Capítulo 9 | Easton

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Easton

Llego a casa enfadado después de salir del trabajo que me salto la visita al hospital, me siento un poco culpable por ello, pero no quería ir al hospital de malhumor y arruinarle el día a mi madre, al final, terminé llamándola en el trayecto a casa.

Me deshago de mis zapatos y los dejo allí en la entrada como si nada, soy un amante del orden, pero en estos momentos no me pasa por la cabeza ordenarlos, estoy estresado y un poco furioso, mi padre ya me había hablado anteriormente sobre Marshall Laurier y lo exigente que era como chef, además de que había leído un sinfín de artículos sobre ese hombre antes de trabajar en su restaurant, sin embargo, nada se compara con tenerlo frente a ti y que te eche su malhumor en cara.

Abro el refrigerador con enfado y reviso los trastes que he guardado con las sobras del día anterior pero no me apetece comerlas así que tomo una botella de agua helada y cierro el refrigerador para luego ir al sofá y buscar en mi celular el número de mi pizzería favorita. Tal vez suelo ser exigente con la comida, sobre todo cuando soy yo quien la está preparando, pero sé apreciar la sazón de los demás y la pizzería de Louilli es de mis favoritas, en especial esa pizza estilo mexicana que no tiene nada que ver con la pizza italiana tradicional.

Después de ordenarla, enciendo el televisor y reviso los canales en busca de algo entretenido, pero alguien no tarda en llamar a mi puerta y frunzo el entrecejo porque no hay forma de que la pizza haya llegado tan rápido si apenas la he ordenado.

Cuando abro la puerta, me encuentro con Hazel, quien alza la cabeza para poder mirarme mejor.

─Hola ─me saluda casual, su ceño se frunce un poco al igual que él mío, la veo que se acomoda unas puntas de su cabello antes de volver a hablarme─. Me enteré sobre la visita de Marshall, quería venir a comprobar que estabas bien.

No me sorprende que Hazel tenga contacto con Sheila, pues ha dejado muy en claro que le agrada lo suficiente como para ser su amiga y no me desagrada para nada, Sheila es una excelente persona y Hazel parece como alguien buena con quien ella puede congeniar perfectamente. Como no estoy del mejor humor, decido omitir cualquier comentario negativo, creo que ya he dejado en claro que a veces suelo ser algo rudo y me he desquitado con Hazel en el trabajo un par de veces.

─No fue gran cosa ─digo para restarle importancia pero en realidad lo fue, Marshall al parecer había llegado molesto al restaurant y se había dirigido a una mesera nueva a la que se le había resbalado uno de los platillos al intentar agarrarlos con una mano, él hombre no dudó en reprochárselo y despedirla al instante, quizás la situación no fue tan grave pero me hizo recordar a mi padre y lo rudo que a veces resultaba ser con algunos de sus empleados que eran meseros, en lo personal, me disgusta la idea de que suelan tratarlos mal porque, hay que ser muy honestos, ellos se llevan la parte amarga de nuestro trabajo todo el tiempo, que si a alguien no le gustó la comida del chef, le reclaman al mesero primero, que la comida estaba fría, se la reclaman al mesero, que tardamos mucho cocinando y el platillo no estaba listo a tiempo, se lo reclaman al mesero y no siempre es de la mejor manera.

Los labios de Hazel se aprietan en una fina línea, puedo notar que le desagrada un poco y que mi respuesta no la deja conforme, claramente no la hará marcharse.

─¿Te importaría decirme qué sucedió? ─alzo las cejas porque no me esperaba ese comentario, ¿por qué le interesa tanto? Tan pronto como lo pienso, ella da una respuesta─. Es que, tuve que marcharme repentinamente y bueno, Marshall Laurier es el dueño y ya sabes, pensé que por no estar allí nos había metido en problemas a todos.

─Créeme, no tiene nada que ver contigo ─le aseguro cruzándome de brazos, sus ojos hacen contacto con los míos para confirmar que digo la verdad─. Fue una estupidez, más bien.

Chef KissesWo Geschichten leben. Entdecke jetzt