TRES

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No confíes en mi.

—¿Ey a donde vas con eso?.— Hablo Fernando a mis espaldas.

—Por mi hija.— mire la reluciente glock que una vez mi abuelo Juan me obsequió.

—Entonces vamos los dos, no te voy a dejar sola con ese loco.— Me miro a los ojos y asentimos juntos con la cabeza para salir disparados al garage de la casa.

Tomé el control de mi Cadillac Lyric, esa Cadillac que Ivan me regaló.

<<Usted es un pecado que hace enloquecer sólo con verla>>
Un flashback se me vino a la mente pero no era tiempo de recordar, aún no.

No dudamos en subirnos y en menos de un minuto ya estábamos tomando carretera.

Esperaba y rezaba a Dios para que Ivan siguiera viviendo en la misma casa, las probabilidades eran bajas pero me mantenía positiva.

—Te amo Amor.— Acaricie su mano y detalle cada parte de su cara.

Mi Fernando, era lo mejor que me había pasado.

—Yo te amo más.— Agarro mi mano, la apretó fuerte y aceleró la camioneta.

El era tan parecido a Fidel, mi Fidel, tal vez esa era la razón por la que yo amaba a Fernando y me casé con el.

Casi hora y media de estar conduciendo llegamos al domicilio, sin duda el seguía viviendo ahí ya que hombres armado merodeaban la zona.

—¿Iremos a ocupar el machete?.— pregunta Fer al mirar todos los hombres que cuidaban la casa.

—Mmm, ¿Lo trajiste? Por que creo que si lo ocuparemos.— Analice la situación.

Fer estacionó Justo enfrente de la entrada principal de aquella enorme casa moderna, rápidamente los hombres voltearon a ver la camioneta y sin pensarlo dos veces abrimos las puertas y nos bajamos.

—¿Ustedes quienes son?.— Se plantó frente a mí un muchacho mientras agarraba con firmeza su arma.

—Soy la mujer de Iván, necesitamos entrar.— mis manos comenzaron a temblar un poco por el miedo.

—¿Como se que dices la verdad?.— Sus ojos me miraron retadores.

—Ve y pregúntale al Nini, dile que Paulette Villareal está aquí y así comprobarás que no miento.— El tipo se fue y en algunos minutos volvió.

—El señor los espera.— Nos dejaron el camino libre y nos introducimos a la casa.

Fer me agarro de la mano y entramos juntos.

Todo estaba igual a la última vez que vine y aún estaba esa pintura mía, la sala perfectamente decorada, el piso de mármol reluciente.

Una voz me saco de mis pensamientos.

—¿Que trae aquí a mi mujer?.— esa voz hablo detrás nuestro, me giré para verlo y ahí estaba el.

—Venimos por nuestra hija.— Afirmó Fer.

—¿Por esto me cambiaste?.— Obcervo de arriba a abajo a Fernando ignorando completamente lo que le dijimos. —Tengo más dinero y clase yo.

𝒟𝒾𝓈𝑒́𝓃̃𝒶𝓂𝑒 | 𝕀𝔸𝔾Donde viven las historias. Descúbrelo ahora