Capítulo 27: Muchos informes y una invitación indecente

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Si las prácticas del año pasado fueron duras, las de este año se llevan el premio a las más terribles.

No tengo ni un solo compañero de carrera, eso ya lo sabía, pero no sabía que eso mismo implicaría que mis superiores me dejaran todo lo malo que pasara por sus manos.

Ahora mismo, la doctora Marino de neurología, me ha pedido que permanezca en su despacho para recibir un paquete con informes de pacientes, mientras ella se va a tomar el café de las once de la mañana que le pertenece.

Aun con ese mandato, la doctora Marino, ha sido la mejor superior que me ha tocado en lo que llevo de días en el centro hospitalario.

— ¿Doctora Marino? — Escucho tras la puerta del despacho.

Su despacho es demasiado blanco, tanto que me alegro de que el chico tras la puerta haya llegado.

— Tu no eres la doctora Marino — Pronuncia cuando abro la puerta y me dejo ver.

El chico más bien es un hombre de mediana edad con canas en el cabello y arrugas en su rostro.

— No, estoy de prácticas. La doctora Marino me ha pedido que recogiese eso — Estoy apunto de coger la caja que carga, pero el hombre se aparta con el rostro arrugado.

— En este hospital no ha llegado un alumno de prácticas desde hace veinticinco años — Parece pensárselo dos veces antes de acercarme la caja —. Debes de ser muy lista — Tengo que apoyarme en el marco de la puerta debido al peso. No me esperaba que unos informes pesaran tanto —. Los que tienen una pegatina azul los tienes que llevar a la planta de psicología. Me acaban de informar por Walkie-Talkie que se han traspasado algunos, por lo que la persona que se encargue de la planta te dará los que se hayan traspapelado de neurología — Termina por sonreír ampliamente.

— Gracias — Me esfuerzo en sonreír, pero el peso casi no me deja hacerlo.

— No hay de que, aprendiz...

— Agramonte, Sandra Agramonte — Le hago saber —. ¿Y usted?

— Un placer. Yo soy Pedro, el celador de esta planta — Señala todo el pasillo —. Bienvenida.

— Un momento — Me apresuro a llamarlo cuando ya tiene intenciones de irse —. ¿Quién es la persona encargada de la planta de psicología?

— No tengo ni idea — Piensa por unos segundos, pero vuelve a negar con la cabeza —. Si, desconozco esa información. El anterior encargado, el psicólogo Rollers, fue despedido hace unos días.

— Vale, gracias de todos modos — Camino hacia atrás —. Hasta luego, Pedro.

— Hasta la próxima — Sonríe antes de darse la vuelta y perderse por los pasillos. La verdad es que este sitio sería un laberinto si no fuera por los carteles colgados en el techo.

De vuelta al despacho sin vida, dejo caer la enorme caja sobre el escritorio y empiezo a sacar todos los informes.

Los de psicología no tardan en salir de su escondite. Una pegatina azul enorme en la carpeta de cada uno pone que pertenecen única y exclusivamente a la rama de psicología. Los que se encargan de repartir los informes deberían de estar con bastante trabajo como para no darse cuenta.

En total son diecisiete los informes que debo llevar a la planta de psicología. Me vuelvo a ayudar de la caja con la que Pedro ha traído todos y salgo rumbo a mi destino...

"¿Cual es la planta de psicología?"

En lo que llevo de semana, solo he pisado urgencias, con la doctora Pregonas; cardiología, con el doctor Hernández; y neurología.

Secretos envenenadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora