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137 d.c

Estaba oscureciendo cuando Vaegon dejó los aposentos de reina. Habían hablado toda la tarde, la mujer estaba muy interesada en saber que fue de su vida los años que estuvieron separados.

Paró su camino en la habitación de Heleana debatiendo si debería entrar o no. Al final lo hizo, le pidió al guardia que no lo anunciara, tocó la puerta y después de una respuesta afirmativa, entró.

- Hola, Hela.

- Vaegon- se acercó a él y se unieron en cálido abrazo.

- Vine a conocer a los niños, hablas tanto de ellos en tus cartas que me muero por verlos.

- Tendrás que esperar entonces, los gemelos ya están dormidos- hablo Aemond con algo de molestia, haciendo notar su presencia.

- Pero, puedes ver a Maelor- dijo la mujer con algo de nerviosismo.

El peli negro se acercó a la cuna y cuando su mirada chocó con un par de ojos iguales a los suyos, se quedó estático en su lugar. Después de procesarlo por varios segundos, tomó al niño entre sus brazos empezando a mecerlo, logrando sacarle una pequeña risa y no pudo explicar lo que sentía, estaba lleno de alegría y confusión. Miro a la mujer esperando que confirmara sus sospechas y ella solo asistió.

- Por qué nunca me lo dijiste?

- No podía mandar una carta con esa noticia- dejo al niño otra vez en la cuna para acercarse a ella.

- Claro, tu nos abandonas y ahora haces reclamos. Te olvidaste de mi existencia y crees que las cartas que compartes con Hela son suficientes para llenar tu ausencia. Yo soy quien ha tenido que cuidar de nosotros todos estos años, solo acepta que no te importamos- la rabia en el tono de voz de Aemond era palpable.

- Dame tu daga- pidió Vaegon mientras se quitaba en collar que llevaba puesto.

- ¿Para qué?

- Quiero mostrarles algo- extendió su mano y daga fue puesta allí- Hela, me dejas ver tu mano izquierda- la rubia le extendió su mano.

Unió los tres objetos. El anillo, la daga y el collar compartían la misma piedra roja. Un símbolo de su amor.

- Hace muchos años mandé hacer estas piezas pensado en mis sentimientos por ustedes. Claro que me importan, esta es la única forma que tuve para preservar nuestra unión.

- ¿Crees qué eso es suficiente?- dijo el rubio con algo de duda en su voz. Las palabras de Vaegon lo habían desestabilizado.

- No, se que no lo es. Nunca quise que nos seperaramos, pero dime una cosa Aemond, si te hubiera pedido que dejaras todo esto para irte con nosotros ¿lo hubieras hecho?- No hubo respuesta, solo le dio una mirada antes de irse de la habitación- ¿Tu también estás enojada?

- No, entiendo muy bien tus razones y aunque fue doloroso estar sin ti, pude soportarlo sabia que volverías a mi. Ve por él, te necesita tanto o más que yo. Nosotros hablaremos después- dejo un beso en sus labios antes de salir de la habitación.

Caminaba con paso apresurado por la fortaleza, hasta que al fin lo vio en uno de los pasillos. Se acercó y lo tomó del brazo.

- Déjame en paz- intento irse pero el peli negro lo acorraló contra la pared más cercana.

- Solo quiero hablar, no tienes que hacerlo tan difícil.

- jum.

- Ahora eres de pocas palabras, recuerdo que cuando eras pequeño no podías parar de hablar, un detalle muy encantador a mi parecer.

El Deseo Del Dragón.Where stories live. Discover now