Capítulo 6

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- ¿Qué haces aquí? ¿Cómo sabías dónde estaba?- coloco mis manos en las caderas.

- ¿Así es como me tratas después que te salvé la vida?

- Yo no te pedí ayuda. Me las podía arreglar sola ¡Lo estaba haciendo!- espeto

- Eso no es lo que parecía- arquea las cejas.

- No tengo tiempo para esto- hago un gesto despectivo con las manos- me voy.

- ¿A dónde?- su voz me detiene- ¿A enfrentar al que posiblemente terminará asesinándote de una vez y por todas?

- Él está en el trono en estos momentos. Quién sabe lo que hará. No lo puedo permitir.

- No estás en condiciones para enfrentarte a él- espeta- tiene a toda la guardia real y al pueblo de su parte. Todos creen que mataste a los reyes. No van a querer a una traidora como reina.

Tiene razón pero no puedo dejar que el general Albuk se salga con la suya. Después de todo lo que ha pasado me siento más fuerte, voy a convencer a todo de que Albuk es un mentiroso.

- No tengo otra opción Ken- bajo la cabeza y clavo mis uñas en las palmas de las manos.

El cansancio se apodera por completo de mí y caigo de rodillas en el suelo. Me siento patética. No pude salvar a mis padres. No pude detener a Albuk y ahora no puedo enfrentarme a él y salvar a mi reino.

Ken se acerca a mí con pasos moderados, se agacha a mi lado y me coloca la mano en el hombro. Miro primero su mano y luego observo su rostro. Se ve pacífico y tan hermoso.

Mirándolo así ni siquiera puedo pensar que es mi enemigo.

Ya no sé quiénes son mis enemigos.

- Ahora no es prudente que luches contra nadie.- tiene una expresión seria en su rostro- no estás preparada ni mental ni físicamente.

- ¿Entonces qué hago?- susurro muy cerca de él.

No sé por qué le pregunto.

- Deberías descansar y pensar en un plan. Vamos.- se levanta y me tiende una mano.

Lo miro desconfiadamente pero al final decido aceptar. Tomo su mano y me levanto. Une su cuerpo al mío y siento como escalofrío me recorre.
- ¿Confías en mí?- me mira a los ojos y niego con la cabeza. Al ver esa respuesta sonríe- Por esta vez confía. Cierra los ojos.

Lo miro por lo que parecen minutos. Muchos pensamientos pasaron por mi cabeza. Escenarios en los que ocurrían cosas atroces. Al final era un descendiente.

Entonces me vino a la mente la carta. Yo podría ser una descendiente.

No pienses en eso.

Decido no pensar en nada y arriesgarme. Cierro los ojos y él me presiona mucho más a su  cuerpo. De repente una presión se apodera de mi pecho. El viento despeina mi cabello y acaricia mi rostro. Siento como si volara, o cayera de un precipicio. Es una sensación liberadora. No sé por qué pero cada vez que tengo ese sentimiento de  libertad es en presencia de este hombre.

Antes de que pueda disfrutar con plenitud esa emoción todo se detiene. Abro los ojos y Ken me suelta.

- Llegamos.- dice. Mira hacia la casa que tenemos al frente.

-¿Qué hiciste? ¿Dónde estamos?- pregunto.

- Solo utilicé mis poderes de velocidad para llegar aquí. Para responder a tu segunda pregunta, estamos en la casa donde nos estamos quedando hasta que consigamos lo que vinimos a buscar.

Descendientes De La LuzDonde viven las historias. Descúbrelo ahora