? -dijo una voz con fastidio, era masculina y algo aguda, además de ser relativamente rasposa.

Amalia lentamente abrió sus ojos, encontrando un hombre de ropas negras, se veía muy delgaducho, más aún así estaba sujetando el puño de esa criatura con su mano desnuda.

Ya veo, eres un hueco, bastante poderoso al parecer, aún así..... No eres nada -dijo con un tono despreciativo mientras desenfundaba su espada, un bello arma con adornos cuidadosamente colocados, y con suaves relieves.

Bolezn, muta -un brillo acompañó sus palabras, mientras aprovechando la fuerza que ejercía el hueco lo dejó avanzar, para clavar su arma en el pecho.

Ya estás muerto -dijo mientras los ojos del hueco se ponían en blanco y tras unos pocos instantes un montón de gusanos brillantes atravesaron su cráneo y unas raíces de aspecto animal atravesaban sus extremidades y empezaron a atravesarle todo el torso, apretando su cuerpo lentamente, enrollandose alrededor de este para terminar haciendo que el hueco se destrozase por completo.

Amalia se hallaba en una esquina de su habitación, ya había visto a un hueco y había sufrido un ataque, pero nunca había visto a un Shinigami atacar de esa manera.

El atacante se giró hacia ella y a paso tranquilo se aproximó.

Tú eres Amalia ¿No? -comentó mientras se quitaba la máscara que ocultaba su rostro y se arrodillaba frente a ella.

Sus ojos eran amarillos como el sol y su pelo era de un tono marrón claro, sus facciones eran muy suaves casi como las de un niño pequeño.

Amalia todavía no era capaz de hablar, pero no parecía importarle a quien fuera que me ayudó.

Tú mano derecha, déjame verla -ordenó con un tono que no admitía discusión, Amalia obedeció de manera temblorosa.

El de ojos amarillos empezó a revisar, viendo como una extraña marca negra se había posicionado en medio de la palma de la mano derecha de Amalia.

Energía corrupta, propia de un hueco -dijo en voz muy baja, pero aún así se notaba su sorpresa y estupor.

Tú te vienes conmigo, es probable que tu alma se destruya si esto no se somete a estudio y control -dijo seriamente.

¿De que estás hablando? -preguntó Amalia con los nervios a flor de piel no sabía que estaba pasando.

Cálmate lo primero -dijo el misterioso hombre mientras se sentaba en lo que quedaba de la habitación -yo soy Viktor, ya conoces a mi jefe, ahora te voy a llevar al lugar donde vivimos para salvar tu alma que ha sido contaminada por energía corrupta al estar en contacto con huecos muy superiores al promedio, hay dos posibles salidas para ti en este momento, que tu alma desaparezca por siempre al ser consumida por la energía corrupta o aprovecharla para obtener un poder similar al de un hueco o uno de nosotros -dijo terminando de explicar.

¿Entonces tengo que abandonar este mundo? -preguntó Amalia mientras lentamente se tranquilizaba.

Básicamente, pero de forma temporal, nada eterno -dijo mientras aparecía una puerta de estilo japonés, la cual se abrió dando muestra de varios edificios.

Vamos, se bienvenida al otro mundo -dijo tomando a Amalia de la muñeca y entrando con ella en esta.

Maldita sea ¿¡Donde está Gnóstis!? -gritó mizunari estresado, antes de ver como una puerta se abría frente a sus narices.

Hola jefe -dijo Viktor mientras se recolocaba la máscara.

Viktor ya has vuelto... ¿AMALIA? -su sorpresa era mayúscula, ¿que hacia ella allí?

Si bueno, han pasado cosas digamos, vosotros dos poneos al día mientras yo voy preparando unas cuantas cosas -dijo Viktor antes de internarse en su laboratorio.

¿Que te ha pasado? -preguntó Mizunari con preocupación hacia Amalia, si un vivo podía ir al mundo de los muertos debería ser por algo muy grave e importante.

No lo sé, ese chico me ha visto está marca y me dijo que viniera -dijo Amalia mostrando la marca que había aparecido en su mano.

Mizunari abrió los ojos con sorpresa, pensaba que era grave pero no tanto, su corazón se encogió, puesto que la vida de Amalia pendía de un hilo.

Su respiración era sumamente agitada, estaba nervioso y tenía miedo, tras lo que le había contado el capitán yavhé no había podido evitarlo, se había colado en la prisión de máxima seguridad donde se hallaban los criminales más peligrosos de ese mundo.

Cada vez estaba más cerca, sentía la energía de Haku, podría huir y esconderse con ella en Japón o Berlín, lugares donde sabía que estarían a salvo.

Con la garganta helada y el pecho ardiendo llegó a aquel lugar, una gruesa puerta le separaba de Haku, pero ya estaría, la rescataría y podrían vivir como humanos normales.

Canalizó su energía en su puño y la descargó, siendo capaz de romper la puerta y ver a Haku, la cual se había quedado sentada con la espalda apoyada en una pared y su cabeza entre sus piernas.

Ambos se vieron esperanzados, Gnóstis Se lanzó a Haku, su cuerpo se sentía drenado por aquel lugar tan opresivo, ambos se pudieron abrazar felices de volver a verse.

Preferiría no pelear -dijo una voz omniosa a las espaldas de ambos, Gnóstis se giró con los ojos desorbitados, viendo cómo por la destrozada puerta entraba aquel hombre, casi un mito andante, el capitán general.

Por favor Gnóstis, te tengo en alta estima, ríndete y tú sentencia se limitará a pasar una estadía en la cárcel -dijo el capitán general con cierta tristeza en su voz, su lealtad era máxima, por lo que las decisiones de los 50 eran una orden de carácter casi divino para el.

Gnóstis tomó su katana mientras se levantaba, poniéndose en una posición defensiva.

¡Kami! -bramó mientras lentamente una melodía empezaba a sonar y los brazos y piernas de ambos contendientes eran sujetados por unas extrañas pulseras.

Bien, al menos empléate a fondo, o tendré que matarte, perdón -dijo el capitán general mientras desenfundaba su arma.

VoluntadWhere stories live. Discover now