🧸 Estrechez de corazón 🧸

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¡Advertencia!
Contiene mención de armas y sangre.

En la pesadez de su corazón, aún podía sentir los lentos latidos que este daba; eran contados mentalmente, como ovejas

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En la pesadez de su corazón, aún podía sentir los lentos latidos que este daba; eran contados mentalmente, como ovejas. Uno, dos, tres... Y así duró por cinco minutos, o eso parecía que se sentía, pues ya no tenía razón del tiempo, todo parecía lento. Muy lento.

¿Cuánto tiempo lleva de esta manera? Ya sabía que no había funcionado, que era inútil continuar; ya había perdido y no existía vuelta atrás, había pasado lo que muchos temían, que incluso él ya había aceptado: perder contra Luzu. No le bastó con las insistencias de Rubius acerca de cuidarse, que no haga algo sin él, que no estuviera sin él, pero ¿no volvía a caer en esa dependencia nuevamente? Claramente sí. No quería volver a tener a un "100%", quería tenerse así mismo, como antes. Solo él, solitariamente él, el solitario Quackity. Pero ahora se arrepentía, ahora sentía su cabeza explotar por sobrepensar sus últimos alientos y los lloriqueos de alguien que intentaba torpemente detener la sangre. No pudo evitar fijar ahora su vista a las manos con guantes de cuero rotos, dejando ver uñas mal pintadas de negro y heridas; explorando las mangas sucias y partes rasgadas de la camisa, rasguños, sangre y lodo, acompañado de un pecho que subía y bajaba con rapidez, tanta que le alarmó un poco como esto provocaba que la herida que había hecho en un costado de las costillas, pues parecía haberse abierto nuevamente y corría sangre. Una sonrisa se formó con dificultad en su rostro al llegar a mirar los rubíes cristalinos.

— ¿Por qué lloras? —preguntó, mientras ponía su mano sobre las dos que hacían presión en su pecho-. No estoy muerto.

— ¡Quackity! —la exclamación entrecortada de Luzu le hizo confundirse, sonaba exaltado y emocionado, acompañado de una repentina fuerza en su pecho—. Dioses, por favor aguanta. Ya llamé el cuerno, Rubius no tarda. Dioses, gracias, gracias...

Los sollozos de Luzu fueron más audibles para Quackity, que seguía en una inexplicable calma. ¿Por qué estaba emocionado? ¿Por qué llamó Rubius? ¿Por qué chingados trataba la herida que le hizo?

— Luzu... Cabrón, tu herida —habló ahora con cierta dificultad, sentía que cada palabra se ahogaba, que se quedaba con corto oxígeno—. La estás abriendo, pendejo.

— No importa.

— Sí importa.

— Shh, que apenas si puedes respirar, gilipollas —cortó la conversación Luzu, mientras pasaba su mirada en el rostro pálido de Quackity. Este sólo sintió algo de incomodidad, habían pasado muchas cosas. Primero para la espada entre su pecho, claramente fallando al no darle en el corazón, y ahora lo estaba manteniendo vivo. ¿Quién entiende a los españoles? No, ¿quién entiende a Luzu?

— ¿Por qué no me matas?

— ¿Por qué fallaste tu tiro?

—Touché.

— Si me contestas, te contesto... —suspiró exasperado Luzu, que ahora su llanto se calmó y sólo silenciosas lagrimas caían, que inconscientemente mojaban levemente la camisa de Quackity.

— Porque quería recuperar por ultima vez tu confianza.

Claro que iba aprovechar el aturdimiento de Luzu ante su respuesta para acercar más el arma a su mano.

—¿M-mi confianza?

— Sí, la única cosa que valoro en mi vida.

Ya tenía el arma en su mano.

— ¿Qué dices? Si yo te traicioné, me merezco estar muerto, Dioses no, pero... ¿Por qué dejaste que todo esto siguiera?

— Para que te conozcas. Mataste, abusaste y torturaste a inocentes.

— Y tú mataste a inocentes.

— No maté a Tierra, fue un lobo durante el camino... Y perdón por tus mascotas, piénsalo un karma por lo que me hiciste hacerle a Rubius con la manzana esa.

Volvió a sonreírle, llevando una de sus manos a su rostro. Secó las lágrimas y dio un suave apretón en la mejilla de este. La calidez de escuchar su quejido acompañado de una risa ahogada nunca se irá, ni el amor que sentía al verle los ojitos rojos brillar y la pupila dilatándose a su mirar. Saber que él era la razón del brillo de Luzu le hacía aumentar el ego.

Una pena, todo pudo haber sido perfecto.

Con rapidez, tomó con fuerza el arma, apuntó y ¡bam! El cuerpo de Luzu cayó encima suyo, al igual que la sangre de este en su rostro. De repente volvió a sentir como si algo se estuviera escurriendo, no sabía si era su propia sangre o la de Luzu, pero ya no importaba. Con la misma mano que disparó, soltó el arma y la colocó en la cabeza que reposaba en su pecho; pasó la mano sobre las hebras castañas, que poco a poco iban perdiendo ese brillo y suavidad, tornándose opaco y áspero.

— Tenía que fingir que todavía podías confiar en mí —a este punto, se sentía ahogar, eran ahora balbuceos que salían de su boca—. ¿Me creíste tan santo...? Te la estoy devolviendo, hijo de tu puta madre...—estaba hablando tan pausado, la falta de oxigeno le está facturando—. Te di lo que merecías, una traición. Estamos a mano, Lusu... Pero ve el lado bueno, vamos a morir juntos. Juntos desde el principio, juntos hasta el final, como siempre quisimos...

Quackity cerró sus ojos, y, por primera vez en años, descansó con una sonrisa.

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Luckity |drabbles|Where stories live. Discover now