Aguanieve

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Advertencias: Pequeñas menciones al homicidio, lean notas del final.

Advertencias: Pequeñas menciones al homicidio, lean notas del final

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~•~

Osamu pasó casi toda la tarde consolando a Fyodor, no sabía lo que le ocurrió, pero suponía que era malo porque nunca en sus dos años viviendo con él lo vio así. Incluso tuvo que ceder a sus deseos de dormir abrazados, acurrucados el uno contra el otro mientras Fyodor se frotaba en busca de mimos. Esto causó asco en el castaño.

"Ya te dije que no me voy a ir, no tengo razones para dejarte" decía a la vez que apretaba los brazos de su novio.

A la mañana siguiente Fyodor salió apenas diciendo que volvería para la comida. El demonio planeaba moverse con Dazai pronto, y para eso debía asegurarse de no ser vistos por nadie, y Chuuya era el principal riesgo para su nueva vida.

Mientras el de cabellos lacios buscaba toda clase de información de Chuuya para deshacerse de él, Dazai se vestía con un montón de prendas cálidas para subir la montaña. Cada que estaba cerca de ese lugar le daba un escalofrío en la espalda baja y creyendo que sería bueno para su memoria ir a la cima y observar el paisaje, se armó de valor y comenzó su viaje.

A los pies de la montaña miró vagamente al cielo sintiendo una gran calma, quizás era su parte favorita de la vida, ver la inmensidad que lo obligaba a ser pequeño e insignificante. Apenas se percató de la pequeña cantidad de aguanieve que se acumulaba por el sendero.

—Ya me arrepentí de venir solo —murmuró para sí mismo con dificultad por la falta de aire, pero sus pies no se detuvieron, él siguió el camino sin mirar ni una sola vez hacía atrás. Se tomó su tiempo analizando la casa en la cima, nunca prestó atención a la extraña calma que le podía transmitir una estructura.

Siendo presa de la curiosidad se movilizó arrastrando los cansados pies por la primera fase de la nieve del año. Se escuchaba la música clásica por lo que se asomó por la puerta de cristal topándose con una imagen hermosa, el chico que vió en el pueblo vestía con prendas holgadas mientras usaba un rodillo para pintar la pared de la sala principal.

“Es hermoso” pensó el castaño cuando el más bajo abrió otra lata de pintura “Y un artista, que envidia”.

Los ojos azules se clavaron en los suyos, y la expresión del pelinaranja se perdió de inmediato, parecía haber visto a un fantasma. Dazai alzó torpemente su mano y con la sonrisa más nerviosa que hizo nunca, lo saludo a medias pues el muchacho corrió en su dirección asustandolo.

—¡Lo siento! —gritó cuando comenzó a correr pues el otro hombre abrió la puerta con desesperación—. Le juró que no estaba haciendo nada —tropezó con el aguanieve de la entrada y sobre él cayó Chuuya—. ¡Suélteme!

—¡Dazai! —gritó Nakahara apretando al más alto en un abrazo—. Eres tú, de verdad estás aquí conmigo —las lágrimas no tardaron en llegar al igual que el forcejeo de Dazai—. Te esperé por tanto…¡Y estás vivo!

Osamu no entendía porque lloraba, si bien sentía desesperación para quitarlo de encima, no le tenía miedo—. ¡Dejame ir! ¡No te conozco! —sus manos apretaron el pasto frío debajo de ellos hasta que alcanzó una roca y la usó para golpear la mejilla del de ojos azules—. ¡Me llamó Shuuji!

Chuuya parpadeó perplejo por el golpe, aunque aún así no no soltó, solo aflojó su agarre—. Dazai…soy yo, Chuuya —se acercó para rozar su labios y recibió otro golpe aún más fuerte—. ¡Dazai!

El de ojos avellana pateó su entrepierna cuando tuvo la oportunidad y lo hizo a un lado para arrastrarse y ponerse de pie—. ¡No te acerques! — advirtió cuando Nakahara se hincó y tenía claras intenciones de recomponerse y seguirlo—. ¡Maldito enano loco!

Las hembras naranjas de su cabello se adhirieron a su herida del pómulo gracias a las gotas de sangre que bajaban finamente hasta su barbilla, en su sien también había una lesión pero solo era dolor físico, nada comparado con lo mucho que le dolía el pecho—. Osamu, ¿Qué te ocurre? Soy yo, ahora todo está bien, te cuidaré.

—¡Ya te dije que ese no es mi nombre! —arrojó la piedra y salió corriendo tan rápido como sus extremidades se lo permitieron.

La vista de Nakahara se puso en negro gradualmente debido a la contusuoy—. ¿Era real, o me volví loco? —se preguntó a sí mismo tocando suavemente la heridas de su rostro, la espesa sangre era un recordatorio permanente de que al igual que Dazai, él murió.

Por otro lado, el castaño no se percató de sus propias lágrimas hasta que le nublaron los ojos y tropezó—. Maldito demente —volvió la vista al camino trás de él con la esperanza de verlo nuevamente—. Su maldita voz es igual…¿Por qué es igual? —cuando el dolor de cabeza se hizo intenso caminó con lentitud para bajar la montaña e ir directo a casa, pues el suceso lo hizo querer mudarse. Limpiando sus ropas volvió a tener el recuerdo de esa voz singular llamandolo holgazán—. Me volví loco —dijo para sí mismo.

———

"Oye, muévete, maldito holgazán" decía el hombre de voz gruesa en lo que parecía un gruñido.

"No, aún no me has dado ni un beso, te la pasaste ignorandome" la propia voz de Dazai era arrogante y pedante.

El joven soltó una risa "Sabes que no le puedo negar, maldita caballa".

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Por si quedaba duda, el párrafo final es el recuerdo de Dazai

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Por si quedaba duda, el párrafo final es el recuerdo de Dazai. Ay no, lloré mal escribiendo este capítulo, pero por otro lado no estaba satisfecha del todo, así que me tardé un montón en actualizar.
Espero que les guste. Gracias por leer.
-Honey

𝑯𝒆𝒂𝒗𝒆𝒏 [𝑺𝒐𝒖𝒌𝒐𝒌𝒖]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora