Capítulo 12

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En la mañana del lunes Yeji llegó temprano a su primera clase, clase que tenía con su profesora favorita. Sabía que la profesora Bae llegaba siempre 20 minutos previos a su clase para preparar todo antes de iniciar. No es que fuera una acosadora o algo parecido, solo había hecho bien su tarea de conseguir todos los datos necesarios para llevar a cabo su plan de que la profesora Bae y su madre por fin estuvieran juntas.

No era tonta, había notado como su mamá suspiraba por la maestra, el sábado había llegado de buen humor, después de que Rosé le hubiera dicho que había ido a casa de su profesora a dejarle su chaqueta. ¿Por qué su mamá tenía la chaqueta de la profesora Bae? Eso quería decir que habían tenido un encuentro antes. Si todo salía bien, tal vez su madre por fin podría ser feliz con alguien a su lado.
Había fé en la niña de que su profesora pudiera amar a su madre tanto como ella lo hacía.

Entró al salón de clases cuando faltaban 15 minutos para su clase, la profesora Bae estaba escribiendo algunas cosas en el pizarrón, por lo que se acercó a su escritorio para saludar.
-Buenos días profesora.- Dijo la niña con una sonrisa.

Irene se sobresalto ligeramente al escuchar la voz de la menor, había estado tan concentrada en sus pensamientos que ni siquiera había notado que Yeji estaba ahí.
Había pasado lo que restaba de su fin de semana hablando con su abogado, mientras Karina estaba a su lado ayudándole en lo que podía, por un momento, habían olvidado su pelea del día anterior y ahora permanecían juntas buscando una manera de lograr que el aún esposo de Irene firmara su libertad. O al menos así lo veía la pelinegra.

-Buenos días Yeji, llegaste temprano hoy.- Irene se giró para mirarle con una sonrisa, disipando todos aquellos pensamientos que le parecían abrumadores en esos momentos.

-Mamá se fue temprano al trabajo, así que no podía acompañarme a la parada de autobús, por lo que me trajo ella misma.- Se encoge de hombros, en parte aquello era verdad, solo que le había mentido a su madre respecto a que debía llegar temprano ya que le tocaba limpiar la jaula del hámster de biología. -Y no tenía a dónde ir así que pensé en llegar temprano a su clase.

Irene sonrió y dejó en la mesa el libro que estaba sosteniendo con una mano.
-Eso es bueno, la puntualidad es algo que valoro mucho. Aunque he llegado tarde unas cuantas veces a algunos lugares y he tenido que entrar como si estuviera interrumpiendo algo. He hecho unas cuantas entradas dramáticas.

Yeji rió ante la confesión de la profesora y buscó entre sus cosas hasta que sacó de su mochila un durian que le había hecho comprar a su madre fingiendo que le habían pedido llevar una fruta exótica para su clase.
-Escuché a mamá una vez mencionar que usted le había dicho que le gustaba el durian, así que le traje uno.- Dijo la niña nerviosa dándole el durian a la profesora.

Irene sonrió ante el gesto y tomó la fruta. -Gracias Yeji, no debe haber sido fácil conseguir esto en una ciudad como Maine, y si, el durian es mi fruta favorita, pero también me gustan las manzanas rojas - Dijo la pelinegra con una sonrisa para evitar que la niña compre durian solo por su culpa

-¿Algo así como Blancanieves?- Dijo la niña

-En ese caso yo diría que soy más como la Reina Malvada.- Irene sonrió.- Además, después de haber escuchado tu historia acerca de como los villanos son importantes en el cuento, he aprendido a apreciarlos aún más, tienes razón, muchas veces no sabemos el porqué de muchas acciones que las personas cometen. Así que, me encantaría saber el pasado de muchos de los villanos de los cuentos. Además, quisiera saber que paso con ese caballero blanco y la reina.

Yeji sonrió al escuchar aquello, a su profesora le había gustado su historia y su manera de hacer que las personas se interesaran en los villanos.
Lo que Irene no sabía era que Yeji había tomado inspiración de su madre para crear al caballero blanco, no todas las mujeres de los cuentos estaban destinadas a ser solamente princesas, sabía lo fuerte que era su madre, y en todo lo que hacía para hacerle feliz, su madre era su más grande heroína, y quería que ella tuviera el final feliz que había dejado de buscar y que creía no necesitar. Que equivocada estaba, pensó Yeji.

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