—Mi viejo me asesinará... no tendrá piedad... —se lamenta observando su para choques con ambas manos en la cabeza y con una expresión de preocupación.
—Está tan mal como me imaginaba que estaría. —comenta Mia igual de preocupada.
—Bueno... —me doblo de hombros— También, ¿a quién se le ocurre llevar a toda velocidad un Mercedes clase 2012 por una salida pequeña de autos compactos? —comenté lo obvio.
—Esto me pasa por querer hacerme el muy genial. —dice J.T apenado— Tendré que conformarme con las proezas que hago día a día, que ya me hacen suficientemente genial. —agrega con modestia.
Ya estaba oscureciendo y al fin habíamos llegado al parque de diversiones después de un gran recorrido por la carretera. Una vez fuera del vehículo, era claro que teníamos que avisarle a Jay que su parachoques trasero había quedado en malas condiciones después de su "gran hazaña" en la autopista.
Chris y Anggie se adelantaron al parque para comprar algunos boletos, en lo que se tardaban, Mia y yo nos quedamos a apoyar a J.T por la pérdida de su parachoques.
—¿Tendrá reparación? —preguntó Mia que se agachó para ver mejor.
—Claro que si, mi viejo puede reparar casi lo que sea en su taller, el auto no es lo que me preocupa... —se cruza de brazos— Lo que si es como va a reaccionar una vez él se entere. —comenta pensativo— Solo espero que el próximo auto de castigo no sea nada femenino. —agrega observando el parachoques.
Eso explica porque J.T conducía un viejo Delorean luego de haber chocado el Mercedes antes de este. Los métodos de castigo de su viejo realmente son todo menos poco originales.
—¿Estás seguro que no quieres que llame al mecánico? —insistí algo preocupado.
—No es necesario amigo, ya veré como lo acomodo. —dirige su mirada hacia mi— Vayan a divertirse, los alcanzaré luego de que le expliqué esto a mi viejo. —se despide con la mano mientras que con la otra sacaba su celular.
Asentí ante la sugerencia de mi amigo y le hice una seña a Mia para que me siguiera, ya que si nos quedábamos aquí seguro nos arriesgamos a tener que escuchar por el altavoz del celular los regaños del viejo de J.T hacia él, los cuales seguro estarán plagados de palabrotas con modismos mexicanos.
Luego de alejarnos lo suficiente del estacionamiento y seguir por un camino recto con señalamientos, finalmente habíamos llegado al parque de diversiones. El cual demostraba su genialidad en lo inmenso que era y lo brillante que aparentaba ser, a pesar de que todas las luces recién serían encendidas cuando estuviera todo más oscuro.
Mia veía feliz a la gente que pasaba por allí y admiraba la abundancia de lugares a los que podría que podía ir, sin mencionar lo impresionada que parecía estar al ver los juegos mecánicos.
—No puedo creer que al fin esté aquí... —dijo mirando todo con una gran sonrisa— Los parques de diversiones son más grandes de lo que creía. —agrega fascinada.
—¿En serio jamás fuiste a uno? —pregunté curioso.
No es que no creyera en lo que dice, simplemente me parecía increíble cuánto anhelaba conocer alguno y que tanto así no podía hacerlo.
—Para nada. —comienza ella algo apenada— Muchos iban a mi ciudad pero jamás tuve la oportunidad de ir a alguno, varios incluso lograba ver desde la ventana de mi habitación, aunque solo la rueda de la fortuna. —agrega viendo varios lugares.
Si ya de por sí me pone triste con solo imaginar en mi cabeza ese tipo de cosas que tuvo pasar Mia, seguramente experimentarlo es todavía peor. Tan solo ponerme en su lugar y entender como debió sentirse, y encima pensar que no podía hacer nada al respecto es muy lamentable.
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Estos sentimientos que reprimo
Teen FictionAntes de que la graduación lo aleje para siempre de la chica de sus sueños, Dan Roberts deberá enfrentar al peor de sus enemigos: su inseguridad persistente. Solamente si desea que finalmente sus sentimientos sean percibidos y posiblemente correspon...