DE PESADILLAS Y COSAS EXTRAÑAS

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El primer capítulo había sido bastante corto para el agrado de ciertos Dioses que esperaban ansiosos saciar su curiosidad, a otros al contrario les dio suficiente información para comenzar aclarar las dudas que corrían por las mentes de cada uno de ellos, porque la información que Apolo les había proporcionado había sido escasa para el disgusto de todos ellos -aunque el Dios parecía en la misma situación que ellos, aún si el mismo era el Dios de las profecías y el más relacionado con las Moiras- y así cada palabra de aquel capítulo iba tejiendo más dudas en aquellos Dioses que se aferraban a cada palabra leída, deseosos de entender a aquel misterioso libro que a la larga parecería convertirse en su salvación.

Una de sus otras dudas era ¿por qué la niña parecía ser tan interesante para que el libro se estuviera centrando tanto en ella? Y más aún sin que la niña pareciera saber de la verdadera existencia de los Dioses.

¿Era tan importante la existencia de ella?

Apolo comenzó a narrar nuevamente.

Cuando la Señora Dodds -mi profesora de álgebra- se convirtió en ese feo bicho -con alas-, dos pensamientos invadieron mí mente, el primero como conocedora de la mitología fue: ese bicho es una Furia, una de las principales sirvientes del Dios Hades y el segundo fue menos inteligente que el primero pero igual de cierto: voy a morir.

Hades quien ante toda la lectura había permanecido neutral reaccionó curioso ante su mención y el hecho de que al parecer una de sus furias atacaría en el futuro a la niña y eso lo intrigó bastante.

¿Que había hecho ella para llamar su atención y que tan grave había sido todo como para mandar una furia detrás de ella? Ahora el Dios escuchaba la lectura con una intriga rara vista en el.

Artemisa parecía un poco preocupada por la doncella aunque su mente calculo que era posible que ella saliera con vida ya que al parecer el libro se trataría de ella, y si esto la alivió un poco, no hizo mención de ello.

Nunca tres palabras habían tenido tanto sentido en mi vida y como si las cosas no pudieran tornarse más extrañas. El señor Brunner -mi profesor de latín- quien un minuto antes estaba fuera del museo, me lanzó un bolígrafo.

—¡Agárralo, Percy! —gritó.

La señora Dodds, se abalanzó sobre mí.

Con un grito, la esquive y sentí las garras rozando el aire junto a mí oído. Agarré el bolígrafo en el aire, pero cuando llego a mí mano, ya no era una pluma. Era una espada, la espada del Señor Brunner que siempre utilizaba en el torneo.

Aunque pensándolo bien era raro que un profesor nos diera clases con espada -después de todo seguía siendo una escuela para niños con problemas- pero no me quejé, se me daba bien.

Y nuevamente mi mente parecía olvidarse de mi situación actual, así que volví a concentrarme en ello y justo a tiempo porque la Señora Dodds se volvió hacia mí con una mirada asesina en sus ojos. Mis rodillas parecían gelatina y me temblaban tanto las manos que casi dejo caer la espada.

Ares resopló, creyendo firmemente que este sería el final de la mestiza.

—¡Muere, cariño! —rugió, y voló directamente hacia mi.

Admito que me invadió el pánico e inmediatamente blandí la reluciente espada en su dirección.

Ares ahora estaba un poco más interesado, ¿era la mocosa una de sus hijas?

Final Destination | ®Where stories live. Discover now