24. "El sueño"

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Aquel calaquendi (elfo de luz) que decía ser el padre de Naruto, le recordaba tanto a él... Los gesto y su aspecto físico, pero la luz de la sonrisa de su esposo seguía siendo única. Sasuke suspiró otra vez mientras Minato reponía fuerzas rápidamente, bebiendo un poco de jugo dulce y un pan de nuez que le proporcionó el Reĝo.

Apretó sus manos sobre la mesa baja y miró a Naruto, no sin ser observado por el Minyar.

—Tengo la duda de como se conocieron— dijo éste, llamando la atención de Sasuke.

—Yo... era un sirviente en la corte de Madara aran— confesó, buscando algún indicio de desagrado en Minato, pero no encontró nada. Éste lo instó a continuar con una sonrisa dulce —No hay mucho que explicar, solo sucedió. Fué como si estuvieramos destinados a conocernos, o al menos eso era lo que decía. Poco a poco logró convencerme de ello, a pesar de su origen y lo diferente del mío...

—La madre de Naruto era Noldor— dijo de repente el alto elfo, y Sasuke le prestó toda su atención.

—Nunca me ha hablado de ella...

—Porque no la conoció, o al menos no lo recuerda— respondió, colocando uno de sus largos mechones dorados detrás de su oreja puntiaguda —Ella murió de enfermedad días antes de que Iluvatar nos bendigera con la inmortalidad. Solo habían pasado dos años de su nacimiento.

—Eso es muy injusto— exclamó.

—Eso creía, pero el destino de los elfos está trazado, y no valía la pena lamentarse por las desdichas, sobre todo cuando tenía un hijo que cuidar. Naruto lo es todo para mí, lo único que tengo...— suspiró —Kushina solía mirar en dirección a Ennor desde nuestro balcón, cuando la mar estaba tranquila sonreía al ver la sombra en el horizonte de la tierra donde se encontraban los suyos. Sin embargo, por mucho que quería a su familia, cuando ellos decidieron seguir al primer rey, continuó marchando conmigo hasta Ennorath.

—Por amor...

—Por amor— afirmó Minato con una sonrisa —Por eso entiendo a Naruto y su sacrificio. No estará nada contento cuando despierte y sepa que te quedaste solo, pero me temo que las decisiones de los Minyar son absolutas al ser tomadas. Quisiera llevarte conmigo, ahora eres parte de mi familia,— estiró una mano sobre la mesa y tomó las de Sasuke —pero me temo que lo único que puedo hacer es volver a rogar porque nuestros guerreros ayuden en la batalla con el rey Madara. Quizás aún quede esperanza para ésta tierra.

—Si Ennor se sana, Naruto podrá regresar...— murmuró y volvió a mirar hacia el lecho —Yo haré que ocurra, aunque tenga que vencer a un ejército por mi mismo con el arco y solo una flecha.

—Tienes fuertes convicciones, pequeño elfo. A pesar de todo, estoy feliz por él— Sasuke se permitió sonreír un poco después de días de pena —Es hora de marchar— se puso de pie ágilmente y lo miró desde arriba —Buscaré las monturas mientras te despides— informó y dejó la yurta.

Aquellas manos grandes y cálidas, ahora se sentían frías e inertes, pero Sasuke besó sus dedos con devoción y luego se inclinó sobre sus labios. Con gestos delicados peinó su cabello blanco y luego juntó sus frentes.

Hervenn nín... (Esposo mío...)— susurró —No importa la distancia que nos separe, mi corazón te pertenece y siempre lo hará. Somos uno solo tú y yo, así que he decidido creer en que volveré a verte, en que iluminarás mi vida...— colocó una mano en su vientre, resistiendo los deseos de llorar —No te olvides de nosotros, regresa cuando ésta tierra sea digna de tenerte.

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Muchos Mallen se reunieron al borde del campamento para ver marchar al Minyar. Minato llevaba dos caballos, en uno de ellos Naruto reposaba atado con cuerdas y cubierto con una manta, para evitar que cayera de la montura.

—Espero que no hayan contratiempos— dijo Yahiko, con una leve inclinación de cabeza, cosa que imitó el alto elfo.

—Gracias por sus buenos deseos, haré todo lo posible por obtener ayuda— informó y luego se acercó al caballo donde estaba su hijo, sacó su espada dorada de las alforjas y caminó hasta quedar frente a Sasuke —Te hará más falta que a él— mencionó —Está forjada con la energía extraída del Giliath; un elfo con la magia que posees, le sacará provecho.

Sasuke tomó el arma en sus manos, pero para sorpresa de todos y dejando incluso al Minyar sin habla, la espada dorada brilló intensamente y se transformó en un arco de plata de un metro y medio de largo.

—¿Cómo hiciste...?— jadeó Nagato que estaba cerca.

El Minyar tomó el arma y la observó con detenimiento y el ceño fruncido, luego miró a Sasuke a los ojos.

—¿Alguna vez has visto a un árbol en sueños?— preguntó serio, intimidando un poco al elfo, quien estaba confundido por lo que había acabado de pasar.

—Una vez, cuando...— enrojeció y llevó la mano a la marca de su cuello.

—¿Cómo era?

—Su tronco era de oro y las hojas plateadas... No lo recuerdo bien— respondió —Pero, ¿qué tiene que ver?

—Estás conectado a la energía del árbol mágico sin siquiera haberlo visto alguna vez. No sé lo que signifique, pero sin duda será importante en los días venideros— Sasuke asintió levemente —Le entregaré tu mensaje en cuanto despierte— informó entonces y bajó la mirada un momento hasta su vientre, con el ceño levemente fruncido.

Sasuke cerró los ojos cuando el alto elfo besó su frente y luego lo vió marchar con una mano en su pecho y el sentimiento de que le estaban arrancando un pedazo de su alma. Lloró en silencio, siendo respetado por sus amigos hasta que Minato desapareció en el horizonte, entonces apretó su arma y giró sobre sus pasos.

—¿Sasuke...?— preguntó Gaara, acercándose a él de manera apresurada.

—Vamos a entrenar, no podemos perder el tiempo— ordenó, limpiando su mejilla húmeda con gesto brusco.

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El golpear de las olas en la piedra era un sonido miléfluo que había extrañado. La luz dorada y mágica entraba por la ventana de cortinas de gasa clara, haciéndolas refulgir en el reflejo. La brisa era fresca y el lecho cómodo, pero su cuerpo no le permitió seguir durmiendo.

Al abrir los ojos, los tallados en la blanca madera le hicieron sentir que el tiempo no había pasado, que los sucesos recientes no fueron más que una ilusión.

—Sasuke...— raspó con la garganta seca y miró a un lado, luego al otro.

Con un quejido adolorido intentó incorporarse, logrando apenas sentarse en el blando colchón. Cuando sus pensamientos se ordenaron un poco, jadeó sobresaltado y dejó la cama. La debilidad lo hizo caer de rodillas al suelo y a tropezones llegó hasta la ventana y se apoyó en el alféizar.

Los acantilados, la ciudad blanca y el árbol dorado de Giliath, le hicieron saber que estaba de vuelta en su tierra.

—Naruto...— la voz de su padre lo hizo girar y sin vergüenza que le hiciera ocultar sus lágrimas, se apresuró hasta él y sujetó su túnica.

—¿Dónde está? ¿Dónde está Sasuke...?— inquirió desesperado.

—¿De qué hablas?— preguntó confundido y lo guió hasta la cama con lentitud —Han sido muchos días de fiebre, sigues delirando.

—No... no, fué un sueño...— espetó, pero luego una punzada en su cabeza lo hizo gemir de dolor. No tuvo más remedio que recostarse y aceptar un taza de té de hierbas que Minato le dió —¿Cómo es que estoy aquí? Ennor, los Mallen...

—Tranquilo— pidió, acariciando su cabello rubio —Solo es un sueño, ion nín (hijo mío). No se nos permite salir de la isla, ¿recuerdas?— lo instó a que continuara bebiendo y luego acomodó sus almohadas.

—Un sueño...— murmuró mareado, buscando el cielo a través de la ventana, para luego sentir los dedos de su padre en la cien y volver a quedarse dormido.

HIJOS DE ILUVATAR (Terminada)Where stories live. Discover now