Πρώτη ματιά

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Primer vistazo.

Si bien en el mundo abundaba la magia y cada ser que existiese era parte de ella, no todos podían manipularla a voluntad. Era un porcentaje menor a la mitad de la población humana, pero mucho mayor que tan solo una élite privilegiada.

Hace unos 300 años que hubo un aumento masivo de hechiceros y magos, aunque hay registros de ellos de muchos siglos atrás. Al principio reinaron las guerras, las disputas y la desconfianza hacia aquellos bendecidos. Las negociaciones fueron difíciles y largas, aunque eventualmente se logró la paz y unión entre todos los humanos.

Entre las medidas para evitar el abuso de poder de la magia, desde que el control de la magia es manifestado todos los usuarios van hacia escuelas mágicas. En ellas se aprende no solo a mejorar sus habilidades, sino también sobre los límites que no deben cruzar. La más famosa y prestigiosa de ellas, y actualmente la única oficial por el mundo entero, es Oneira.

Oneira es el nombre de la gran tortuga, la cuna de la magia, sueños en griego. Una de las pocas perteneciente a su raza, tortugas gigantes del tamaño de una isla, espirituales y oníricas. Muchas de ellas están en un letargo milenario, transformadas en tierra y roca, y otras yacen muertas en el fondo de los océanos.

Oneira llama a los magos, los atrae con su presencia. Al año hace un gran viaje por todo el mundo acogiendo a todos los iluminados por la magia. Cada uno de ellos pasará su periodo de 5 años, en donde podrán reintegrarse de nuevo a la vida mortal, ya habiendo aprendido el final de lo permitido. Ahí dentro, la organización será su nueva familia y sus nuevos guías en el descubrimiento de lo arcano.

Sin duda, presenciar a Oneira es maravilloso. Su gran cuerpo emergue de las aguas, abriendolas a su paso demostrando su majestuosidad, eclipsando a cualquiera que este cerca de la costa en aquel momento. Su caparazon es la entrada a su mundo, rodeado de una aura mística que no permite ver más allá. Como si se tratase de una festividad, la llegada de esta misma en los paises es recibida con gran emoción. Los gritos de los civiles, alentando a aquellos que comienzan su aprendizaje, victoriando una última vez.

Pero ahora mismo no hay nadie aquí.

Mi abrigo ondea por la brisa marina. Mi vista clavada al horizonte, esperando el momento en donde una vieja conocida asome la cabeza. No pasa mucho hasta ello. La tortuga sobrenatural me mira a la distancia, con aquellos ojos tan oscuros como el alquitran. Emitió un débil sonido, suficiente para entenderla.

— Muchas lunas desde tu última aparición, χιόνι. Sigues vivo.

— Tan solo soy el recipiciente mortal sobre lo poco que quedó de chióni, Oneira. No te ilusiones, ni mucho menos te sientas amenazada.

— Un simple mortal con los restos de un φίδι tan temido, ¿qué buscas aquí?

— Un juego que aprendí hacia un tiempo, Oneira. Hagamos un trato, tú y yo.

Estiré mi mano, la cual al mencionar aquella palabra clave se encendió en simbolos antiguos y prohibidos. Mi objetivo estaba claro, mis cartas sobre la mesa y un comodín bajo mi mano. Oneira me miro, notando mi impaciencia, y pareciendo burlarse de ella.

— Mortal, mi condición es tu nombre. Tan solo tu identidad y obtendras lo que deseas.

Sonrio.

— ゆうと

όνειραWhere stories live. Discover now