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130 d.c

Después del funeral todos se encontraron reunidos en la terraza, socializando, como si no hubieran acabado de despedir a Laena.

Vaegon abrazaba a sus hermanas, las niñas ya estaban más calmadas pero no se había podido separar de ellas. Tenia su mirada perdida en el mar hasta que sintió la presencia de Jacaerys, el niño no supo que decirles y volvió a alejarse.

-Vallan con su abuela, las buscaré después, si?- las gemelas asintieron y se fueron dejándolo solo.

Con paso seguro se acercó a su primo.

-Lamento mucho la muerte de sir Harwin- el muchacho se había enterado del horrible suceso por las habladurías de los demás. Vaegon lamentó su muerte, el hombre siempre fue muy amable con él, lo había entrenado por años y lo llegó a considerar un amigo.

-Yo lamento la muerte de tu madre.

-Preferirias estar en su funeral, no es así?- con algo de duda el niño asintió- esta bien, puedo entenderlo, no estás solo en esto Jace- abrió sus brazos y el menor se dejó en volver en un abrazo.

-Gracias Vaegon- susurro contra su pecho.

Mientras tanto en otro parte de la terraza se desarrollaba una conversación bastante interesante.

-No tenemos nada en común- dijo Aegon con desagrado.

-Es nuestra hermana- contesto Aemond.

-Casate con ella, entonces.

-Cumpliria con mi deber, si madre nos hubiera comprometido.

-Es estúpida.

-Será tu reina y es claro que no la mereces- Le dio una mirada molesta antes de alejarse de él.

Se sentó con suavidad al lado de su hermana que tenía la mirada concentrada en una araña.

-Crees qué sea prudente acercarse a Vaegon?- pregunto el menor.

-No estoy muy segura, probablemente no querrá separarse de sus hermanas- Aemond le dio una mirada cargada de tristeza, el quería acompañar al peli negro en su dolor- tranquilo, cuando este listo, él mismo nos buscará.

🔥.

La noche había caído, después de asegurarse que sus hermanas estaban dormidas, Vaegon se fue en busca de Heleana.

Llego a la puerta y entro sin siquiera tocar.

-Dime que no es cierto- mencionó con desesperación.

-Vaegon- se acercó a él con paso apresurado.

-Dime qué no estás comprometida con Aegon.

-Madre así lo decido- bajo su cabeza no podía verlo a los ojos, acción que no duró mucho, el peli negro la tomó por el mentón evitando que apartara la mirada de nuevo.

-No, no me digas eso- paso su mano por la mejilla de la contraria, atrayendo su rostro al suyo- No puedo perder a ti también, no hoy- su voz estaba quebrada.

-Lo lamento tanto.

Entonces un sollozo resonó por toda la habitación, Vaegon se había quebrado no pudo contener más lágrimas y estas empezaron a salir sin parar, se permitió no ser fuerte, dejó de mostrar falsa fortaleza y lloró como cuando era un pequeño niño de cinco años. Sabia que con Helaena no tenía que seguir fingiendo, estaba en un lugar seguro.

El Deseo Del Dragón.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora