𝐼𝐼 - 𝐸𝓁 𝒹𝑒𝒸𝓁𝒾𝓋𝑒

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-¿Vives solo, Akaashi?

La pregunta de Bokuto se funde con el silencio del apartamento que se resquebraja lentamente con sus pisadas. Akaashi deja el abrigo en el perchero a mano izquierda y ladea la cabeza para dedicarle una mirada afable a su invitado.

-No, vivo con mi hijo.- responde con total confianza.

Llevan casi 3 horas hablando sobre los años perdidos en un bar, por lo que sentirse avergonzado ahora sería contradictorio.

Bokuto había empezado fuerte, hablando de cómo su carrera profesional había tomado forma desde que había ingresado en la universidad y que había despegado poco después de empezar su segundo año.

Afirmaba sentirse con suerte.

Parece que el omamori que habían comprado sus dos hermanas mayores en el templo cercano a la casa familiar Bokuto, y el augurio de fortuna que llenaba sus corazones, había funcionado.

Ellas están entusiasmadas porque su hermano pequeño ha conseguido lo que tanto soñaba alcanzar.

Por su parte, Akaashi había hablado de sus años universitarios con añoranza y recelo, debido a que en ellos había mucho más que horas de estudio.

En aquel campus universitario, alejado de su hogar y de las personas que lo conocían desde pequeño, descubrió que no estaba solo en muchos de sus caídas al abismo del desamor.

Así fue como conoció a un senpai que no solo le brindó ayuda con las materias que parecían retorcerse en su mente, sino que fue el primero en llenar el vacío que el amor por Bokuto había creado, y el primero de una pequeña lista de "follamigos".

"Todos tenemos necesidad de cariño, Akaashi. No te prives por no haber sido correspondido." Aquellas eran las palabras que más repetía su senpai.

Akaashi sabía que tenía razón, pero su corazón seguía demandando cariño de un chico al que había alejado de sí mismo a propósito.

"Que estúpido es el corazón humano. Se enamora de quien le hace sufrir y se hace el ciego ante quien le entiende."

La frase que definía su malestar sentimental durante esos cuatros años había aparecido de repente en un libro de segunda mano, apilado entre muchos otros libros sin dueño. Considerados basura por no ser best-seller o por no tener una editorial que los respaldara, esperaban hasta que alguien los rescatase de la incertidumbre de acumular tiempo y polvo en un rincón.

"Llueve en el vacío de mi pecho" de Takao Rinko. Un título y autor que no le sonaban, pero que parecían entenderle mejor que nadie.

-Espera, ¿estás casado?- el tono de sorpresa en su voz le hizo esbozar una sonrisa tierna.- Te has casado y no me has invitado a la boda, eres un kohai muy desconsiderado, Akaashi.

El susodicho camina hasta la estancia inicial del apartamento para descorrer las cortinas y permitir que el anochecer decore mínimamente el ambiente con una luz espectral. Bokuto le sigue con la mirada y con una expresión de decepción cruzando su rostro.

-No estoy casado. Adopté a Keito hace unos dos años.

Akaashi enciende la luz del apartamento y Bokuto abre los ojos ligeramente.

Su molestia inicial por no haber sido invitado al evento se esfuma y queda una estela de incertidumbre dando vueltas en su mente. Parpadea impresionado, asimilando la idea de ver a Akaashi con un niño pequeño a su lado, pero sin mujer.

Akaashi percibe la confusión en su rostro.

-Si tiene alguna pregunta, hágala.- dice con determinación en el paladar.

Tiempo y polvoWhere stories live. Discover now