water

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—Por Dios, ¿Dónde te habías metido?—

Fueron las primeras palabras que escuché cuando los rayos del sol empezaban a cegarme. Traté de tapar con mis dedos la luz desmesurada que parecía taladrar mis pupilas.

Pauli y el resto me observaban confusos haciendo un círculo alrededor de mi.

Me incorporé sobresaltado con una sensación extremadamente rara en mi pecho. Las piedras estaban clavándose en mis piernas y en mi culo, y ya comenzaba a odiar la sensación.

Todos se miraban entre sí, pero nadie decía nada. Supongo que esperaban que yo diera algún tipo de explicación, pero ni tan siquiera yo era capaz de hilar las palabras.

Miré en ambas direcciones. A la izquierda se encontraba el arrollo del bosque, y a mi derecha, muy a lo lejos, se encontraban las tiendas de campaña y la hoguera ya más que apagada.

—¿Qué hacéis aquí?—

Fue lo más inteligente que salió de mis labios, y aún me sorprendía haber encontrado una frase coherente que decir, cuando todo mi ser aún se encontraba consternado.

—Tío, desapareciste en mitad de la noche, estábamos preocupados por ti. Pensábamos que te había pasado algo cuando la lluvia decidió apretar.—

—¿Lluvia? Anoche no llovió.— Dije sin más.

La noche había sido extraña, desde luego, pero si hubiera llovido lo sabría. Recordaba a duras penas como me fui a dormir, y recordaba perfectamente los ojos azules asustados de Louis. Pero nada de lluvia.

Absolutamente nada.

Vi a Zac sacar su IPhone y mostrarme la llovizna apagando la hoguera.

Me quedé mirando la pantalla aún sentado en el suelo. Ya todos habían decidido dejar de mirarme como un bicho raro y se habían puesto a inspeccionar el lugar.

—Cuando la lluvia comenzó a caer, todos nos despertamos y descubrimos que tú no estabas en tu tienda de campaña. Comenzamos a buscarte por todo el bosque y no te encontramos. Yo mismo te busqué aquí, y no había ni rastro de ti.—

Demasiada información en un momento que mi cerebro no lograba procesar. Si eso era cierto, deberían haberme escuchado. Deberían haber escuchado a Louis, o incluso haber visto a la persona que salió huyendo.

Pero en la mirada de Zac pude ver que eso no era así.

—¿Escuchaste... gemidos?— pregunté mientras me levantaba y me sacudía el chándal con desespero.

Los ojos de Zac se abrieron como nunca antes había visto, y una expresión de desilusión cruzó su cara.

—Con que eso es lo que ocurrió...—

Antes de poder explicarme,  guardó su móvil y se dirigió hacia Mitch, que tenía sus pies metidos en el arrollo.

Estaba tan cansado que no me molesté en seguirlo. Ni en hacerle saber que me estaba malinterpretando.

Después de unas horas y de unas cuantas disculpas por mi parte, acabábamos de terminar de comernos unos sándwiches alrededor de los restos de la hoguera. Y mi teléfono comenzó a sonar .

Mi sonrisa se hizo presente cuando vi la palabra "Mami" en la pantalla. Descolgué sin duda.

—¿Aló?—

—Hazzie, ¿cómo está yendo esa excursión rara que habéis hecho?—

—Mamá, te tengo dicho que no tienes por qué llamarme todos los días para saber cómo van las cosas.— me reí y pensé en su cara de molesta tras escucharme. — Pero igualmente, nunca dejes de hacerlo.—

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