C A P Í T U L O II

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El vuelo fue un poco incómodo para el joven norteamericano, por alguna razón sentía una abrumadora sensación de regresar a aquel pasado que pensaba no hace mucho tiempo se había disipado en su mente

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El vuelo fue un poco incómodo para el joven norteamericano, por alguna razón sentía una abrumadora sensación de regresar a aquel pasado que pensaba no hace mucho tiempo se había disipado en su mente. Aquellos tortuosos recuerdos le provocaban náuseas, ¿cómo es posible que, de la nada, Inglaterra se mostrase más abierto, sensible y tratando de verse comprensivo? Aunque esto último sea en diminutas dimensiones. Oh, olvidó por un momento que todavía iba en pijama.

Su acompañante se encontraba leyendo un libro, aquellos clásicos universales que a los humanos les dejan de tarea en la secundaria o preparatoria, por lo que no se atrevería fácilmente a dirigirle una palabra o gesto, mejor optó por ver a la ventanilla a un lado suyo, un poco para ubicar en el fondo del paisaje si seguía habiendo un eterno color azul marino o una mínima aproximación de tierra. 

Era de tarde-noche, sus párpados le pesaban, rogando por una pequeña siesta, pero era necio, a Estados Unidos no le gustan aquellos reposos. Estaba seguro que no faltaba mucho, ya que escuchaba sin voltear el origen del desesperado sonido de hojas frotándose, como si alguien quisiera encontrar una página perdida rápidamente.

— De verdad que no entiendo tu nerviosismo, en todo este tiempo que te conozco jamás, JAMÁS te has puesto así. — comentó Estados Unidos un poco angustiado — ni siquiera en mi Independencia. — temía que Inglaterra le reprochara algo, que se quejara de algo mínimo hecho por el estadounidense y cayó en la cuenta que le seguía teniendo miedo. Qué inepto.

Sin embargo el inglés suspiró, como si estuviera esperando ese comentario. — Tu novia no estaba tan equivocada. —

— Espera, ¿es cierto que tuviste sexo con Dinamarca? — dijo el joven pasmado.

— ¡¿Qué?! Ay no, ya rompiste el ambiente por completo, mejor no digo nada. — replicó enojado Inglaterra cruzándose de brazos.

— Ya, ya, perdón, era...lo otro. — debía contrarrestar la atmósfera. Vaya, México sí tiene buena intuición.

— La plática es sobre nuestra familia, esto no se ha hablado por casi un milenio. — Estados Unidos estaba conmocionado, ya no tenía sueño, no se sentía cansado o agotado por el viaje en avión, se aproximó abruptamente a su ex tutor a punto de interrogarlo pero fue interrumpido por Inglaterra. — No creas que te diré todo aquí, será mejor que esperes, pero todas tus preguntas serán respondidas en su debido momento. —

— Un milenio...no lo puedo creer, no pensé que fueran tantos años. — bufó el norteamericano, pasando su mano por su cabello, hasta cierto punto sonreía de la emoción; una pequeña dosis de adrenalina recorría su cuerpo. Durante mucho tiempo se pensaba que el país del continente americano solamente se fijaba en el interior de su territorio, importándole poco sobre el pasado o al exterior de su propia mente, pero qué equivocados estaban esos prejuicios: de niño su curiosidad era gigantesca, pero lo mantuvo como un hobby que terminó siendo la causa de su -a veces- egocéntrica visión del mundo. A Inglaterra no le sorprendió en absoluto ese escalofriante gesto. — ¿Pero por qué hasta ahora? —

SECRETO FAMILIARWhere stories live. Discover now