Hace un año...
Me desperté después de un sueño reparador sobre las sábanas limpias que la noche anterior puse en mi cama. Olían a agua marina y me encantaba la sensación de frescor cuando rozaban mi cuerpo semi-desnudo al dormir.
Me incorporé y dislumbré el ventanal de mi habitación, cuyas vistas me ofrecían un plano Del Mar Mediterráneo frente a mis ojos. Era hermoso. Nunca había visto un azul tan potente y tan penetrante.
El leve sonido de las olas y la brisa removió mi flequillo rizado, y me dispuse a hacerme un moño para que el pelo no me estorbara en la cara.
Destrozando toda mi calma y paz mental, escuché los golpes al otro lado de la puerta.
Mi madre entró abruptamente en mi habitación, invadiendo mi intimidad como de costumbre y yo rodé los ojos mientras la veía gesticular.
Entonces me di cuenta de que no escuchaba una puta mierda. Aún llevaba los tapones puestos.
Dudé si dejármelos puestos hasta que la charla de mi madre finalizara, pero por su cara tuve que quitármelos, evitando de alguna forma que su furia siguiera creciendo.
—¿Estás sordo o qué? ¡Hace quince minutos que estoy dando voces!— A su paso recogía toda mi ropa y la echaba en el cesto de ropa sucia que llevaba abrazado al cuerpo.
Dejé los tapones en su caja, sobre mi mesilla de noche y me incorporé en la cama. La sábana tapaba la parte baja de mi cuerpo y me quejé mientras me frotaba los ojos cuando mi madre abrió las cortinas sin piedad alguna.
—Las tortitas se van a enfriar. No pienso calentarlas. ¿Tienes más ropa sucia por aquí?— Me preguntó señalando por toda mi habitación. Yo resoplé y negué. Ella se marchó escaleras abajo mientras yo me dejaba caer de nuevo sobre el colchón.
—!Harry!— Volvió a gritar. Esta vez me levante de un respingo.
Decidí acercarme para apreciar el mar. Era tan impactante. Abajo, sobre la arena, pude divisar a un chico de pelo castaño paseando a su perro. Suspiré y me dirigí al armario para que mi madre se ahorrara el tener que subir y malgastar energía gritándome de nuevo.
Cuando me vestí, baje a la planta de abajo. Mi pelo estaba hecho un desastre.
—Deberías cortarte esas greñas.— Me dijo mi madre que solo me había echado un vistazo y ahora me daba la espalda mientras servía en unos vasos chocolate caliente.
—Quiero que me llegue por los hombros.—
—¿Eso no es demasiado largo?—
—Nunca es demasiado largo, mamá.— comenté mientras me acercaba y le depositaba un beso en la mejilla. A pesar de reñirme tanto, me adoraba, y yo también a ella.
Tuvo que sacarnos adelante cuando papá se largó de casa con su amante y su nueva familia. Familia que ya existía antes de nosotros, así que no sabría decir quien era la amante en realidad.
Cuando era pequeño, a eso de los siete años me comenzaron a aburrir las clases. Era el primero en acabar las tareas, me desesperaba el ritmo que llevaban mis compañeros y me sentía extremadamente fuera de lugar.
Luego comencé a corregir a los profesores porque se equivocaban en cálculos matemáticos y en fechas importantes de la historia, y mientras el nivel de clase era aprender a dividir con dos cifras, yo ya era capaz de hacer operaciones algebraicas.
La escuela dejó de motivarme y los niños no solían juntarse conmigo, ni yo con ellos. Me aburrían solemnemente. Entonces hablé con mamá y tras investigaciones descubrimos que poseía altas capacidades.
ESTÁS LEYENDO
Newcomer
FanfictionDe niño, le temía a la oscuridad. Odiaba la luna, odiaba las estrellas y odiaba todo lo relacionado con la noche. No sabía por qué el sentimiento de desesperación me invadía y me calaba hasta los huesos. Hasta que lo vi a él, y descubrí la oscuridad...