Deporte

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Siempre se ha preguntado como es que ella era tan estúpidamente buena en el deporte.

¿Era porque su padre la había enseñado a pelear desde que era muy pequeña?

Tal vez porque siempre estuvo estuvo jugando al futbol incluso cuando tenía descansos.

Ella era tan buena en todo lo que estuviera dentro del deporte que nadie se sorprendía de que la pelirrosa fuera la entrenadora oficial del equipo femenino de la Academia Durandal y la Jefa del club de asesinos.

Sabía que ella era buena, siempre la había visto jugar, incluso en Labrys, pero ahora que Avarosa se encuentra justo en el equipo y tiene que seguir sus entrenamientos, se da cuenta que es lo que la hace tan maldita buena jugadora. Ella se preocupa por las chicas, porque no se hagan daño, pero no lo muestra, lo saca a relucir ladrando ordenes o regañándolas para que cambien de posición.

Especialmente ahora es cuando a Ashe le dan muchas ganas de ejercitarse, porque tiene a la chica de ojos azules mirando minuciosamente su pierna para revisar la herida que se acaba de hacer tontamente.

Es difícil mantener la mirada cuando ella la mira con una expresión preocupada grabada en sus rasgos afilados.

Si le pides ser sincera, jamás ha disfrutado más de tener una herida. Casi no siente ni el dolor mientras la chica un poco más alta pasa su brazo por encima de sus hombros para cargarla hasta la enfermería.

Puede notar la incomodidad en el cuerpo de Katarina mientras llama a la puerta, esperando a que Soraka responda. Y es que su cara esta tan cerca de la de ella que casi, casi se emboba recordando aquel día en el que tuvo el extraño placer de besar a la chica.

Pero eso es una historia de otro día. Un día en el que ella se sienta lo suficiente valiente como para hablar sobre Labrys y sus estudiantes.

Se sienta en la camilla, evitando por completo devolver esa mirada extrañada de la pelirrosa, que no hace más que observarla mientras Soraka limpia y coloca una pequeña tirita sobre su herida.

Es de las primeras veces que la pelirrosa habla con ella tan directamente en cuanto dice—Ten cuidado, Avarosa —y, aunque suene raro, le sorprende que la asesina no le haya acabado gritando como suele hacer con sus compañeras.

Tal vez se está familiarizando con la obsesión de Ashe.  

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