26. "Sacrificio por amor"

862 192 24
                                    

Caminaba de un lado a otro en aquella pequeña celda, en ocasiones colocaba la frente en la pared de roca y gruñía como un animal enjaulado.

Los Minyar lo habían encarcelado y pronto enfrentaría un juicio por desacato, pero Naruto no pensaba en las consecuencias, solo en salir de ahí de la forma que fuera. Sabía que intentar con hechizos o a fuerza bruta no iba a funcionar, la reja de hierro no era una común; y a medida que el tiempo pasaba, se desesperaba más.

Otra vez agarró los barrotes de la pequeña y alta ventana, para mirar al Noroeste, los apretó con fuerza y dejó salir una exhalación compungida.

—Si yo siento en mi propio ser, que debo ir... ¿por qué no me lo permites, Iluvatar? ¿Acaso tú también lo traicionarás?— rogó y luego calló de repente al darse cuenta de que hablaba de una persona en específico —Necesito... necesito entender— balbuceó y se sentó en el catre de madera que reposaba en la pared de la derecha.

Apoyó los codos en su rodilla y cubrió su rostro, pensativo, intentando descifrar la verdad oculta. A pesar de que aún conservaba esa bruma que cubría sus recuerdos, flashes repentinos de imágenes lo hicieron quedarse completamente quieto, como si temiera que se fueran. Unas manos blancas, labios perfilados, cabello negro...

—Naruto...— llamó su padre desde afuera, pero él no le dedicó una mirada. Minato apretó su mandíbula y luego miró ansioso hacia el corredor por el que había entrado. Cuando el joven Minyar sintió el sonido metálico de la cerradura, levantó la cabeza —Apresúrate— instó el mayor.

—¿Me dejarás marchar?— preguntó sarcástico —¿Ahora te arrepientes?

—No culpes a un padre por querer proteger a su único hijo. Al igual que tú desesperas por amor, yo igual— explicó con voz quebrada —Laden... (Aclarar)— pronunció, al fin dejando libres los recuerdos de Naruto.

El joven no dijo nada, solo abrió enorme los ojos y gruñó entre dientes con rabia. Pasando a su lado sin dirigirle una palabra a su padre para ir rumbo al puerto, Minato sujetó su brazo y lo detuvo.

—¿Qué me dirás ahora para que no marche? Sasuke... solo espero que no sea demasiado tarde— raspó con rencor.

—Aún si tomas el velero más rápido, no llegarás a tiempo. El consejo ha creado una barrera en la isla para evitar que la oscuridad de Ennor se vea, pero ya el cielo anuncia el final— Naruto se apoyó en los barrotes y jadeó con impotencia —Solo puedes ir a pedirle a Iluvatar.

—No me escucha...

—Acércate al Giliath, donde su luz incide directamente. Yo sé que lo hará, porque fuí testigo de su milagro delante de ese doncel al que amas. Mas temo que su respuesta será nuestra despedida.

—¿Qué quieres decir...?— preguntó confundido.

—Tienes razón, nuestro pueblo está sumido en la decadencia. Compartir la luz de Iluvatar para los Minyar no es una opción, así que es hora de que nos la arrebaten y darle una oportunidad a otros menos afortunados— colocó una mano en el hombro de su hijo y éste lo abrazó de repente, apretando sus ropas.

—Ven conmigo...

—Ya he vivido demasiado, es tiempo de una nueva era— suspiró y lo apartó para besar su frente —Ese pequeño elfo está esperando un hijo tuyo... —Naruto asintió después de sollozar —No demores o te descubrirán— instó.

Navaer, adar... (Adiós, padre...)— Minato lo volvió a abrazar.

Navaer, ion... Agar ned nín agar (Adiós, hijo... Sangre de mi sangre)— raspó con voz rota y lo dejó ir, para después soltar una sonrisa triste y sentarse en el catre de la celda.

^°^°^°^

Limpiaba sus lágrimas con brusquedad mientras corría, subiendo la colina en donde estaba el árbol dorado de Giliath; el puente de la luz de Iluvatar con la tierra de Ennorath. Al llegar miró la copa fulgurante y se atrevió a lo impensable; tocar su tronco con una mano.

—Estoy aquí, a tus pies... He sido un fiel devoto de tus designios, he dedicado dos milenios a servirte; por eso, creador de la luz, te ruego que ayudes, o al menos que me digas qué camino tomar para salvar Ennor... Él está allá; también es tu hijo y si lo has visto, sabes que es el alma más pura y hermosa— lloró —Por favor...— se arrodilló tocando el árbol con las dos manos y miró hacia las hojas de oro que se movían con la brisa —si tengo que entregar mi vida a cambio de la suya, lo haré sin dudar.

La revelación del dios hizo que el alto elfo cubriera su rostro con una expresión estoica. Tragó duro al alejarse y miró hacia abajo, a la gran ciudad de Gilgalat.

Tras un minuto de completa quietud, Naruto extendió su mano hacia un lado.

Lang sûl (Espada de viento)— pronunció con voz grave y después de que una hoja transparente, larga y filoza apareciera en su palma, la apretó con ambas manos y en un movimiento rápido y decidido, cortó el árbol mágico.

El tronco no llegó al suelo, desapareció en el aire, transformándose en una esfera de oro líquido y luego se introdujo en el cuerpo de Naruto. Su piel se tornó dorada, de sus ojos y boca salía una luz resplandeciente y su consciencia se perdió en la inmensidad.

Giró lentamente, ignorando que un humo negro y pegajoso había comenzado a salir de las raíces cortadas del Giliath. Caminó directamente al puerto sin mirar a los lados, pues la petición de Iluvatar fué entregar su cuerpo y a toda su raza, a cambio de salvar a Sasuke. No se inmutaba por los gritos de terror ni por las construcciones cayendo a su espalda. La gran ciudad blanca era tragada y destruída por un torbellino de oscuridad. La raza de calaquendis, corrompida por su egoísmo, había sido desdeñada por su dios.

Naruto fué capaz de avanzar sobre el agua, mientras con cada paso las olas se calmaban para dejarlo pasar, dejando un alud de destrucción en la que una vez fué su tierra amada. Incansable, a los dos días atravesó la Puerta de Luz y solo entonces se giró. La bruma oscura lo seguía como una sombra, pero al extender sus manos y con el poder del dios, la tierra tembló y desde el fondo del mar emergieron enormes montañas, creando una barrera para proteger a la precaria tierra de Ennor.

A su paso los árboles de ramas desnudas se llenaban de hojas, el cielo sobre su cabeza ya no era rojizo, sinó claro y celeste. Así, el cuerpo resplandeciente del elfo, avanzó con lentitud hacia su destino.

HIJOS DE ILUVATAR (Terminada)Where stories live. Discover now