εφησυχασμένος

12 2 33
                                    

I. Σχοινί και δύο καρδιές.

Friedrich der Schöne pertenecia a la clase de los hechiceros. La clase más común y más variada, con muchos de los más famosos referentes de la magia. Los aprendizajes eran de los diversos, al igual que las especialidades de cada uno de los alumnos. Friedrich no destacaba realmente como alguien popular, o un dotado de habilidades extraordinarias. En la cuna de la magia pasaba como uno más, a diferencia del mundo de afuera.

Después de todo, él venia de una importante familia de nobleza, una de las tantas que eran parte de las candidaturas a la realeza. Allá le llamaban príncipe, aquí le llamaban simplemente Friedrich. Era un cambio que le agradaba.

Su pierna se movia ansiosamente sentado afuera de la oficina de su tutor. Miraba a la fija nada pensando en que debio haber hecho, pues según él estaba haciendo lo mejor por adaptarse con otros chicos y no actuar como un raro. Unos minutos más de tortura pasaron hasta que fue llamado a entrar.

— La razón por la que estás aquí es... — Y Friedrich comenzó a temblar violentamiente, como quien es citado a reconocer un cuerpo en la morgue, acción que no pasó desapercibida por el profesor — No es nada malo, tranquilo. Ya casi han pasado dos trimestres y es el momento en donde nos damos cuenta del camino que tomarán los de primer año. Tu caso es especial.

— ¿Especial?

— Tienes una capacidad de curación extraordinaria, mucho mayor a la media. En su punto más alto y con mucho entrenamiento podrias hasta curar a crónicos. Ahora, el pero es que eres... ineficiente en todo los demás.

A Friedrich se le cayó el mundo.

A altas horas de la noche en el cuarto, cuando el resto de sus compañeros dormían e incluso roncaban, el rubio soñaba despierto con las caras de decepción de sus padres. Imaginaba sus ojos reflejando el más puro fracaso y como otro heredero más no era suficiente. Que sus hermanos mayores esto y lo otro, que había un linaje que continuar, que ya estaban cansados de todos esos fracasados...

No pego ojo en toda la noche.

Al día siguiente su mente divagó buscando una solución a un problema casi imposible, cosa que lo distrajo totalmente de sus clases aunque ni siquiera importaba. Como si ya hubiese aceptado que solo podía quedarse atrás y tan solo curar, y buscaba desesperadamente revertirlo, a toda costa. No podia quedarse de brazos cruzados y en cuatro años y medio ser la proxima decepción de los der Schöne.

Durante las siguientes semanas se dedico a investigar, buscando al fenomeno o milagro mágico que pudiese ayudarlo. Cuando los recursos dentro del mundo onírico se le acabaron, mucho no le costó continuar con contrabando. Libros a menudo censurados, testimonios y sobre todos los mismos rumores que circulaban en la escuela.

Y todo se remontaba a los blancos.

El uniforme escolar tenía la misma estructura para todos: la chaqueta, pantalones, falda, shorts, medias, sueter, guantes. Todos con un mismo diseño y a elección de la comodidad del estudiante, incluso los colores. Podias ir de rojo o azul, el amarillo más fluorecente que quisieras incluso, todos los colores excepto el blanco. Ese color era reservado para ciertos alumnos especiales, y verlos por los pasillos era tan raro que su existencia parecia un rumor. 

Friedrich no tardó en enterarse que aquellos alumnos destacaban por una particularidad mágica. Y es que ellos tenían unas dotes de los más impresionantes, provenientes de tratos con las criaturas mágicas más enigmaticas que existían, nominadas demonios para los humanos. Ellos no solo eran magníficos, sino tambien extremadamente peligrosos y por ello estaban alejados, casi aislados del resto de los demás magos. 

όνειραМесто, где живут истории. Откройте их для себя