Ka'a, reina mía

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Tras un pacífico tratado de paz entre wakandianos y talokaniles, tanto Namor, como Shuri, tomaron rumbos distintos. Uno, siendo el rey aún, gozaba de una duradera paz, ya que la gente de la superficie no declararía la guerra al pueblo del océano gracias a su alianza con Wakanda.

Y Shuri, gobernando su pueblo y siendo protectora de éste mismo, dedicaba las horas de su día a día en brindar tecnología avanzada a su gente, además de interesarse más en temas políticos y en conflictos que tuvieran Wakanda y su gente.

La nueva reina, una estrellada noche, tan cansada de su agotadora rutina, contemplaba el mar costero a las orillas de Wakanda. Admiraba con detalle las ondas que se formaban con el agua pura y cristalina del mar, mientras el aire fresco llegaba a su rostro y movía su cabello de lado a lado.

Era una situación tan pacífica que Shuri cerraba poco a poco sus ojos, hasta que un ruido, aunque no tan fuerte, interrumpió el momento de paz que estaba teniendo. Entre las ondas visibles del mar, se veía una figura humana caminando fuera del agua. Shuri de inmediato se levantó de la arena, sólo para contemplar al rey de Talocan, Namor.

-No es momento para hablar de nuestra alianza, Namor. -explaya la wakandiana de brazos cruzados.

-Descuida, no vengo por eso. -exclamaba pacíficamente.

-¿Entonces...?

-Yo... pensaba en muchas cosas, ¿sabes? Sobre como habrían sido las cosas si lo hubiese hecho bien.

-¿Ahora de qué hablas?

-Me refiero a que... quiero corregir algunos errores, errores que, aunque lo quiera evitar, no me dejan pensar, no me dejan descansar.

-Entiendo de que hablas, y... No hay nada que corregir, Namor, te perdono.

-No, no lo entiendes. Solamente... Toma mi mano, ¿de acuerdo? -extiendía la palma de su mano. -Quiero enseñarte algo.

Aunque dudando, Shuri se acercaba lentamente al rey, tomando la mano amistosa que éste extendía. Al ver que la reina aceptó su propuesta, Namor usa su fuerza y levanta de cuerpo entero a Shuri, cargándola en sus brazos. Éste comienza a volar con las alas en sus tobillos en dirección a una montaña cerca de la playa en la que Shuri estaba.

Al llegar, Namor deja de cargar a Shuri y la deja en el suelo de pie, él se sienta en el área silvestre de la montaña y hace una seña a Shuri para que ésta se siente a lado suyo.

-¿De qué se trata esto, Namor? ¿Los americanos planean pelear contra nosotros? -bromeaba la reina de Wakanda.

-Claro que no... -correspondía la broma con una sonrisa nerviosa. -Yo... Quería que vieras esto.

Cuando Shuri prestó su atención al paisaje frente a ella, presenció una hermosa y bella perspectiva de su pueblo con luces de todos colores, iluminando por completo la pupila de Shuri. Un verdadero deleite para el ojo humano.

-Jamás había tenido esta perspectiva de Wakanda.

-Así de hermoso es el recuerdo que no me deja en paz. El recuerdo tuyo que aún guardo dentro mío.

-¿Qué cosas dices, Namor? Sabes que ahora seguimos en contacto por nuestra gente. De otra forma, no tendría razón para verte...

-Ya sé que no sientes nada más que rencor por mí... y es por eso que quise traerte hasta aquí y mostrarte esto. Shuri... quiero ser completamente sincero.

Namor en ese instante, se gira de cuerpo y dirige su mirada a Shuri, tomando sus manos delicadamente, hablando de corazón y abriéndose completamente con ella.

-Cuando dije que quedaríamos este mundo juntos no hablaba en vano... De verdad quería que compartiéramos un momento, el uno junto al otro, pero cometí un error terrible y... te perdí...

-Dije que te perdono, Namor. No hacía falta todo esto.

-No... Eso dices pero, en realidad, aún sigues guardándome rencor por lo que le hice a tu madre y... lo lamento tanto, en serio. Creí que hacía lo correcto, y que lo hacía por mi pueblo, tú lo entiendes mejor que nadie.

-Es lo mismo que hice yo... Puedo entender perfectamente tu situación.

-Créeme que estoy dispuesto a olvidar las diferencias que hayamos tenido en el pasado... si pudiéramos gobernar juntos, si fueras mi reina... Aunque suene como una locura en todos los aspectos.

-Yo... no sé que decir, Namor...

-No digas nada. Sólo déjate llevar...

Debido a la tensión y al romance del momento, Shuri y Namor se dejaron llevar por sus propios instintos y se acercaron con lentitud el uno a otro, uniendo con cuenta gotas sus labios, terminando en un tierno y sutil beso.

La escena perfecta era completamente real; dos enamorados, en la cima de una montaña, tomados de las manos, unidos en un lindo beso y a la luz de una bella ciudad a lo lejos...

Tal momento era tan tierno y grato que el beso se alargaba más y más, tanto que Namor llevó su mano a la mejilla de Shuri, acariciando lentamente, de igual forma, la chica hacía lo mismo, intercambiando caricias con el hombre del mar.

Finalmente, Shuri y Namor separaron sus labios y se veían fijamente, aún tomados de sus manos. Shuri bajó la mirada, a causa del nerviosismo que le causó el momento. Namor quiso levantar su mirada baja, tomando con sus dedos la barbilla de la princesa.

-Levanta siempre tu mirada por mí, reina. Así como yo siempre levantaré la mía... Por ti.

-Si yo soy tu reina, entonces... Tú eres mi rey, Namor. Me gustó lo que hiciste esta noche, me gustó tu sinceridad y tu humanidad.

-Oye... La parte en mí que me hace humano eres tú. Eres el mejor amor que siento por la humanidad... Tú, y siempre tú, reina.

-Espero que algún día regreses por tu amor a la humanidad de vez en cuando...

-Mantats' in suut ti' teech, in reina.

-¿Qué significa?

-"Siempre volveré a ti, mi reina". Y es cierto... Siempre voy a volver. No importa cuan lejos esté de ti. Siempre voy a volver...

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