Parte I | La obra de arte tras la vitrina

273 13 4
                                    

DESDE LA SEMANA PASADA, Albedo cargaba consigo un gran estrés. Tenía varios pedidos que sabía que requerían un gran esfuerzo de su parte, además de lienzos personales que él ya deseaba realizar pero que debían esperar hasta que hubiera un poco de espacio en su agenda para la libertad de creatividad.

Estaba tan ocupado que sabía que no debería de estar en camino a El Obsequio del Angel, un restaurante que se encontraba situado en la calle principal, por una llamada que un amigo le había hecho hacía un par de horas. Esa pérdida de tiempo podría estarlo invirtiendo para terminar el retrato familiar que la Sra. Rossi le había pedido, la fecha de entrega era en tres días y todavía sentía que tenía demasiado por hacer.

Pero era precisamente porque se trataba de un amigo íntimo que salía de su pequeño estudio. Venti no solía citarlo, mucho menos interrumpir su trabajo cuando sabía que era importante, solo porque sí. Debía de tener algo muy importante que decirle como para sacarlo de su estudio.

En cuanto llegó al lugar, buscó con la mirada a su amigo. Había mucha gente, era un poco estúpido solamente quedarse mirando a su alrededor, pero Venti tenía la peculiaridad de tener una forma de vestir única y elegante. No tardó demasiado tiempo en distinguir su figura de entre los demás.

Yacía de espaldas a dónde se encontraba él, inclinado sobre la barra de bebidas alcohólicas, con una copa entre sus manos. Albedo no se inmutó, estaba acostumbrado a la adicción de Venti hacia la bebida.

—Ya estoy aquí, ¿qué es lo que necesitas? —Fue su manera de saludar.

Venti volvió el rostro ligeramente, se tomó unos momentos para tomar un sorbo de su bebida, y se volvió hacia su amigo.

—Encantador como siempre, Albedo —se burló el joven mientras se acercaba al recién llegado—. ¿No podrías, por lo menos, simular que me has echado de menos en estos dos meses que no nos hemos visto?

—Te he mandado cartas —dijo, sin caer en las exageraciones de su amigo, tomando asiento a su lado.

—No es lo mismo hablar a través de papel que en persona, ¿sabes? —bufó infantilmente malhumorado y suspiró con resignación.

—Bueno, está bien. Vaya, Venti, hace mucho que no te veo, ¿ese saco es nuevo?, ¿dónde lo conseguiste? Todo te queda tan bien, realmente extrañaba tu compañía.

Aunque Venti no quiso ser tan obvio, no pudo evitar sonreír complacido ante lo que escuchaba.

—Mucho mejor.

Albedo rodó los ojos —toda esa palabrería social realmente le ponía ansioso e impaciente— y ambos miraron hacia su alrededor, observando a los demás comensales.

Venti era el responsable de la mayoría de las conversaciones, ser social y extrovertido era lo suyo; podía hablar durante horas, sin detenerse o cansarse, mientras que Albedo se distraía fácilmente con el ambiente gracias a su «ojo artístico», el cual le hacía ver cierta belleza en todo aquello que sus ojos miraran. Una belleza que él se sentía capaz de plasmar en sus cuadros.

—¿Ocurrió algo malo? No es muy común que nos reunamos, mucho menos tan repentinamente... —Albedo tomó con más seriedad el tema y miró atentamente a su amigo en espera de una respuesta.

Venti se quedó en silencio unos segundos más, casi con la intención de dejar a su amigo en la intriga, aunque en realidad era porque quería disfrutar de su copa y deseaba tomarse su tiempo para ello. Cuando Albedo estuvo a punto de perder la paciencia, Venti finalmente habló.

—Me preguntaba si podrías hacer un lugar en tu agenda para un regalo para mí. Ya sabes, un cuadro —dijo después de un rato, meneando su copa y observando el remolino que se producía con el vino de su interior.

Lovely | Albether (Albedo x Aether)Where stories live. Discover now