Víctor, 3.

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La verdad que entré demasiado nerviosa al despacho del director, nunca había tenido este tipo de altercados, no sé qué pasaba conmigo. Pero me gustaba, de la nada me había vuelto mas fuerte.
-Tome asiento.- Me ordenó un hombre con cara de perro bajo unas gafas bastante antiguas.
Me senté y no dije ni una palabra, estuve jugando con mis manos un minuto entero.
-Bueno señorita, tengo entendido que es nueva y ya estaba fumando en el recinto el primer día de clases.
-Mmmm...si le digo que no le mentiría pero es que..-No me dejó terminar.
-No quiero nada de excusas...esta vez solamente la mandaré al aula de castigos después de clases. Se tendrá que quedar una hora más...pero como vuelva a ocurrir...- Esta vez no le dejé acabar yo.
- No volverá a ocurrir, solo que no tenía muy claras las normas de esta institución.
- Bueno alumna Pérez...ya me puede salir para su clase, no se la salte.
No le dije nada y salí de allí con mi mochila colgada solamente de un hombro. Me sorprendí al ver que Mel me estaba esperando en el pasillo. La miré con curiosidad.
-!Que sorpresa!- Dije un poco alto.
-Shhhhht, aun no hay nadie por los pasillos.- Y entonces sonó el timbre, ambas reímos, salvadas por la campana. Por suerte nadie se había dado cuenta de mi tono de voz demasiado alto y continuamos hacia la siguiente clase, era literatura y la verdad que me gustaba mucho. El profesor asignado me cayó muy bien y tenía una voz bastante estridente que me gustaba.

Ya llegó la hora de volver a casa y por suerte mi buena compañera Mel vivía una calle mas arriba de la mía. Me alegró saber eso, así tendría a alguien cercano a mi lado. Decidimos ir juntas hacia arriba.
Cuando salimos al aire libre de la cuidad, me encontré bastante agobiada. Se agolpaba demasiada gente en la puerta del instituto, esperando vete tu a saber qué, algunos fumándose su cigarrillo de la libertad.
-¡Anda mira! Ahí esta mi novio, te lo presentaré.- ¿Mel? ¿Novio? Eso no me lo había dicho...se había saltado ese pequeño detalle.
Me cogió de la mano y empezamos a caminar hacia un chico bastante guapo y con bastante barba, parecía mayor que nosotras a pesar de la gorra hacia atrás que llevaba.
Mel lo abrazó enseguida y le dio un pequeño beso en los labios. Él también se estaba fumando un cigarrillo que segundo después tiró.
-Víctor, te presento a Kayla, Kayla este es mi novio Víctor.- Nos habló Mel señalando para uno y para otro.
Él se acercó, sonrío y me dio dos besos.
-Encantada.
-Encantado.
Lo dijimos a la vez y los tres reímos como si fuera muy divertido.
Lo cierto es que a pesar del día tan raro que llevaba, esas dos personitas que acababa de conocer me habían hecho reír en poco tiempo y eso yo lo apreciaba mucho.
Mientras nos dirigíamos a nuestras casas me enteré de que llevaban seis meses y por la forma en la que se miraban aparte de tanta complicidad que tenían, se notaba que se querían a kilómetros.
Qué envidia sana, ojalá yo algún día pueda encontrar a alguien a quien poder mirar así y que solo nosotros entendamos nuestras bromas.
Me despedí de ambos con dos besos y entré en casa, ya olía a macarrones con queso de mi abuela. Pero lo que más ilusión me hacia es que la cosa mas bonita del mundo entero, que es mi perra Ona, me viniera a saludar como cada día, me arañaba las piernas, pero que me importaba cuando me miraba con esos ojitos saltones de Chihuahua. Aunque en mi caso, siempre les he llamado Chiwis. Y así se quedan.

Suerte que mi madre había llegado antes a casa de trabajar, porque mi abuela y yo nos llevamos a matar, si, mi abuela. Diréis que es muy raro porque las abuelas siempre te miman y te quieren como a nadie...pero no, la mía es distinta, os lo creáis o no, me insulta de las peores maneras. Sobre todo con cosas que afectan mucho mas a mis inseguridades. De momento, no quiero hablar mas de ella...porque me pone enferma.
La relación con mi madre siempre había sido perfecta. La quiero mas que a mi vida entera y siempre pienso que no sé que voy a hacer cuando ella no esté conmigo...aunque prefiero borrar inmediatamente esos pensamientos. Siempre he sido muy niña de mamá, lo reconozco pero es que me encanta. Lo sabe todo de mi y es mi mejor consejera.

Cuando llegó la hora del castigo, fui por la calle arrastrando los pies como un zombie, me daba tanta rabia ir por esa tontería, ni que hubiera intentado escaparme o haber roto algún material del recinto...pero bueno las normas son las normas y a mi me encanta saltármelas de vez en cuando. También me gusta llevar la contraria pero eso mas cuando tengo confianza y tengo el valor de discutir las cosas aparte de exponer mis pensamientos sin miedo.

Al entrar al edificio me encontré con muy poca gente, como no sabia donde se encontraba ese aula de rebeldes sin causa decidí preguntar.
Cuando logré llegar, la puerta estaba abierta. Solamente había dos alumnos que deduzco serían de mi edad. Ni siquiera había profesor que vigilase o algo por el estilo, así que pillé el primer asiento que encontré y senté mi culo en él.
Esto ha sido la cosa mas tonta que he hecho en mi vida, no sé ni porque he venido. El profesor sigue sin dar señales de vida y para el colmo me aburro como una ostra.
De repente entró alguien, no miré a la puerta, la verdad que no me interesaba para nada.
Lo curioso fue cuando el chico con la chupa de cuero y el cigarrillo en la oreja, se sentó delante de mi, sin ni siquiera mirarme. Parecía que no le importaba el mundo con sus auriculares puestos.
¿Nunca os preguntáis que deben estar escuchando las personas que ves con unos? A mi siempre me ha picado la curiosidad y si os soy sincera, no tengo ni idea del porqué.
El brusco movimiento de la persona que tenía delante me sacó de mis pensamientos y no esperaba encontrarme con esos ojos.

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⏰ Ultimo aggiornamento: May 21, 2015 ⏰

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