3 | Fin de semana

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Erick

¿En qué demonios estaba pensando?»

No debí haberme quedado con ella, lo único que tenía que hacer era dejarla sana y salva y no meterme más en su vida, se supone que no nos conocemos, tampoco debí interesarme cuando la vi tan preocupada, todo es culpa de Fredy, ni siquiera sé por qué ayudé a Stella anoche. ¿Lástima? ¿Compasión? ¿Empatía?

No debió quedarse en mi casa, no debió caerle bien a mi abuela, no debí ver la película con ella y menos decirle que era mi favorita.

Aún recuerdo que Paula me enseñó el club de la pelea, me encantó desde ese momento y cada vez que la veía lo único que podía hacer era pensar en ella, en cuanto me gustaba y en lo mucho que me encantaba pasar tiempo a su lado, pero ahora solo pienso en Stella y en que cometí un grave error.

Ni siquiera me dio la oportunidad de decir algo, se preocupó tanto por el estado en el que su mejor amigo se encontraba que cerró la puerta de inmediato ignorando lo que pasó anoche.

Yo no puedo hacerlo, simplemente no me la saco de la cabeza.

Volví con mi abuela y al entrar a la casa me encontré con el almuerzo en la mesa, creí que recibiría un regaño, un sermón por no llegar anoche a dormir, todo lo que hace es sonreírme mientras termina de servir el té y actúa como si todo estuviera bien.

—Si no te sientas esto se enfriará.

—Claro, gracias, abuela —tomé asiento y vi una taza de más—. ¿Esperas a alguien?

Los primeros minutos no hay más que silencio, nos limitamos a almorzar de manera tranquila, no hay interrogatorio aún, pero como mi abuela es muy curiosa busca la manera de sacar el tema de una u otra forma, evadiendo de esa manera mi pregunta.

—¿Te dije que hoy tendré mi clase de repostería?

—Sí, abuela me lo dijiste anoche, acordamos que te llevaría.

—Sí, sí —le da un sorbo a su té—. Pensé que no te lo había dicho, es que ayer no sé en dónde tenía la cabeza, por cierto ¿en dónde estuviste anoche? —come sin mirarme—. Ahora que lo recuerdo no llegaste a dormir.

—Ah, ¿no?

—Erick —advierte—, no intentes evadir el tema conmigo —la mirada que me lanza en estos momentos aterraría a cualquier persona.

Prefiero no evadir el tema, tiene razón, con ella no se puede, no tiene caso intentarlo.

—¿Quieres la versión corta o larga?

—Obvio que la que viene cargada de detalles, sino mejor no me digas nada, anda, cuéntamelo todo.

Sonrío de lado, negando.

—Me pediste que llevara a Stella a su casa —asiente—. Pues hubo un cambio de planes durante el camino y terminé llevándola a una cabaña, se vería ahí con un amigo.

—Espero que no sea el jovencito que la dejó fuera del restaurante.

Todavía no puedo creer que haya aceptado salir con alguien como Fredy, ¿y él quién se cree para dejarla sola en la calle?

—No, no se trata de él, no quería dejarla sola, así que entré con ella a la cabaña y vimos una película juntos, pero nos quedamos dormidos, sino fuera por su amigo que llegó te apuesto a que seguiría allá.

Intenta contener la sonrisa, sé que se muere por decir algo, pero hace un gran esfuerzo por guardarse su comentario.

—Vamos, ya dilo.

Escapando del amor Where stories live. Discover now