11-Julie

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Estoy parada en algún lugar, miro para todos lados y no logro ubicar en donde me encuentro

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Estoy parada en algún lugar, miro para todos lados y no logro ubicar en donde me encuentro. Veo gente correr de un lado a otro. Veo un chico parado delante de mí. Es Dan. Me habla, pero no logro entender lo que dice. Intento hablar, pero mi voz no sale.

Todo estalla.

Siento una presión en el pecho y no me permite respirar con normalidad, de repente hacer algo tan sencillo como inhalar y exhalar se vuelve dificultoso, me duele y las lágrimas me queman en la parte posterior de mi garganta, un dolor intenso se propaga en mi mandíbula inferior y me arde. Cierro mis puños y mis uñas se clavan en mis palmas. Es un sueño.

Me repito una y otra vez. Esto no es real.

Cierro mis ojos con la esperanza de que al volver abrirlos todo vuelva a la normalidad.

Me desperté asustada. Mi corazón estaba acelerado. Pase la mano por mi rostro. Y suspire borrando el recuerdo de ese sueño que me persigue a toda hora. Me di la vuelta y gruñí cuando vi que solo eran las nueve. De un sábado por la mañana.

Debo hablar con Haeri de esto. Las pesadillas son cada vez más repetitivas. Se que son solo eso. Pesadillas. Pero cuando estoy despierta me persigue esa opresión en el pecho. Y tarda mucho en desaparecer.

Me tumbé sobre mi espalda y miré el techo. Dado que ya estaba despierta, no había esperanzas de que el sueño volviera a mí. Sentí el timbre. Me incorporé, frunciendo el ceño.

Alguien estaba llamando a la puerta, a mi puerta. Eché las mantas a un lado y saqué las piernas de la cama. Mi pie se enredó en la sábana y casi me estampo de cara contra la alfombra.

-Mierda.

Maldiciendo, me apresuré a cruzar el apartamento antes de que el ruido despertara a todo el edificio. Encendi la camara. Todo lo que vi fue una maraña de pelo rubio. ¿Jimin? Tenía que pasar algo. A lo mejor había un incendio, porque no podía pensar en otra razón por la que él estuviera aporreando mi puerta un sábado por la mañana.

-¿Pasa algo? -Mi voz sonó adormilada. Jimin me miro con una sonrisita maliciosa en su rostro, su sonrisa ya de por sí era llamativa, sexy y carismática. La sonrisa que a todas las chicas les encantaba.

-No, ¿tiene que pasar algo para que pueda venir a verte?

-¿Q... qué? -No sé si di un paso hacia atrás o él me apartó al entrar en mi piso, llevando algo envuelto en papel de plata y un cartón de huevos -¿perdona?- que era eso, afine mi vista y vi un sartén pequeño.

-Te perdono.

-Jimin ¿qué haces? Son las nueve de la mañana.

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